Los sindicatos franceses convocaron el viernes a dos nuevas jornadas de manifestaciones contra la reforma del sistema de jubilación en su duelo con el gobierno conservador del presidente Nicolas Sarkozy, que reiteró que no retirará su proyecto de ley.
Las ocho centrales sindicales del sector público y privado ampliaron el viernes su movimiento de protesta a dos nuevas jornadas de manifestaciones el sábado 2 de octubre y el martes 12 de octubre, incluyendo en este caso un llamado a la huelga.
Tras calificar de “éxito” la jornada de protesta del jueves, la cuarta del año contra la reforma del sistema de pensiones que aumentará de 60 a 62 años la edad para tener derecho a jubilarse, la intersindical francesa “reafirmó su determinación a no aceptar una reforma injusta e ineficaz”.
“Las organizaciones sindicales advierten al gobierno sobre las consecuencias que provocaría ignorar la cólera que se expresa profundamente” en las calles, afirmaron los sindicatos al día siguiente de unas masivas manifestaciones que dieron lugar a una guerra de cifras.
Los sindicatos franceses reivindicaron la participación de tres millones de personas, 300.000 más que en las protestas del 7 de septiembre, mientras el ministerio del Interior la cifró en menos de un millón (997.000), por debajo de los 1,1 millones que salieron a la calle dos semanas atrás.
La respuesta del gobierno no se hizo esperar y minutos antes del anuncio de los sindicatos el primer ministro francés, Francois Fillon, aseguró que el ejecutivo se mantendrá “firme” y llevará la reforma “hasta el final”.
“No. Con el presidente de la República no retiraremos este proyecto de reforma porque es necesario y es razonable”, sostuvo el jefe del gobierno francés en Biarritz (suroeste), en las jornadas legislativas de la gobernante Unión para un Movimiento Popular (UMP, derecha).
Fillon aclaró que “en este no, firme y tranquilo, no hay ningún orgullo (…) ni desprecio” hacia los manifestantes pero no dio el brazo a torcer.
“No. No renunciaremos al aumento de la duración de la actividad porque si por desgracia lo hiciéramos, nuestro sistema de jubilación se derrumbaría bajo el peso del déficit”, enfatizó.
El gobierno justifica esta reforma en el aumento de la esperanza de vida y en el déficit del sistema de jubilación que la crisis financiera triplicó en 2010 a 32.000 millones de euros (39.000 millones de dólares).
Con esta reforma, que también contempla aumentar a 41,5 los años de aportes, Francia –que cuenta con 15 millones de jubilados– se acerca a sus vecinos europeos, donde en cambio los años de aportes son inferiores.
El secretario general de la CGT, principal sindicato francés, Bernard Thibault, respondió con un “no firme y decidido de los manifestantes y de las organizaciones sindicales” y advirtió al ejecutivo que “la negación de lo que ocurrió ayer (jueves) le volverá como un búmeran”.
Mientras tanto, el proyecto sigue su curso legislativo.
Después de ser aprobado la semana pasada por la mayoría de derecha de la cámara baja (diputados), el 5 de octubre empezará a ser discutido en el Senado.
“La reforma será votada y aplicada”, sostuvo el viernes Eric Woerth, el ministro de Trabajo que esta semana tuvo una escasa aparición en los medios de comunicación, y que sigue envuelto en un escándalo político-fiscal.
Sarkozy confía en que la reforma será adoptada a fines de octubre, y entonces “empezará a preparar la última etapa” de su mandato de cara a la elección presidencial de 2012, arrancando con una remodelación de gabinete del que podría salir el propio Fillon, indicaba el viernes el diario Le Monde.
Tras compararlo con “Luis XVI, que cerraba las persianas de su palacio para no escuchar las protestas del pueblo”, la socialista Ségolène Royal aconsejó a Nicolas Sarkozy y al gobierno que “escuchen al pueblo francés que exige una reforma de la jubilación justa y eficaz”.