Cuarenta años después, la sangrienta página de “Septiembre Negro”, como se llamó a los violentos enfrentamientos entre combatientes palestinos y ejército jordano, se recuerda en un contexto de tensiones y ausencia de paz en Medio Oriente.
En aquel final del verano boreal de 1970, los combates de “Septiembre Negro” hicieron entre 2.000 (según Jordania) y 3.000 muertos (según los palestinos).
El conflicto se originó en la guerra israelo-árabe de junio de 1967, con la aparición de los combatientes palestinos, los fedayines, cuya misión era luchar contra Israel.
Tras la ocupación de Cisjordania por el Estado hebreo, el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yaser Arafat, agrupó a unos 40.000 fedayines en bases de la vecina Jordania. Esta presencia palestina se convertiría en un Estado dentro de un Estado.
El 6 de septiembre de 1970, tres aviones de línea son secuestrados por militantes del Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP). Dos de ellos se posan en Azrak, en el este de Jordania. Tres días más tarde, un cuarto avión es secuestrado con 56 rehenes británicos e israelo-estadounidenses.
Estos acontecimientos obligan al rey Hussein a actuar: el 17 de septiembre, ordena a su ejército a expulsar a los fedayines.
Después de 10 días de enfrentamientos, un acuerdo de alto el fuego es firmado.
Los fedayines obtienen el derecho de quedarse en Jordania, pero los enfrentamientos no cesarían de hecho hasta julio de 1971. El Primer ministro jordano Wasfi Tall expulsaría a la resistencia palestina pagando con su vida por ello: fue asesinado en El Cairo a fines de 1971 par el comando “Septiembre Negro”.
Cuarenta años después, Jordania, la mitad de cuya población de 6,2 millones de habitantes es de origen palestino, dice no lamentar nada.
“El enfrentamiento no solamente era inevitable, sino necesario (…). Si no hubiéramos actuado así, ello habría servido los intereses de Israel con la creación de un estado palestino en Jordania”, explica a la AFP Adnan Abu Audeh, ex ministro de origen palestino.
“Septiembre Negro” dejó “profundas heridas ya que se derramó sangre de ambas partes”, pero pese a ello “las relaciones jordano-palestinas son buenas”, opina por su lado el analista palestino Hani Al-Masri.
Oficialmente, se ha puesto punto final a esa página.
En los años 1980, Yaser Arafat y el rey Hussein se reconciliaron, pero su relación estuvo marcada por la desconfianza hasta sus muertes.
Desde su accesión al trono en 1999, Abdalá II habló del rol de “apoyo” de Jordania a los derechos palestinos, y abogó por una solución que incluyera a dos Estados, israelí y palestino.
Para Hani Al-Masri, “Jordania se ha convertido en el principal apoyo del pueblo palestino”.
Sin embargo, los jordanos temen que en caso de fracaso en las recién reanudadas negociaciones israelo-palestinas se retome “la opción jordana” como Estado de sustitución para los palestinos.
“‘La opción jordana’ es una obsesión para los jordanos, que reaparece cada vez que se reanudan las negociaciones (…)” afirma a la AFP Mohamed Masri, investigador del Centro de estudios estratégicos de la Universidad jordana.
Aunque el rey Abdalá II y el presidente Mahmud Abas reiteran que esta opción “solamente existe en la imaginación de algunos”, “la falta de transparencia en las políticas (llevadas a cabo) constituye un terreno fértil para esta obsesión”, asegura.