El gobierno de Raúl Castro avanza en la reducción de la gigantesca burocracia estatal cubana, con la eliminación de más de un millón de empleos -500.0000 en los próximos seis meses- y la apertura de pequeños negocios privados, como parte de la “actualización” del modelo cubano.
“Se prevé (…) la reducción de 500.000 trabajadores en el sector estatal y paralelamente su incremento en el sector no estatal”, anunció la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en un comunicado publicado este lunes en la prensa.
La reducción de las “plantillas infladas” se aplicará “de inmediato” y “de forma gradual y progresiva” hasta “el primer trimestre de 2011″, en “todos los sectores”, añadió.
La CTC destacó que, como alternativa, “se amplía y se diversifica el actual horizonte de opciones con nuevas formas de relación laboral no estatal”, como el arrendamiento, el usufructo, las cooperativas y el trabajo por cuenta propia.
Según documentos que circulan en centros laborales, el gobierno prevé dar 250.000 permisos en unos 120 tipos de negocios: talleres de reparación de electrodomésticos, zapateros remendones, limpiabotas, peluqueros, relojeros, mecánicos, jardineros, traductores, masajistas, vendedores de hierbas.
Aunque Raúl Castro prometió que “nadie quedará abandonado a su suerte”, muchos están preocupados, pero otros celebran el otorgamiento de permisos de trabajo por cuenta propia, anunciado en agosto como una vía para absorber parte de los cesantes y dinamizar la economía.
Yvonne Molina, de 27 años, recibió hace poco licencia para montar un pequeño taller de costura en el garage de su casa, en Centro Habana, y aspira a ganar más de los 20 dólares de salario promedio que paga el Estado.
“Pago al mes por la licencia 300 pesos (unos 12 dólares) y gané 250 en una semana (unos 10 dólares). Siempre he arreglado ropita. Antes lo hacía ilegalmente. Ahora puedo hacer vestidos, venderlos y ganarme la vida sin miedo a que me metan una multa. Esto facilita las cosas porque la situación está dura”, dice a la AFP.
Los “cuentapropistas” deben contribuir a la seguridad social, abonar impuestos sobre sus ingresos, y quienes contraten empleados tributar el uso de esa fuerza, lo cual no es del agrado de muchos en un país donde la población no está acostumbrada a pagar impuestos.
“Nuestro Estado no puede ni debe continuar manteniendo empresas, entidades productivas, de servicios y presupuestadas con plantillas infladas, y pérdidas que lastran la economía”, advirtió la CTC.
Desde que relevó a Fidel, Raúl Castro busca incentivar la producción y en abril anunció la reubicación de más de un millón de empleados, de una fuerza laboral de 4,9 millones, en una economía controlada en 95% por el Estado.
Afectada por el paternalismo estatal que prevaleció por medio siglo -oficialmente se reporta 1,7% de desocupación-, la ineficiencia y el embargo norteamericano, la economía cubana sufre una grave falta de liquidez que detuvo pagos a proveedores extranjeros, la caída de un 34% en el comercio y el desplome de varias actividades.
En un país con 50% de tierras improductivas y que importa el 80% de los alimentos que consume, hay una falta crónica de brazos para la construcción, la agricultura y la industria.
Durante años, el gobierno envió a sus hogares, con 60% del salario, a los trabajadores que quedaban cesantes, pero ahora tampoco “será posible aplicar la fórmula de proteger o subsidiar salarialmente de forma indefinida a los trabajadores”, advirtió la CTC.
Los anuncios ocurren días después de que el líder cubano Fidel Castro sorprendió con su frase “el modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”, dicha a un periodista estadounidense, aclarando luego que lo que no servía era el capitalismo.
Raúl Castro habla de “actualizar” el modelo cubano, bajo el socialismo, sin llamarlo “reformas”.