Miles de creyentes visitaron el lunes el monasterio donde vivió Rosa de Lima, en el día central de las celebraciones de la primera santa de la Iglesia católica en América, en una muestra de fe que los escándalos de pedofilia no han mellado.

Santa Rosa de Lima | diariolarepublica.com

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La peregrinación anual al hogar de la Patrona de América, Perú y las Filipinas congregó a más gente que en años anteriores, que hicieron desde la madrugada largas colas de más de medio kilómetro para ingresar al monasterio.

El principal rito de este acontecimiento religioso es poder arrojar al popular pozo de los deseos una carta con peticiones a la santa, una tradición que convoca a varones, mujeres y niños en pos de un “milagro”.

“Es muy milagrosa. Le he pedido trabajo y la unión de mi familia. Vengo desde hace cinco años y todo lo que he pedido se cumple”, dijo a la AFP Inés, una limeña de 28 años que hizo cola durante tres horas para caminar frente al pozo donde estuvo sólo cinco segundos.

“Las cartas arrojadas son una prueba de fe pues estas no son leídas y se las traga el agua que corre al fondo del pozo”, indicó a la AFP Betty Gates, una voluntaria de los cuerpos de seguridad del Convento apostada en el pozo.

Santa Rosa de Lima, cuyo verdadero nombre era Isabel Flores de Oliva (1586-1617), vivió en el siglo XVII y la creencia de la feligresía atribuye milagros a ese pozo.

“Ella es una intercesora entre los fieles y el cielo”, acotó Gates al explicar la función que cumple la popular santa con los miles de mensajes que se van acumulando durante la jornada y que luego acaban en el mar.

La presencia de fieles es abrumadora y representa la primera manifestación de fe masiva en el Perú, uno de los países más católicos de América, desde que los escándalos de pedofilia remecieron en Estados Unidos y Europa a la Iglesia.

“Este año ha venido más gente que en años anteriores, al menos 200.000″, señaló a la AFP el Prior del Convento, Juan José Ungidos, dominico español, natural de Asturias, que vive desde hace dos décadas en Perú.

“Esto es un testimonio de que la fe no se ha apagado, sobre todo en tiempos en que se sigue atacando a la iglesia. Es una pena que eso ocurra aunque desde hace siglos la iglesia sufre ataques de intelectuales y filósofos”, acotó el Prior.

“La iglesia, como ha dicho el Papa Benedicto XVI, sancionará a los culpables y no los encubre”, resaltó Ungidos respecto a los casos de pedofilia de curas denunciados internacionalmente ninguno de los cuales se registró en Perú.

Entre los numerosos fieles, la preocupación mayor es tener buena salud y un trabajo que asegure bienestar a su familia, mientras que las denuncias en la iglesia de casos de abuso infantil no les quitan la respiración.

Los casos de escándalos sexuales no le interesan asegura Juan Carlos, de 30 años, quien carga en sus brazos a una niña y tras larga espera pidió a Santa Rosa “que me de suerte en un negocio que he emprendido, además de salud”.

Es imposible no asociar esta fiesta religiosa con un mercado de baratijas cuando se observa al interior del Convento a decenas de religiosas vendiendo estampas, velas, rosarios, medallas y estatuillas que representan a Santa Rosa.

El Papa Clemente IX canonizó a Santa Rosa en 1671 pues le atribuyó curaciones milagrosas al solo contacto con su cuerpo o invocando su nombre. Roma la proclamó Patrona del Nuevo Mundo (América) y de las Filipinas en momentos en que la evangelización de la región se imponía biblia en mano y también a sangre y fuego.

Una leyenda popular la presenta como una fanática y loca, debido a las autoflagelaciones a las que se sometía. El debate ha enfrentado a psiquiatras, que la consideran una persona enferma, con historiadores que la señalan como una persona normal con una personalidad muy fuerte.