La instancia de la ONU contra la “discriminación racial” urgió a Francia a “evitar” las expulsiones colectivas de gitanos y los “discursos políticos discriminatorios” que favorecen un “clima de racismo”.
En momentos en que la política de “seguridad” del gobierno del presidente Nicolas Sarkozy sufre cuestionamientos en Francia y el exterior del país, las recomendaciones del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU (CERD) difundidas este viernes habían suscitado una fuerte expectativa.
Así, para organizaciones de defensa de derechos humanos, las mismas se agregan a las críticas ya realizadas por esta misma instancia hace dos semanas y constituyen “una nueva bofetada” para París, según el vicepresidente de la Liga francesa de Derechos Humanos, Malik Salemkour.
Para el CERD, los “discursos políticos discriminatorios en Francia” coinciden con “un aumento reciente de actos y manifestaciones racistas y xenófobos”.
En momentos en que se está repatriando “colectivamente” a gitanos, principalmente rumanos, sin la “aprobación libre, total e informada” de los mismos, el Comité pidió a Francia que “evite repatriarlos colectivamente”.
Estas expulsiones colectivas “dan la impresión de que se designó a un grupo” en lugar de identificar individuos indocumentados, según el CERD.
Francia salió al cruce de estas afirmaciones y aseguró “respetar escrupulosamente la legislación europea” y “sus compromisos internacionales” relativos a los gitanos.
“Francia respeta escrupulosamente la legislación europea, así como sus compromisos internacionales en materia de derechos humanos”, afirmó la cancillería.
En Francia, la residencia está condicionada al “respeto del orden público”, y la “apreciación de estos elementos es producto de un examen particular de cada situación individual”, según ella.
El gobierno francés envió por avión el jueves a cerca de 300 gitanos hacia Rumania, con la voluntad de “acelerar” esas expulsiones, pese a la presencia de dos ministros rumanos en París y de las críticas que esa política provoca en Francia y el resto del mundo.
Dichas expulsiones están sobre el tapete desde que Sarkozy estimó a fines de julio que los disturbios callejeros consecutivos a la muerte de un joven por disparos de un gendarme mostraban “los problemas que plantea la conducta de algunos gitanos”.
Poco después, tras una polémica reunión dedicada a los gitanos en la que participaron altas autoridades francesas, el gobierno afirmó que la mitad de los campamentos ilegales en Francia serían desmantelados en un plazo de tres meses.
Además, casi al mismo tiempo, Sarkozy anunció una “verdadera guerra” contra la “criminalidad” y afirmó que, en Francia, la inmigración “no está regulada lo suficiente desde hace 50 años” y que el modelo de integración francés ha sido un “fracaso”.