Cuatro empleados del gigante minero anglo-australiano Rio Tinto fueron hallados el lunes en Shanghai culpables de corrupción y espionaje industrial y condenados a penas de 7 a 14 años de prisión, entre ellos el ejecutivo australiano Stern Hu, sentenciado a 10 años.
Hu era el responsable de la oficina de Rio Tinto en Shanghai. Sus colaboradores chinos Wang Yong, Ge Minqiang y Liu Caikui fueron condenados respectivamente a 14, 8 y 7 años de prisión.
Los cuatro acusados fueron detenidos en julio, en un momento en que las negociaciones entre las acererías chinas y los gigantes mineros sobre el precio del hierro para el próximo año estaban estancadas.
Hu colaboró con la policía y la justicia y se declaró culpable de corrupción, al reconocer haber cobrado más de 900.000 dólares en sobornos.
El juicio de los cuatro hombres se llevó a cabo del lunes al miércoles pasados y suscitó una enorme expectación en Australia y en los medios de negocios de la región.
El primer ministro australiano, Kevin Rudd, aseguró que el mundo observó con atención el proceso, en el que debía quedar demostrada la imparcialidad de la ley, en momentos en que los operadores occidentales se interrogan sobre sus negocios e inversiones en China, la tercera mayor economía del mundo.
Tres décadas después de la espectacular apertura económica china, los inversores occidentales, y en especial los norteamericanos, se quejan de las onerosas trabas burocráticas o legales del país comunista, del trato preferencial que reciben las empresas locales y de un emergente nacionalismo.