Como una manera de controlar los altos precios que se registraban en la comuna a consecuencia del terremoto y la imperiosa necesidad de adquirir productos básicos; el municipio yumbelino decidió instalar durante 3 días una Panadería Municipal.
En dicha ocasión se detectó que los comerciantes de la ciudad santuario cobraban alrededor de 2.500 pesos por el kilo de pan, ante lo cual la Municipalidad reaccionó y junto a la colaboración de la familia Ponce –que contaba con las maquinarias y personal experto– se decidió desarrollar la iniciativa, cobrando 700 pesos el kilo de pan, dinero con el que se cubrieron los gastos operacionales.
Para llevar a cabo esta medida la municipalidad adquirió 16 quintales de harina, los que les permitió funcionar durante 3 días, período suficiente para regular los precios del mercado y evitar abusos por parte de los locatarios.