La ola de escándalos por pedofilia que afecta a la Iglesia católica de Europa abrió un sonado debate sobre las repercusiones del celibato y la abstinencia sexual en los sacerdotes, una tradición milenaria que el Vaticano defiende a todo precio.
El debate sobre el tema se ha abierto de nuevo después de que prominentes teólogos, como el suizo Hans Küng y el alemán Eugen Drewermann (ambos destituidos por el Vaticano), calificaran de “inhumana” la obligación de privar de una vida sexual a los clérigos católicos y la tildan de ser “una de las causas” de la pedofilia.
“Para luchar contra la pedofilia, hay que abolir el celibato a los curas”, escribió recientemente Küng, quien considera que la religión católica ha mantenido históricamente una relación “tensa” con la sexualidad.
Desde sus inicios, ya en el siglo IV según algunos historiadores, la Iglesia Católica institucionalizó la castidad y el celibato a través de una ordenanza del Papa, es decir humana, y por ello, otras iglesias cristianas que no obedecen al pontífice no practican la abstinencia sexual y el celibato.
Si bien numerosos casos de pedofilia han sido denunciados dentro de la familia, en escuelas y asociaciones de todo el mundo donde el celibato no existe, en la Iglesia Católica el fenómeno resulta “masivo”, según Küng.
Para muchos de los que reclaman la abolición del celibato, la represión de la libido, indómita, termina por desbocarse y descargarse en lo más accesibles, en este caso, los niños y jóvenes, impotentes ante la autoridad sacerdotal.
Las recientes denuncias en Irlanda, Alemania, Austria y Holanda, que suman más de 500 casos y abarcan largos periodos, así como los tristes testimonios de muchas víctimas de abusos cometidos en los últimos 30 a 40 años por religiosos, demuestran que el problema existe desde hace mucho tiempo.
“Es bueno que estallen esos escándalos, porque la iglesia tiende a cubrir todo. Lamento que se destapen por las indemnizaciones porque existe un mercado sucio detrás”, comentó por su parte a la AFP el ex sacerdote Giovanni Franzoni, expulsado en los años 70 por “comunista” de la iglesia y casado desde 1990.
Varias organizaciones laicas católicas, entre ellas el movimiento internacional “Somos Iglesia”, así como asociaciones de ex sacerdotes casados, solicitan desde hace tiempo que se elimine esa tradición.
Por su parte, el Vaticano sigue defendiendo el celibato como un “don” que “exige ser vivido con gozo y plenitud”, como aseguró este jueves en una conferencia el cardenal brasileño Claudio Hummes, prefecto de la Congregación para el Clero.
El purpurado brasileño, que en el pasado había sido más abierto sobre el argumento, confirmó la posición oficial de la Iglesia.
“El celibato pone remedio a una sociedad consumista y egocentrista. La paradójica vida del cura transforma la sociedad en un lugar más humano”, sostiene monseñor italiano Vincenzo Paglia, obispo de Terni y conocido por sus posiciones abiertas.
Sin llegar a pedir su abolición, el arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn instó a la iglesia católica a “interrogarse sobre las razones” que han llevado a los religiosos a cometer actos de pedofilia.
El purpurado pide que se tenga en cuenta en la formación y en la educación de los sacerdotes las consecuencias en la sociedad de la “revolución sexual de 1968″ así como del “celibato” en el desarrollo personal del religioso.
“Además de las enseñanzas sobre María, la pobreza y la espiritualidad es clave dar una formación humana a los seminaristas, con psicoanalistas o psicólogos que investiguen sobre las pulsaciones reprimidas y frustraciones que pueden estallar más tarde”, coincide Franzoni.
Dado que el celibato no se basa en asuntos teológicos ni evangélicos, sino que se trata de una decisión administrativa que puede ser revocada cuando las circunstancias lo impongan, no se descarta que un día llegue a ser abolido.