El preso político Orlando Zapata, quien murió el martes tras una huelga de hambre de dos meses y medio, fue sepultado este jueves en su pueblo Banes, 850 km al este de La Habana, bajo vigilancia de agentes de seguridad, informó a la AFP la madre del opositor, Rosa Tamayo.
“Acabamos de sepultarlo, muchos hermanos (disidentes) me acompañaron, pero hemos sido reprimidos hasta el último instante del recorrido”, dijo conmocionada Rosa Tamayo, de 60 años, vía telefónica desde ese pueblo de la oriental provincia de Holguín.
Acompañada de decenas de opositores, Tamayo, encabezó el sepelio en un recorrido de pocos kilómetros desde su vivienda hasta el cementerio.
“Queríamos llevar a mi hijo en brazos (andas), pero no pudimos, lo llevamos de mi casa al cementerio en carro fúnebre”, narró.
En un hecho inusual, el presidente Raúl Castro lamentó el miércoles la muerte, negó la práctica de torturas en Cuba como -dijo- sí ocurre en la base estadounidense de Guantánamo (este de la isla) y responsabilizó a Washington, al que acusa de financiar a la oposición con 50 millones de dólares anuales.
“La muerte de mi hijo me tiene que dar mucha fuerza, valor. Esta madre no admite ningún mensaje de condolencias de Raúl Castro, porque ellos me mataron a mi hijo”, manifestó Tamayo, según la cual su casa estaba vigilada por decenas de agentes de seguridad.
Zapata, de 42 años y de oficio albañil, murió en un hospital de La Habana al que había sido trasladado de prisión por las secuelas de la huelga de hambre que comenzó a principios de diciembre para protestar por las condiciones carcelarias.
Reconocido por Amnistía Internacional en su lista de 65 prisioneros de conciencia, de los 200 presos políticos que según la disidencia existen en Cuba, Zapata es el primer preso político que muere en las cárceles de Cuba desde que en 1972 falleció el disidente Pedro Luis Boitel, tras 53 días en huelga de hambre.