Un total de 165 cadáveres fueron encontrados en la región del norte de Afganistán afectada por los aludes de nieve, informaron el miércoles fuentes oficiales mientras proseguía la búsqueda de eventuales nuevas víctimas.
El drama se produjo en el paso de Salang, una carretera ubicada a unos 3.400 metros de altitud, y muy frecuentada, ya que es la principal vía entre la capital Kabul y el norte del país.
“Según el último balance, al menos 165 de nuestros compatriotas perdieron la vida y otros 135 resultaron heridos”, declaró a la prensa Suraya Dalil, ministro interino de Salud pública.
“Desde ayer (martes), hemos encontrado un total de 160 cuerpos”, había declarado poco antes a la AFP el gobernador de la provincia de Parwan, Abdul Basir Salangi.
Una tormenta de nieve inmovilizó a numerosos vehículos en esta carretera montañosa, en pleno corazón de la cadena del Hindu Kuch, en el Himalaya. Las avalanchas sorprendieron a los automovilistas en sus vehículos, según los socorrristas.
Nueve automóviles y dos autobuses, por lo menos, fueron arrastrados por el alud de nieve hacia los impresionantes acantilados que bordean la carretera, según el testimonio en el lugar de un fotógrafo de la AFP.
Al menos 14 sobrevivientes fueron descubiertos en otro autobús sepultado por la nieve, según el gobernador Salangi. “Es un milagro. Sobrevivieron 37 horas bajo la nieve, que había penetrado en el autobús a través de los vidrios rotos”, relató.
Según el ministro de Salud, se trata de uno de los más trágicos desastres naturales en la historia reciente de este país, atormentado ya por 30 años de guerras y guerras civiles, y actualmente azotado, desde hace ocho años, por combates entre los rebeldes talibanes y más de 110.000 soldados de las fuerzas internacionales.
El martes, el ministerio de Defensa había asegurado que cerca de 1.500 personas, aún bloqueadas en el paso o en el largo túnel de Salang, habían sido socorridas.
En la tarde del miércoles, junto a la impresionante maquinaria para despejar la nieve, soldados afganos, policías y campesinos seguían buscando cuerpos. Algunos de ellos, los más afortunados, tenían palas a su disposición. Los demás debían contentarse con medios más artesanales.
El 27 de marzo de 1997, en el mismo paso de Salang, al menos 80 personas desaparecieron tras una serie de aludes.