Las islas del Pacífico y Nueva Zelanda iniciaron este jueves las celebraciones del Año Nuevo en medio de fuegos artificiales y muchedumbres festivas, mientras las capitales occidentales esperaban al 2010 en un clima de inseguridad por el fallido atentado de Navidad contra un avión estadounidense.
Con fuegos artificiales disparados desde la Sky Tower de Auckland, la mayor ciudad de Nueva Zelanda, este archipiélago del Pacífico sur fue uno de los primeros países en recibir el nuevo año, a las 8 de la mañana hora de Chile.
De Sídney a Tijuana, decenas de millones de personas saldrán a las calles para despedirse de un año 2009 marcado por la crisis económica, los conflictos y los ataques terroristas.
En Sídney, se espera la llegada de cerca de 1,5 millones de personas al puerto para disfrutar de los fuegos artificiales sobre el emblemático Harbour Bridge.
El ministro de la policía, Michael Daley, llamó a los australianos a moderar su consumo de alcohol.
“Si usted es uno de esos irresponsable incapaces de controlarse (…) tome entonces una buena resolución, la de comportarse como un adulto y empiece a partir de esta misma noche”, aconsejó Daley.
En París, para celebrar sus 120 años, la Torre Eiffel ofrecerá un espectáculo excepcional de luz y música en la noche de San Silvestre.
En Berlín, un millón de fiesteros deambularán bajo la puerta de Brandeburgo, símbolo de la Alemania reunificada.
Los londinenses se reunirán a los pies del London Eye, la gran noria junto al Támesis, con los ojos puestos en las agujas del reloj del Big Ben.
Los madrileños se congregarán como todos los años en la Puerta del Sol, para llenar sus bocas con las tradicionales doce uvas de la medianoche.
En Nueva York, donde se esperan decenas de miles de personas para asistir a la cuenta regresiva de los últimos minutos del año, las medidas de seguridad se reforzaron.
Las mochilas y el alcohol estarán prohibidos en la plaza cercana al barrio de los teatros de Broadway, donde decenas de miles de curiosos asisten tradicionalmente a los últimos minutos del año (05H00 GMT del 1 de enero), mientras que la enorme bola centelleante, repleta de miles de espejos, baja lentamente.
Policías vestidos de civil o en uniforme, cámaras de vigilancia, equipos de detección de material radioactivo o biológico serán movilizados para la ocasión.
“Será un despliegue completo de nuestros recursos”, indicó el jefe de la policía de la ciudad, Raymond Kelly, estimando que “Nueva York es el objetivo número uno de los terroristas en Estados Unidos”.
Dos millones de personas vestidas de blanco son esperadas en la playa de Copacabana para rendirle pelitesía a la diosa de las aguas Yemanyá, y asistir a los tradicionales fuegos artificiales, que este año quemarán un récord de 16 toneladas de material pirotécnico.
Tailandia prohibió por su parte los fuegos artificiales, tras la muerte el pasado 31 de diciembre de 65 personas en el incendio de una discoteca.
En Afganistán y en Pakistán, donde los ataques mortíferos de los talibanes se suceden, la seguridad ya está al máximo.
Ocho civiles estadounidenses y cinco canadienses, de los cuales cuatro soldados y una periodista, murieron en dos ataques diferentes en los dos últimos días en Afganistán.
En Karachi, Pakistán, los fuegos artificiales dan habitualmente la bienvenida al año nuevo, pero la ciudad está en duelo por la muerte el lunes de 43 personas en un atentado suicidia, reivindicado por los talibanes.
“Es difícil estar de fiesta cuando nuestra ciudad y nuestro país atraviesan un periodo tan difícil”, señaló Zohaib Memon, estudiante de 23 años en un mensaje citado en un comunicado emitido en la página de internet de la embajada de Estados Unidos.