Experto de la Universidad Andrés Bello explica que si a 2020 no se reducen los gases de efecto invernadero a la mitad, los cambios en el clima serán aún más drásticos e irreversibles.
Avanza diciembre y la inestabilidad climática en la Región del Bío-Bío y en general en el país nos obliga a mirar cada mañana por la ventana para ver si usamos polera o paraguas. ¿El culpable? El Niño: un fenómeno natural producto de la interacción océano atmosférica que se caracteriza por elevar la temperatura del mar y cambiar globalmente los regímenes de precipitación.
El doctor Luis Cid Serrano, director del Departamento de Matemática de la UNAB y experto en cambio climático, explica que aunque el fenómeno del El Niño actual no es tan potente como el de los años 1997-98, claramente sus efectos se pueden ver hoy en un comportamiento
climático inusual para la fecha.
De acuerdo a registros de la Dirección Meteorológica de Chile para el trimestre noviembre, diciembre y enero; en las zonas norte, centro y austral del país las precipitaciones estarán dentro de lo normal, pero en la zona sur, de Bío-Bío a Los Lagos, las lluvias serán sobre lo normal.
Por otra parte, los modelos predictivos indican que el fenómeno se extendería bastante más allá de mediados de 2010. Es decir, deberemos prepararnos para esperar lluvias de manera intermitente este verano y hasta mitad de año.
Para el doctor Cid, todos los fenómenos que estamos experimentando se suman y podrían estar relacionados con el cambio climático global, modificación del clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables.
Respaldado en la evidencia científica y técnica disponible, hoy existe consenso mundial acerca de los inminentes efectos del cambio climático global. La creciente concentración de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero serían los principales responsables del calentamiento del planeta.
Efecto invernadero
La cantidad de calor retenida en la tropósfera depende principalmente de los gases de efecto invernadero presentes en ella, los que sirven de barrera que impide que el calor reflejado por la superficie terrestre se pierda en el espacio.
En efecto, la energía del Sol penetra la atmósfera y se transforma principalmente en energía calórica, la que no es capaz de atravesar de vuelta las capas más bajas de la atmósfera para perderse en el espacio exterior, quedando el calor retenido en nuestra atmósfera, produciéndose el ya conocido “calentamiento global”.
Cuando los gases de efecto invernadero (dióxido de carbono – 76%, metano – 13%, dióxido de nitrógeno – 6%, y fluorocarbonos – 5%, los más conocidos) ingresan a la atmósfera, se acumula más calor cerca de la superficie de la Tierra, lo que aumenta también la temperatura de la superficie de los océanos, incrementando con ello la evaporación, lo que hace aumentar la cantidad de vapor de agua en la atmósfera.
Este constituye el más importante de los gases invernadero, con más de un 70% del total y sobre el cual no tenemos más control que el de disminuir la temperatura del planeta.
Pese a que se han perfilado algunas soluciones, el panorama no se ve muy alentador. El Protocolo de Kyoto, pretende reducir al menos en un 5% la emisión de los gases, respecto de 1999, durante el período 2008-2012. Sin embargo, éste no ha sido ratificado por los dos los países con mayor emisión per cápita, Estados Unidos y Australia.
Chile aporta aproximadamente sólo el 0,2% de las emisiones mundiales.
Las esperanzas están ahora puestas en la 15ª Cumbre de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, que se inicia el 7 diciembre en Copenhague con asistencia de representantes de 189 países, donde debieran tomarse acuerdos decisivos para el futuro del planeta, que reemplacen el Protocolo de Kyoto que expira en 2012.
Cid recuerda que estamos presenciado la ocurrencia de fenómenos extremos como huracanes, lluvias en zonas secas y sequía en zonas húmedas, retroceso en glaciares y disminución de superficies de hielos árticos y antárticos, lo que no hace sino agudizar el problema.
Pero esto podría ser peor. “La evidencia mundial indica que si al año 2020 no hemos reducido los gases efecto invernadero en forma significativa, los cambios que experimentemos serán de consecuencias más dramáticas e irreversibles”.