Un monitoreo permanente a cargo de profesionales de varias universidades busca asegurar que la descarga de riles al mar que el complejo forestal Nueva Aldea ya inició a través de su emisario submarino, no tenga efectos en la fauna marina.
El ducto de Celco, que este jueves entró en operaciones, lleva a la costa los desechos líquidos de la industria, previamente tratados y que durante 3 años fueron vaciados al río Itata.
El emisario estará durante algunas semanas en marcha blanca, para finalmente ser la única vía de evacuación de desechos de la celulosa. Hoy, según la empresa, van mezclados con el agua que mantenía limpia la tubería.
El ducto, fabricado en polietileno de alta densidad recorre 50 kilómetros desde la comuna de Ranquil hasta la de Trehuaco, donde se emplaza la zona de Mela, que recibe el emisario.
La Conama confirmó que la empresa había iniciado ya hace un año un programa de monitoreo en la costa. Este considera más de 48 parámetros de medición en la fauna marina.
La red de monitoreo comprende 13 estaciones costeras y 10 terrestres, y la información recolectada es manejada por profesionales de varias casas de estudios superiores encabezados por investigadores de la Universidad de Concepción.
El ducto, que diversos grupos ambientalistas rechazaron desde que se supo de su construcción, costó a Celco unos 70 millones de dólares más que lo que inicialmente consideró la empresa.