Un político filipino fue inculpado el viernes de asesinatos múltiples, acusado de ordenar y participar en una masacre de al menos 57 personas el lunes pasado en una provincia del sur del país, donde su padre, también sospechoso, es gobernador.
“El dio las instrucciones. Se encontraba entre los que detuvieron el convoy y mataron a las víctimas”, declaró la ministra de Justicia Agnes Devanadera, al anunciar la inculpación de Andal Ampatuan Jr, miembro de un poderoso clan político local, por múltiples asesinatos.
“Uno de los testigos dijo que él fue quien daba las órdenes”, dijo Devanadera al canal televisivo GMA refiriéndose a Andal Ampatuan Jr, quien tras ser arrestado el jueves negó cualquier responsabilidad en el crimen.
Andal Ampatuan Jr es hijo de Andal Ampatuan, poderoso jefe de clan y gobernador de Maguindanao (isla de Mindanao, sur), que hasta ahora era miembro de la coalición de la presidenta filipina Gloria Arroyo.
Unos 10 miembros del clan del sospechoso, incluyendo a su padre, gobernador de la provincia desde 2001, considerados como sospechoso, fueron colocados bajo vigilancia, pero no fueron arrestados, agregó Devanadera.
Al menos 57 personas, entre las cuales había 27 periodistas y por lo menos 22 mujeres, fueron asesinadas el lunes en una aldea de la provincia por hombres armados, en el marco de rivalidades políticas.
De acuerdo con la policía y con allegados de las víctimas, la masacre estaba destinada a impedir que un rival se presentara a una elección para el cargo de gobernador, prevista el año próximo. El gobernador quería reservar ese puesto a su hijo, de unos 40 años.
Al margen de la cuestión de la responsabilidad de esta masacre, la ministra describió escenas de horror.
“Muchas de las mujeres recibieron balas en las partes genitales (…). Ellas tenían el pantalón abierto. Nosotros todavía debemos determinar si fueron violadas. Pero está claro que sufrieron algo horrible”, afirmó.
Andal Ampatuan Jr. se rindió el jueves a las autoridades y negó ser el responsable de esta matanza.
El helicóptero que sirvió para transportarlo el jueves desde su aldea hacia el aeropuerto fue blanco de disparos al despegar, afirmó el viernes un responsable que se encontraba a bordo.
Los soldados presentes en el helicóptero respondieron, agregó Jesús Dureza, emisario de la presidenta Gloria Arroyo, en una región donde el ejército supuestamente reforzó su presencia para garantizar la seguridad.
En la misma región, un empleado local del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) fue asesinado el jueves por un desconocido, según la policía y esta organización. El incidente, que se produjo a 45 km de la aldea de Ampatuan, lugar donde se produjo la masacre del lunes, fue quizás de carácter “privado”, indicó la portavoz de la UNICEF en Filipinas, Angela Travis.
Mientras numerosos policías y militares son sospechosos de haber participado de cerca o de lejos en esta masacre, dos jefes militares regionales, involucrados directamente, fueron destituidos y trasladados a Manila para ser interrogados, anunció el ejército.
También se abrió una investigación sobre unos 300 funcionarios policiales y milicianos de la comuna bajo el control de Ampatuan Jr, indicó el jueves el gobierno. Todos están detenidos.
Los ajustes de cuentas y las violencias entre clanes rivales, que tienen milicias privadas, no son raras en el sur de Filipinas, donde también existe un conflicto entre el ejército y los insurgentes separatistas musulmanes.