Mientras en el comando de Sebastián Piñera aseguran que no hay nada nuevo y sólo mala fe en torno a la sanción que recibió el empresario por comprar acciones de Lan teniendo acceso a información privilegiada, el candidato presidencial independiente, Marco Enríquez-Ominami, criticó que a 30 días de la elección el abanderado de la Coalición por el Cambio todavía no se deshaga de sus negocios.
Las palabras expresadas ayer por el superintendente de Valores y Seguros, Guillermo Larraín, en el primer encuentro de la comisión que analiza los mercados de valores, reabrieron la polémica acerca de la información privilegiada a la que accedió el actual abanderado presidencial minutos antes de realizar la compra.
Los diputados concertacionistas que integran la comisión investigadora confirmaron hoy que requerirán tanto a la Superintendencia como a la corredora de bolsa del Banco de Chile, que le hagan llegar la grabación de la llamada que concretó la compra de acciones, la que hasta el momento no se ha establecido si la realizó el propio Piñera o un emisario suyo.
Lo que sí está claro es que ese llamado telefónico existió y ocurrió sólo minutos después de culminada la reunión de directorio en que Piñera tuvo acceso al estado financiero de la compañía, información considerada privilegiada, ya que el resto de los accionistas que no integran el directorio desconocían esos datos.
A juicio de algunos diputados, la llamada telefónica echa por tierra la versión inicial de la defensa del candidato de la Coalición por el Cambio, en cuanto a que la compra la realizó basándose en un modelo generado por computador.
El coordinador general de la campaña de Piñera, Rodrigo Hinzpeter, acusó de mala fe a aquellos parlamentarios, quienes estarían montando una campaña sucia en una suerte de complicidad con los periodistas.
El vicepresidente de Renovación Nacional, Cristián Monckeberg, aseguró no tener problemas con que se haga pública la grabación telefónica, aunque advirtió acerca del resguardo de la privacidad.
El candidato presidencial independiente, Marco Enríquez-Ominami, centró su crítica no en la llamada telefónica, sino en la falta claridad que estima tiene Sebastián Piñera al momento de separar el interés colectivo del propio.
Enríquez-Ominami se puso a él a modo de ejemplo de ocasiones en que se inhabilitó en diversos proyectos de ley justamente para resguardar ese divorcio entre interés particular y colectivo, algo que él estima que Piñera no hizo mucho cuando ejerció como senador.