“Más de 1.500 hombres y mujeres, combatientes y civiles, habían cruzado la frontera francesa. En ese país, el gobierno de León Blum, presionado por las fuerzas reaccionarias, los acumuló en campos de concentración, los repartió en fortalezas y prisiones, los mantuvo amontonados en las regiones africanas, junto al Sahara.”
De esa forma, Neruda describe las condiciones en que se encontraban los refugiados que escaparon del Régimen Franquista, antes de convertirse en “Los españoles del Winnipeg, el barco de la esperanza”, como se titula el libro de Jaime Ferrer.
Con motivo de los 70 años de la llegada del Winnipeg al puerto de Valparaíso, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura; el Instituto Igualdad y la Agrupación Winnipeg, organizaron una mesa redonda en la Sala Ercilla de la Biblioteca Nacional.
La cita contó con la participación de pasajeros del barco, descendientes e historiadores que compartieron experiencias y anécdotas de esta emblemática travesía.
A tierras desconocidas, castigas por la tragedia, el terremoto de 1939 y el inicio de la Segunda Guerra Mundial llegaron Roser Bru y Victor Pey, quienes eran 2 niños cuando cruzaron el Atlántico para forjar una nueva vida.
No todo fue fácil para el poeta, quien no sabía que contaba con la férrea oposición de “engominados” adversarios, como definió a los diplomáticos chilenos que no veían con buenos ojos la llegada masiva de los republicanos a nuestro país.
Pese a ello, la figura discreta del Ministro Abraham Ortega, permitió concluir con éxito la travesía. De esto nos cuenta el historiador Julio Gálvez.
2.200 en total, juristas, obreros y escritores. Combatientes heridos, mujeres y niños, hacinados sobre las tablas de un viejo vapor francés.
Se cumplen 70 años, de su llegada y de su historia. Se cumplen 70 años de que aquel hermoso vapor de nombre alado, con esa dignidad que dan los 7 mares a lo largo del tiempo.