El derrocado presidente de Honduras, Manuel Zelaya, abandonó la ciudad nicaragüense de Ocotal, en la montañosa frontera con Honduras, dejando atrás a un puñado de huraños seguidores, en su mayoría hombres, en el polideportivo de dicha ciudad.
“Razones estratégicas” y su viaje a México, previsto para este martes, llevaron a Zelaya a regresar de forma inadvertida a Managua -tras una fugaz visita- la misma noche del sábado, aseguró a la AFP un miembro de la seguridad del presidente depuesto que pidió el anonimato.
En el campamento erigido en el polideportivo de esta ciudad del departamento de Nueva Segovia, donde hace 82 años el general Augusto César Sandino inició con 29 hombres la lucha contra la ocupación estadounidense en Nicaragua, quedaban este domingo menos de un centenar de seguidores del depuesto presidente, del millar que dijo tener tras su segundo intento frustrado de regresar a Honduras el pasado 30 de julio.
Muchos de estos hombres fueron sorprendidos por AFP el pasado viernes realizando ejercicios militares, aunque sin armas, en una finca de las montañas de Nueva Segovia en las inmediaciones de la frontera con Honduras.
“El pueblo tiene derecho a la insurrección cuando alguien toma el poder por la fuerza de las armas, y nosotros estamos usando ese derecho”, respondió Zelaya a las críticas, mientras los hombres gritaban con voz combativa “Pueblo únete”, “Golpistas afuera” empuñando la mano en alto.
Zelaya había anunciado la creación de un “ejército popular pacífico” para enfrentar a los golpistas que lo sacaron del poder en Tegucigalpa el pasado 28 de junio.
“Ocotal se ha convertido en un hogar para nosotros para reconstruir la democracia”, con el apoyo de un puñado de hondureños que ya están “recibiendo formación, capacitación y entrenamiento”, dijo Zelaya durante su fugaz visita el sábado para despedirse de sus seguidores.
La mayoría cruzó a partir del 24 de julio, para acompañar a Zelaya en su segundo intento frustrado -pese a que puso fugazmente un pie en territorio hondureño por el puesto fronterizo de Las Manos- de regresar a Honduras, generando las críticas de la comunidad internacional que se afana en negociar su regreso pactado con el gobierno de facto de Roberto Micheletti.
Sus simpatizantes entraron a territorio nicaragüense por las montañas para burlar los férreos controles militares impuestos en territorio hondureño.
Entre sus seguidores abundaban campesinos pobres y muchas mujeres, a menudo acompañadas por sus hijos, pero estos han ido abandonando a lo largo de los últimos días el campamento improvisado de Ocotal, a 28 kilómetros de la frontera.
Aunque nadie dice qué ha sido de ellos, se supone que han regresado a sus comunidades de origen por los mismos puntos ciegos de la frontera por los que entraron a Nicaragua.
El grupo que ha quedado está integrado en su mayoría por hombres entre los 18 y 40 años, de contextura física fuerte, que muestran un gran recelo con la prensa desde que el pasado viernes AFP hallara el campo de entrenamiento militar en una finca en medio de las montañas.