La primera víctima del monstruo. Jani Dueñas no logró convencer y se llevó las pifias de la Quinta Vergara.
Con un comienzo prometedor, logró vincularse con el público al generar enlace con las dos facetas más conocidas que tiene en su carrera: voz en off de La Divina Comida, y titiritera y voz de Patana, del show infantil 31 Minutos.
Sin embargo, todo cambió cuando terminó la introducción y empezó su espectáculo.
Dueñas comenzó a reciclar pasajes de “Grandes fracasos de ayer y hoy”, su especial de comedia para Netflix, que fue reconocido por la revista Time como uno de los 10 mejores de 2018.
El público le dio varias oportunidades, se llevó algunos aplausos de “salvavidas”, pero lamentablemente no logró salir a flote.
Más adelante apeló a un discurso feminista, con que consiguió aplacar en algo al respetable, pero en definitiva, el público se vino en su contra.
Finalmente, debió pedir la intervención de los animadores y dejar el escenario abruptamente. Pese a todo, los asistentes fueron bastante educados. Se ha visto salir humoristas bajo peores condiciones.
Hoy se cruzan las historias de Dino Gordillo y la de Jani Dueñas. ¿Cómo? Lo de Gordillo fue una rutina anticuada, un artista que no se actualizó, pero que goza de un talento indiscutible: manejo del escenario y de los tiempos. Dueñas está en línea con los temas de hoy, pero carece de ritmo.
Una apuesta arriesgada que no dio frutos, con un humor de nicho que puede funcionar muy bien en teatros y en la plataforma de streaming, códigos que generan complicidad con la audiencia, pero que quedó lejos de satisfacer a un público masivo.
No se confundan amigos lectores. El humor femenino funciona y mucho. Buenas exponentes son Natalia Valdebenito y Belén Mora, que deslumbró en Olmué, pero a Dueñas de faltó algo importante: una rutina festivalera.