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Las dos acepciones de la dignidad

19 mayo 2021 | 10:42

La dignidad como concepto se instaló con fuerza en el debate público a partir del estallido social. Se utilizó como el símbolo aglutinador de las demandas sociales, como también en época de campaña electoral fue proclamado por candidatos y candidatas para representar sus preferencias en una idea abstracta. Su importancia radica en que, al ser un concepto que logra encauzar las demandas de la ciudadanía, se transforma en un recurso rentable en lógica electoral. Pero la idea trascenderá este momento y será central también en el debate de la convención constituyente, en tanto motor de las reivindicaciones sociales y expectativas del proceso.

Existe, sin embargo, una dificultad mayor que deberán sortear quienes lo utilizan como símbolo de su acción política y eje de su discurso ¿Qué significa? ¿Qué entendemos los chilenos y chilenas por dignidad? Desde Espacio Público hemos explorado algunas posibles respuestas a esta pregunta.

En noviembre del 2019, cuando aún no se encauzaba institucionalmente el estallido social, realizamos en conjunto con Ipsos una serie de focus groups para indagar en los discursos asociados el concepto de dignidad. En los resultados observamos dos acepciones predominantes: una material y la otra relacional. Por una parte, la dignidad tenía un significado material asociado a un estado en el cual el bienestar físico, psíquico y económico de las personas se encuentra garantizado, pudiendo las personas vivir tranquilas. Por otra parte, la dignidad se define en torno a las relaciones sociales, en las que reconocer la dignidad de otros significa el respeto y la consideración hacia todo ser humano.

A partir de esta indagación cualitativa, en el estudio Chilenas y Chilenos Hoy de los años 2019 y 2020, observamos cuantitativamente a qué concepto asocian las personas la idea de dignidad. En ambas versiones los resultados nos muestran la dificultad de reducir a una sola acepción lo que la sociedad chilena entiende por dignidad. En la última medición, un 25% asocia la palabra a “Un mínimo nivel de calidad de vida para vivir tranquilo”, un 23% con “El respeto hacia las personas independiente de su condición económica”, un 19% con “Un trato humano hacia todas las personas”, y un 10% con “Terminar con los abusos”. Con respecto a la versión anterior de la encuesta, “El respeto hacia las personas independiente de su condición económica” aumentó (19% en 2019), y tanto “Un trato humano hacia todas las personas” como “Terminar con los abusos” disminuyeron (27% y 14% respectivamente en 2019).

Pese a estas variaciones, las acepciones materiales y de trato se mantienen en la misma proporción, por lo que no existe una visión predominante en torno al concepto de dignidad. Incluso, el análisis por variables sociodemográficas no muestra que en determinados grupos predomine alguna visión de la dignidad por sobre otras. Al parecer, todo esfuerzo por definir el concepto implica reducirlo y que pierda valor, pues se trata de una idea compleja que implica una serie de expectativas para la ciudadanía, y combina el aspecto material con el relacional. Su interpretación debe, entonces, considerar siempre esta dualidad en el discurso público y el diseño de políticas públicas.

Nieves Alcaíno
Manuel Arís