Por Nieves Alcaíno y Manuel Arís
La primera entrega del estudio de Espacio Público e Ipsos ¿Cómo vemos el proceso constituyente? Miradas a un momento histórico, nos permite conocer cuáles son los temores y las expectativas que chilenos y chilenas tienen respecto al proceso constituyente. Uno de los conceptos que se repite en relación con los temores frente a este proceso es la idea del secuestro, expresada por participantes de los focus group y en entrevistas a líderes de opinión.
En los focus group, la idea del secuestro está asociada a un temor transversal, basado en la eventualidad de que el proceso sea “tomado” por los partidos políticos, y que la nueva Constitución sea escrita por “los mismos de siempre”. Este temor nace de la generalizada desconfianza hacia la política, que ha perdido en el imaginario social el vínculo entre carrera política y vocación de servicio público. Además, el secuestro es visto en los discursos de votantes del Apruebo como una “derrota” a la oportunidad que se ganó en las calles, en donde se opusieron a los políticos y sus partidos tanto en las manifestaciones como en las urnas.
Asimismo, en algunos discursos de líderes de opinión entrevistadas y entrevistados en este estudio, aparece también la palabra secuestro como temor sobre el desarrollo del proceso constituyente, esta vez dirigido a que sean los extremos ideológicos los que pongan en riesgo la calidad del proceso deliberativo que supone la redacción de una nueva Constitución y su posterior instauración. El quórum de 2/3 es percibido así como un desafío para la legitimidad de la nueva Constitución, pero que exige que el debate no sea monopolizado -o secuestrado- por los extremos ideológicos que lleguen a la convención o que participen del debate público.
El concepto de secuestro como expresión de temor tiene un significado enorme. Implica en sí mismo un acto de violencia, con consecuencias sociopolíticas, al privar de libertad a una persona o a una comunidad. El miedo a que un grupo de personas secuestre nuestro proceso constituyente aparece muy claramente en la investigación, pero ¿qué hay detrás de este temor? En nuestra opinión hay un anhelo de legitimidad: la de un proceso deliberativo que no sirva a intereses de grupos particulares (políticos de siempre o extremos ideológicos), sino que esté orientado a cristalizar en la nueva Constitución mecanismos que garanticen el bien común, alejada de los ejes políticos tradicionales y orientada al diálogo.
Si consideramos, además, que predominan las emociones positivas hacia el proceso constituyente (un 52% asocia el proceso con la esperanza y un 46% con la alegría), el temor al secuestro es interpretado como una condición para la calidad de su resultado y legitimidad en su desarrollo. Este anhelo de legitimidad nos da luces respecto a la percepción que tienen las personas sobre la valoración de una nueva Constitución como instrumento para garantizar el bien para todas y todos, y de un clima de diálogo propicio para su discusión.