Asamblea Euro-Latinoamericana: Constituyente será "referente" y tendrá "responsabilidad continental"
La presión de la calle en América Latina demuestra desafecto a las instituciones democráticas. La crisis ahondará la desigualdad. ¿Podría el proceso constituyente chileno ser un referente?
“El proceso constituyente en Chile va ser un referente”, dice desde Bruselas a la agencia alemana DW Javi López, copresidente de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (Eurolat).
En un momento en que la calle en América Latina retoma la presión que tuvo que abandonar debido a las medidas contra la pandemia de covid-19, en el país se pone, quizás, una primera piedra de un nuevo pacto social.
¿Continental? En las más de una docena de citas electorales que tendrán lugar en el continente americano entre 2021 y 2024, esto al parecer es una exigencia ciudadana.
Organizaciones internacionales como el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) afirman que a la crisis sanitaria en América Latina se suma la económica.
Los datos no son muy esperanzadores. Según el PNUD, la cultura de los privilegios de las élites y la exclusión – de mujeres, de minorías – no hacen más que exacerbar las desigualdades.
Millones de menores no volverán a estudiar, aumentando la brecha, las tensiones políticas y la desconfianza en las instituciones democráticas.
Debilidad patente
Antes de la primera gran alerta mundial por la pandemia, en marzo de 2020, en Ecuador, Colombia, Guatemala, Perú, Chile y Bolivia se reclamaba en la calle lo que las instituciones no habían podido o querido solucionar.
Perú retomó las protestas contra la corrupción en noviembre de 2020 y en marzo de 2021 Chile volvió a levantarse contra la desigualdad, a favor de los manifestantes encarcelados.
En varias ciudades de Colombia, la población también salió este mes a la calle para oponerse a una reforma fiscal que temía agravara la frágil situación económica de las clases menos acaudaladas.
En un momento en que el 25% de la población europea y solo un 5% de la latinoamericana está vacunada, la vulnerabilidad de las instituciones regionales es patente.
“La pandemia ha hecho más evidentes las debilidades de los Estados y de las administraciones para atender la crisis sanitaria, provocando un incremento de la desafección a las instituciones democráticas”, afirmó por su parte Carlos Malamud, analista del Real Instituto Elcano.
La desigualdad el disolvente de la democracia
¿Es esto una desafección a la democracia? “Más que en la democracia, se desconfía de sus instituciones”, comentó el copresidente de Eurolat, la asamblea que reúne a 150 parlamentarios de América Latina y del Parlamento Europeo.
En su más reciente resolución, del 7 de mayo, la instancia hizo un llamado a la cooperación internacional para superar la pandemia y lo que subyace a ella: la desigualdad.
“Para instituciones democráticas estables se necesita equidad: igualdad de oportunidades, servicios, mecanismos de redistribución fiscal. Esto hace de pegamento para las instituciones. La desigualdad es su disolvente”, apuntó Javi López.
Representación y fragmentación
En este contexto cabe preguntar: ¿cuán representados están en esas instituciones democráticas los intereses de las minorías étnicas en países como Colombia y Chile? ¿O el mundo rural en Perú? ¿Y en Guatemala, aunque los pueblos indígenas sean en realidad la mayoría de la población?
“En países como Guatemala, (…) al final alianzas de intereses que van más allá de la política coinciden para conformar organismos favorables al presidente y a sus nuevos y circunstanciales aliados”, afirmó Malamud.
“El reciente ejemplo de Perú demuestra el problema de la democracia para operar sin partidos fuertes“, partió López.
“Con un sistema político sumamente fragmentado, gracias a estructuras clientelistas, a segunda vuelta llegan personajes peculiares, uno de ellos vinculado a un pasado criminal”,añadió.
Y eso también se ve en El Salvador: la inoperancia de los dos partidos tradicionales – que han tenido muy poco en cuenta las necesidades de la población femenina del país – llevó al poder a Nayib Bukele, un líder sin partido ni ideas sólidas que, tras la pandemia, ha logrado en las urnas el control de todos los poderes del Estado.
Refundar el pacto socioeconómico
Como fuere, “que Chile haya retomado el malestar de la población e intentado encontrar un canal para vehicularlo institucionalmente es algo muy interesante y digno de ser calificado de valiente”, opinó Javi López.
Pues si bien fue la calle la que lo impulsó, el Gobierno abrió la posibilidad del referéndum para lograr la primera Asamblea Constituyente paritaria y con representación indígena, explicó.
“El proceso constitucional estará lleno de interrogantes, de riesgos, de potenciales frustraciones, sí, pero lo hacen porque el país tiene claro que hay que refundar el pacto socioeconómico de la nación”, complementó.
En la situación de la protesta social y ante la inestabilidad y desgaste de las democracias en América Latina, “Chile puede sentar precedente. Tiene una responsabilidad continental en ese proceso”, concluyó.