Su nombre, en dos palabras, ya es una marca conocida que no requiere más presentación, pero completo es Felipe Hernán Berríos del Solar (apellido materno que se conoce poco), jesuita, activista y escritor chileno, conocido por su labor como capellán y fundador de las organizaciones Techo e Infocap.
“Vivo en un barrio con calles de tierra, sin alcantarillado, sin agua potable, que todos hemos pintado y en que hemos tratado de ponerle, pero en la ausencia total del Estado y hay otros que son como estar en Europa. Es una cuestión de trato, de cómo se puede permitir esto, es una corrupción constante. Tal vez, la mayor que tiene Chile es su segregación y la desigualdad”, dijo el clérigo al pedirle su análisis desde los ojos de los pobladores sobre la crisis social.
Y desde el campamento de “La Chimba” en Antofagasta, donde reside desde hace 15 años, habla como su sacerdote.
En entrevista con BioBioChile.cl, Berríos dijo que no avala la violencia en las manifestaciones, pero tampoco que se cometan violaciones a los Derechos Humanos (DDHH) por parte de efectivos policiales. Sin embargo, también señaló que no hay que generalizar hacia toda la institución de Carabineros. “La violación de los DDHH, así como la violencia ciega no se justifican”, precisó.
Sin embargo, en sus palabras fue específicamente crítico con el rol de la Iglesia en Chile tras el 18 de octubre, especialmente con las jerarquías. Su jerarquía.
“Uno echa de menos una jerarquía de la Iglesia más consecuente con el Evangelio, en la calle con la gente, que hubiese hecho algo cuando la gente perdía los ojos”, se planteó el jesuita.
Pero, Berríos no se quedó sólo ahí…
Rol de la Iglesia
-Bajo su mirada, ¿qué opina del rol de la Iglesia durante la crisis social?
-Creo que la Iglesia popular, la gente que es la verdadera base de la Iglesia, ha estado en la calle manifestándose. Ahora lo que se ha echado de menos es la jerarquía, con un silencio total y no solo silencio, sino que también la sociedad no los escucha. Estábamos acostumbrados a una jerarquía con voz potente y con autoridad y ha perdido autoridad, por eso no habla o si habla no se le escucha.
-En la dictadura el rol de la Iglesia fue cercano con la Vicaria de la Solidaridad en apoyo hacia aquellos que sufrieron violaciones a Derechos Humanos y hoy, aunque no estamos en dictadura, se percibe poca actividad ¿usted echa de menos el rol que tuvo Iglesia en los años ochenta reflejada hoy?
-Obvio que se echa de menos. Insisto, la Iglesia pueblo está en la manifestación. Es la gente la que quiere un Chile distinto y allí hay mucha gente católica. Claro, uno echa de menos una jerarquía de la Iglesia más consecuente con el Evangelio, en la calle con la gente, que hubiese hecho algo cuando la gente perdía los ojos. Y claro, nosotros en la Iglesia tenemos que pedir perdón (…) Uno hubiera esperado alguna palabra, pero creo que es una jerarquía que está desautorizada y desconectada de la gente.
-Pero, la gente se siente defraudada con la jerarquía de una iglesia en que hay investigaciones de casos de pedofilia, ¿por eso la Iglesia se ve tan desconectada?
-Insisto, es la jerarquía de la Iglesia. Uno esperaba un cambio, una manera de ser distinto, que no ha habido o hay una incapacidad, no lo sé. Peor, hay cosas que a mí aun me molestan. Por ejemplo, la formación de los nuevos sacerdotes es clave y en la Facultad de Teología de la UC, Jorge Costadoat, que es uno de los mejores teólogos, no solo en Chile sino que en Latinoamérica, le han prohibido enseñar. Eso se lo prohibió monseñor Ezzati y ahora le volvieron a renovar el castigo. Eso indica que hay una Iglesia que no entiende lo que hoy está pasando.
-Este estallido tuvo relevancia internacional y tampoco desde el Vaticano se han oído palabras con fuerza del Papa Francisco relativas a lo que ocurre, ¿por qué ha sido así?
-El Papa está sumido en sus propios problemas, que lo tienen medio en las cuerdas. Hay tres grandes mafias en el Vaticano. La mafia conservadora que persigue anular el Concilio Vaticano Segundo y todo lo que ha significado para la Iglesia su aplicación, la mafia del Banco Ambrosiano, de toda la corrupción de la plata, y la mafia de los abusos sexuales. El Papa ha sobrevivido porque ha sido un verdadero Maradona, yendo para adelante, para atrás, agachándose y creo que más no le podemos pedir.
-Entonces, ¿qué debe pasar en la Iglesia, la jerarquía chilena debe cambiarse para que exista un rol más activo respecto de lo que pasa?
-Uno espera que los pastores sean pastores y que sufran con el sufrimiento de la gente, se alegren con la alegría de ellos. Entonces, ante estas situaciones que estamos viviendo en Chile, tan profundas, el silencio de los distintos obispos nos desconcierta. Uno dice: ´Bueno, ¿dónde están? No ven lo que está pasando, no sienten con la gente´. Creo que ha sido muy desconcertante y triste para los católicos el rol de la jerarquía en este momento.
-Y eso, ¿cómo se revierte?
-Creo que hay personas como Roncagliolo (obispo auxiliar de Santiago), que no van a cambiar. Pero, creo que la mejor manera de cambiar es metiéndose con la gente, si a veces estamos más pendientes de defender una institución, de mantener una cierto poder que vivir el evangelio y creo que hay que estar con la gente, ellos nos tienen que enseñar a ser curas, a ser obispos. Los problemas de ellos tenemos que hacernos nuestros, tenemos que incorporar a la mujer en la jerarquía y los mandos de la Iglesia. Si nosotros seguimos manteniendo una Iglesia del Siglo 16, estando en el Siglo 21, una verdadera monarquía, se aleja del Evangelio. La Iglesia jerárquica deja de ser y los pastores dejan de ser un camino para llegar al Evangelio y se transforman en un estorbo para llegar al Evangelio.
Y Berríos profundizó aún más…
La crisis en la calle
-¿Cómo evalúa todo el proceso de la crisis social desde el 18-O hasta ahora?
-Creo que podría resumir en la frase Chile Despertó y a mí me ha llamado la atención que las grandes manifestaciones han sido porque la gente quiere estar junta, en una sociedad que nos planteaba lo individualista, en que cada uno anda preocupado de lo suyo. Y al mismo tiempo cantaban el “Baile de Los que Sobran”, no quieren que nadie quiere fuera del progreso del país y también el derecho a vivir en paz. Creo que la gente quiere cambios profundos en la sociedad chilena, además de peticiones como mejores pensiones, salarios, salud y educación, la gente pide un trato distinto entre los chilenos. Eso es lo más fundamental, que nos tratemos igual, no que haya chilenos de primera o de segunda.
-¿Qué le ha parecido la respuesta del gobierno ante la crisis?
-Uno habría querido una respuesta distinta, pero, creo que se notó un cambio de eje cuando asumió el nuevo ministro de Hacienda (Ignacio Briones), el ministro de Economía (Lucas Palacios), la ministra (María José) Záldivar, la vocera (Karla Rubilar) y Gonzalo Blumel. Creo que ellos le dieron un tono distinto, más de diálogo y también hubiera esperado una respuesta distinta de los diputados y senadores, pero también, creo que al final han trabajado para dar una respuesta, que tal vez no era como se esperaba, que se iba a abrir una billetera total, pero, por lo que ellos mismos han señalado, es una cosa que va a ser sustentable en el tiempo, que eso también es importante. Creo que se ha avanzado. Estamos viendo la posibilidad de ver una nueva Constitución y una asamblea constituyente que la redacte. Creo que son pasos importantes. Lo otro, hubiera sido tal vez populismo, una respuesta rápida y fácil al problema.
-Por lo que señala, ¿a usted le gusta más una asamblea constituyente que una mixta como camino para una nueva Constitución?
-A mí no me complica una asamblea constituyente mixta, pero como hay tal desprestigio y desconfianza de los políticos, tal vez sería mucho más sano una asamblea constituyente electa totalmente por la gente. Creo que lo más importante de la nueva Constitución es que sea aceptada por la gente. Si la gente considera que no se refleja en ella, no tiene mucho valor y no une a los chilenos.
-¿Qué le parecen los hechos de violencia que se han visto en las manifestaciones sociales y que se mantienen hasta hoy, por ejemplo, en Antofagasta?
-Hay que distinguir lo que son las manifestaciones, de lo que es la delincuencia. Creo que destruir una locomotora y pegarle a los trabajadores o saquear hasta el cansancio supermercados, toda esa gente que van con autos, o que saquean cosas que no son comida, sino que la gente está llevándose artículos electrodomésticos, eso no hay que mezclarlo con las manifestaciones. Eso es delincuencia y echa a perder los cambios fundamentales que queremos en el país, porque nos quedamos en el hecho trágico de la violencia y la gente que pierde su trabajo. Aquí en el campamento, hay gente que era reponedora en un supermercado y ahora está sin pega. Eso no ayuda a un cambio social profundo. Eso ayuda a la extrema derecha o a la extrema izquierda o grupos extremistas, pero no ayuda a un cambio profundo en la sociedad chilena.
-Entonces…
-Creo que no tienen nada que ver con las manifestaciones sociales. Estas se notan porque hay un grupo que da la cara y que sale a gritar consignas más o menos duras, pero son gente que da la cara y sale a manifestarse, pero no a destruir. O sea esos son otros grupos que son los que están destruyendo e infundiendo el miedo. El miedo es mal consejero para estas cosas, porque ganan los extremos.
-Bajo su mirada, llega marzo y hay indicios de que puede haber otro periodo similar a los vivido los últimos tres meses del 2019, ¿cómo se debería resolver esto?
-No soy experto, pero debería resolverse con más inteligencia. Si son grupos minoritarios que no pueden tener cooptados una ciudad o la demanda de todo un pueblo. Son grupos pequeños y que una represión a ciegas y sin inteligencia detrás es apagar el fuego con bencina y la violencia con más violencia. Todos hemos visto que no pasan de diez o quince personas, que destruyen los bienes que son de todos.
-Pero, por un lado tenemos hechos violentos y por el otro efectivos de Carabineros investigados por violaciones de DDHH.
-Creo que estamos entrampados viendo a un grupo de gente violenta que, por ejemplo, llegó a quemar el museo de la Violeta Parra que representa lo más popular de Chile. No veo qué va a ayudar eso a hacer el cambio social. Por otro lado, así como han habido curas que han abusado de niños y que a todos los curas, al final, los miran con desconfianza y como violadores, ha pasado lo mismo con Carabineros. Han habido algunos que han transgredido violando los DDHH y lo que ha hecho que la gente le tome bronca a todos los Carabineros y eso no me parece justo, ya que estamos en un estado de Derecho y es la Justicia la que tiene que actuar rápido con quienes han violado los DDHH. La violación de los DDHH así como la violencia ciega no se justifica. Vamos a quedar con muchos jóvenes que perdieron los ojos y eso no tiene ninguna justificación.
-Pero entonces, ¿qué cree que pasará en marzo?
-Todo Chile fue testigo que cuando hubo esa manifestación en Santiago de un millón y medio de personas y que se repitió en las grandes ciudades fue el punto de inflexión. No fueron las bombas molotov, ni los destrozos de los negocios, lo que hizo cambiar y despertar el país. Fue esa masiva manifestación transversal que pedía el derecho a vivir en paz y un cambio del trato de los chilenos, mejores pensiones y educación pública. Creo que si eso se puede repetir en marzo, no tiene porque unirse a los saqueos y destrozos, qué tiene ver eso con quemar una locomotora. Espero que en marzo quede claro que Chile despertó y que pide un cambio fundamental. Creo que cuando fueron las masivas manifestaciones inhibieron a estos grupos y la misma gente no los quiso. La gente tiene a veces más fuerza que las lacrimógenas o el carro lanza aguas. Creo que la gente en las calles y las familias pidiendo un cambio y trato distinto, a veces es mucho más eficaz.
Finalmente, a modo de consejo, el curita Berríos, como le dice la gente en La Chimba, resaltó que un buen consejo para la gente, a la que no le ha quedado claro lo que vive el país, es ver la serie chilena “El Reemplazante”.
“Le diría a la gente, si tienen posibilidad de meterse en Netflix, que vean una serie magistral que dieron en TVN, que se llama El Reemplazante. Invito a los chilenos a mirar de nuevo esa serie, porque allí se mostraba la desigualdad de Chile. La corrupción más grande de Chile es la desigualdad”, cerró Felipe Berríos, que pide algo no fácil para resolver los problemas: Inteligencia.