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Se ideó a comienzos de siglo para convertirse en una solución al problema de la basura en la región del Bío Bío. Sin embargo, en 20 años de funcionamiento el Relleno Sanitario e Industrial Hidronor-Copiulemu ha ido incrementando sostenidamente su capacidad y está ad portas de obtener autorización para una quinta etapa pese a las multas en su contra, lo que le permitiría triplicar la cantidad de residuos del proyecto original. Los vecinos de la planta tratadora están en pie de guerra, pues -acusan- son ellos quienes han tenido que soportar en carne propia las consecuencias medioambientales y no ven que su crecimiento vaya a detenerse. En el invierno de 2013, 200 familias se quedaron sin agua luego de la filtración de 8 mil litros de desperdicios y la compañía ya ha sido sometida a más de una docena de sumarios por contaminación. "Nos miran diferente hoy día. Nos cuesta decir que vivimos en Chaimávida porque estamos al lado de un relleno sanitario, es el punto de referencia", se lamentan quienes conviven junto al basural. La historia es de la Unidad de Investigación de BioBioChile.
Copiulemu (bosque de copihues en lengua mapuche) es una pequeña localidad rural de la región del Bío Bío que jurisdiccionalmente pertenece a la comuna de Florida. En su honor fue bautizado el relleno sanitario que Hidronor Chile S.A. instaló en 2001 a unos 5 kilómetros en línea recta del pueblo, estratégicamente justo antes del límite con la ciudad de Concepción.
En términos simples, un relleno sanitario no es otra cosa que un lugar donde se acopia y se le da tratamiento a los residuos sólidos que genera cada día la población e industrias, haciendo que ocupen el menor espacio posible y cubriéndolos intercaladamente con capas de tierra para disminuir la contaminación, olores y evitar lo que técnicamente se denomina vectores: roedores, gaviotas o insectos.
Todas esas son características que le permiten diferenciarse, en teoría, de un vertedero. Allí, la basura termina en contacto directo con el medioambiente.
Hoy el relleno de Copiulemu es la postal que recibe a los viajeros que visitan las comunas del Gran Concepción: visto desde la carretera -al menos por su gran altura- pareciera ser uno más de los cerros que abundan en esa zona, aunque el olor (sobre todo en verano) y centenares de gaviotas y otras aves sobre él lo dejan en evidencia.
Pese a llevar el nombre de Copiulemu, el terreno dista mucho de un bosque de copihues. Quienes más se han visto afectados por el relleno sanitario de Hidronor son los 700 vecinos de Chaimávida, un poblado rural que pertenece a la comuna de Concepción y está ubicado a 1,3 kilómetros aguas abajo.
El inicio
Las operaciones de la planta tratadora comenzaron el 17 de abril de 2001 en una cuenca adyacente a la carretera considerada el principal acceso que tiene Concepción viniendo desde el sur.
En principio la institucionalidad ambiental de la época autorizó el acopio de 1,9 millones metros cúbicos (m³) de residuos, pero con el pasar de los años -y a medida que la empresa lo solicitaba- esa cifra fue aumentando.
A la fecha, la compañía cuenta con luz verde de la autoridad para almacenar un total de 4,1 millones de metros cúbicos de residuos. La mayoría de esa capacidad está destinada al desecho que generan distintas industrias del Gran Concepción.
Ahora, y considerando que se están quedando sin espacio, la empresa pretende que el Servicio de Evaluación Ambiental, que depende administrativamente del Ministerio del Medio Ambiente, le autorice otros 2,1 millones de metros cúbicos de desperdicios, lo que -como ya se dijo- mantiene en pie de guerra a los vecinos del lugar.
El historial
El primer proyecto denominado “Construcción y Operación de un Centro de Almacenamiento, Transferencia, Recuperación y Revalorización de Residuos, Tratamiento y Disposición de Desechos de Origen Industrial y Domiciliario” cuenta con Resolución de Calificación Ambiental (RCA) Nº 81 con fecha 9 de marzo de 2000, otorgada por la Corporación Regional del Medio Ambiente (Corema), organismo estatal que tuvo aquella facultad hasta antes de la creación en 2010 del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA).
En esta primera etapa se solicitó autorización para acumular 1,7 millones de metros cúbicos (m³) de residuos domiciliarios en 28 hectáreas del Fundo Los Radales, ubicado 20 kilómetros al noreste de la ciudad de Concepción, justo en el límite con la comuna de Florida y a un costado de la carretera que conecta la capital regional con Cabrero.
En concreto, el proyecto que contemplaba una inversión de unos 5.300 millones de pesos tenía cuatro objetivos principales:
-Almacenamiento temporal de desechos para su posterior disposición en instalaciones de terceros legalmente habilitadas.
-Recuperación y revalorización de residuos.
-Tratamiento e inertización de desechos.
-Disposición final de desechos en depósitos de seguridad.
De acuerdo a la descripción del proyecto almacenada en la plataforma SNIFA (Sistema Nacional de Información de Fiscalización Ambiental) de la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA), los 1,7 millones m³ de capacidad se utilizarían para recibir “desechos sólidos de origen domiciliario”, mientras que en el depósito de seguridad se proyectaba recibir 180 mil m³ de desechos sólidos de origen industrial. La capacidad total se fijó en 1,9 millones metros cúbicos. Desde entonces no hizo más que subir (ver infografía).
En efecto, la empresa advirtió en su presentación que la vida útil del proyecto era “indefinida”, argumentando que el límite dependería “de las condiciones de mercado, más que de la obsolescencia de los equipos”.
No obstante lo anterior, en el proyecto original proponían para el relleno sanitario (una vez finalizaran las operaciones) la cobertura con material orgánico y la arborización y mantención del área por un periodo de 5 años. A los vecinos les dijeron que el lugar se convertiría en un parque, casi una reserva natural, según recuerdan ellos mismos en conversación con BioBioChile.
Nos dijeron que no iba a ser tan contaminante, porque va a ser una planta de residuos domiciliarios que luego se convertiría en un parque con plantas, jardines e incluso que se iba a poder en el futuro criar abejas. La pintaron bonita, un mundo lleno de arcoíris que en el fondo no es así
- Vecina de Chaimávida
Finalmente y pese a las observaciones presentadas formalmente por algunos vecinos, el relleno sanitario comenzó sus operaciones el 17 de abril de 2001.
Revise aquí el primer proyecto:
Etapa II
En agosto de 2004 la empresa Hidronor presentó ante la Corema una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) con la finalidad de que se sometiera a evaluación el proyecto que llevaba por nombre “Modificación Centro de Almacenamiento y Transferencia, Recuperación y Revalorización de Residuos, Tratamiento y Disposición de Desechos de Origen Industrial y Domiciliarios de Copiulemu S.A.
En líneas generales, esta nueva etapa consistía en cambiar el destino de uso de una fracción del relleno sanitario destinada a residuos domiciliarios y acondicionarla para ser utilizada como Relleno de Seguridad, permitiendo el almacenamiento de hasta 100 mil m³ extra de residuos de origen industrial, mediante la incorporación de medidas adicionales de impermeabilización y control de los lixiviados (líquidos que pudieran filtrarse).
“Esta modificación se fundamenta en el comportamiento del mercado de residuos, ya que la evolución del mercado de Residuos Sólidos Domiciliarios ha sido lenta, no así el de Residuos Industriales”, argumentó Hidronor en la oportunidad.
En términos volumétricos, tras la aprobación de este segundo proyecto la capacidad total del relleno se mantuvo en 1,9 millones m³, pero ahora con 280 mil m³ destinados a residuos industriales, principalmente de empresas del Gran Concepción.
“Las tierras de los vecinos han ido bajando sus costos, porque nadie va a querer comprar un terreno cercano a un relleno sanitario”, advierte uno de los residentes del sector consultado por este medio.
Tercera y cuarta etapa
En abril de 2006 la firma volvió a la carga, al presentar una Declaración de Impacto Ambiental ante la Corema para la “Optimización del Manejo de Residuos Industriales en el Relleno Sanitario de Copiulemu S.A.”. Con ello consiguió, tras la aprobación de la institucionalidad medioambiental de la época, ampliar de 280 mil a 302 mil los metros cúbicos de capacidad para residuos industriales, en lo que puede considerarse la Etapa III.
Estos 22 mil metros cúbicos extra aumentaron la capacidad del relleno sanitario a 1.920.000 m³.
En abril de 2011, esta vez ante el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de la región del Bío Bío, Hidronor presentó una nueva Declaración de Impacto Ambiental para la ampliación del relleno sanitario en lo que denominaron la Etapa IV.
La iniciativa, a juicio de la empresa, tenía como fin “dar solución y satisfacer la demanda en torno a la disposición final de residuos domiciliarios en la región del Bío Bío”, por lo que solicitaron formalmente poder ampliar su capacidad de almacenamiento para ese tipo de residuos en 263.912 m³.
El proyecto tendría una vida útil de 5 años y no habría que preocuparse por los olores porque “debido a las características topográficas del emplazamiento, se cuenta con una buena ventilación que hace difícil que en el área se concentren olores”, indicó Hidronor. Los vecinos aseguran que ocurre justamente lo contrario, sobre todo en los meses más calurosos del año.
“Nos miran diferente hoy día. Nos cuesta decir que vivimos en Chaimávida, porque estamos al lado de un relleno sanitario. Es el punto de referencia”, dice Yamilet Avello Cerna, presidenta de la Junta de Vecinos de Chaimávida..
El 13 de marzo de 2012 el SEA daría luz verde a la Etapa IV mediante la RCA Nº 71, misma que en 2018 tendría una modificación más que considerable.
Un año antes de conseguir definitivamente la RCA, la firma había recibido un duro revés: tras recursos presentados para frenar la ampliación del relleno, el Consejo de Ministros (conformado por los titulares de la época en Medio Ambiente, Salud, Economía, Agricultura, Energía y Minería) revocó el permiso ambiental.
Aquella fue la gota que rebalsó el vaso y determinó la salida de Troncoso dos días más tarde.
El 25 de agosto de 2020 la firma ingresó un Estudio de Impacto Ambiental para la evaluación una quinta etapa del relleno sanitario. Se trata del proyecto “Continuidad Operativa Relleno Sanitario Hidronor Zona Sur” que de inmediato puso en alerta a los vecinos de Chaimávida.
Tal como indica su nombre, su propósito es mantener por varios años más en funcionamiento el centro de acopio de residuos domiciliarios e industriales, una vez se termine de implementar la cuarta etapa.
Según explica la propia empresa, para concretar el proyecto “se intervendrá una superficie de aproximadamente 31 hectáreas, la que incluye obras permanentes y temporales”, lo que significaría una inversión de más de 9 millones de dólares, es decir, 8.243 millones de pesos chilenos.
Uno de los principales argumentos que presentó la compañía para conseguir la autorización es que se están quedando sin espacio para recibir residuos, lo que pone en aprietos a las comunas e industrias que envían allí sus desechos.
“Dicho proyecto (la etapa 4) actualmente se encuentra operativo, pero está llegando al límite de su vida útil al cumplir con su capacidad volumétrica máxima autorizada”, advierte la firma.
En términos concretos, de acuerdo a lo informado por la propia empresa, esta nueva etapa permitirá disponer de un volumen adicional de 2,1 millones metros cúbicos, más que el doble de la capacidad actual del recinto. Es en la práctica un nuevo relleno sanitario que recibirá por más de 12 años la basura domiciliaria de Florida, Lota, Hualpén y Cabrero.
Si se aprueba, el relleno podría llegar a ser tres veces más grande que el diseño original de comienzos de siglo.
El estigma y la problemática medioambiental
Para la mayoría de los 700 habitantes de Chaimávida el relleno se fue transformando con el tiempo en el peor de los vecinos, sobre todo luego de que en el invierno de 2013 las lluvias ocasionaran el desmoronamiento de una ladera, lo que a su vez provocó el colapso de un ducto de comunicación entre piscinas de Residuos Industriales Líquidos (RILes).
Los 8 mil litros de RILes sin tratar -cifra que reconoció la empresa- fueron a parar al estero Las Puyas, desde donde se extrae el agua que se convierte luego en potable y consumen las 250 familias de Chaimávida hasta el día de hoy.
Desde entonces Hidronor Copiulemu ha protagonizado diversos episodios de contaminación, al mismo tiempo que los vecinos de relleno han exigido, sin éxito, que se adelante el cierre definitivo del depósito de residuos.
En 2019 la lluvia nuevamente causó estragos en la planta tratadora cuando sedimentos escurrieron hacia la carretera y esteros cercanos, provocando una pestilencia perceptible a kilómetros. Los vecinos otra vez reclamaron y la Seremi de Salud del Bío Bío inició un sumario sanitario.
En enero de 2020 y a consecuencia de otro proceso investigativo, la autoridad sanitaria resolvió cursar una multa de $50 millones a la empresa, tras inspeccionar el lugar y encontrarse con puntos de basura descubierta.
El último de los capítulos se comenzó a escribir en febrero de este año, cuando vecinos de Chaimávida denunciaron que las aguas de otro estero -que lleva el nombre de la localidad- estaban visiblemente contaminadas.
Un equipo de la Seremi de Salud realizó la fiscalización respectiva y detectó que la situación fue provocada por la rotura de un ducto en el relleno sanitario que se emplaza aguas arriba, lo que decantó en el derrame del líquido lixiviado.
“Fue un lamentable accidente”, explicó la compañía.
Lo ocurrido terminó por colmar la paciencia de los habitantes del sector, por lo que decidieron primero cortar la Ruta 146 Concepción-Cabrero y luego impedir el ingreso de camiones al relleno. La quinta etapa es vista por ellos como una lápida.
Yamilet Avello Cerna, la presidenta de la Junta de Vecinos de Chaimávida, llegó hace más de 40 años a vivir al sector. En diálogo con la Unidad de Investigación de BioBioChile asegura que “no es muy agradable vivir cerca de un acopio de basura, porque hemos perdido nuestra identidad”
También habla del estigma: “Antes Chaimávida era conocido por sus manzanales y hoy día es más fácil decir que vivimos cerca del relleno sanitario”.
El resto de los vecinos no están de acuerdo que la planta se haya instalado ahí. Muchos no comulgan con las instalaciones de Hidronor y no quieren que esto vaya creciendo, advierte.
El sueño de nosotros es que esto algún día se detenga, que se cierre
- Yamilet Avello, presidenta de la Junta de Vecinos de Chaimávida
Otra de las consecuencias son “los jotes que andan dentro de los patios, andan por bandadas, se paran arriba de los manzanos y duermen en los techos de los vecinos”
Además, asegura, “las tierras de los vecinos han ido bajando sus costos, porque nadie va a querer comprar un terreno cercano a Hidronor”
Sanciones y fiscalizaciones
Consultados por BioBioChile, la Seremi de Salud del Bío Bío informó que desde 2015 a la fecha han iniciado 14 sumarios en contra de Hidronor Copiulemu: cuatro por malos olores, siete en el marco del programa de fiscalización de residuos y tres por emergencias en la planta.
De ese total, detallaron, nueve procesos concluyeron con sanciones que van desde amonestaciones a multas de hasta 500 UTM. Los cinco restantes todavía están en proceso jurídico administrativo.
En paralelo, la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) indica a este medio que en los últimos años han realizado 61 fiscalizaciones al complejo Hidronor Copiulemu, encontrando una serie de deficiencias.
“Lo hallazgos han sido diversos, desde problemas asociados a la gestión de residuos líquidos, problemas en la reportabilidad de los RILes tratados respecto del DS90/00, problemas operacionales con respecto a taludes, problemas de gestión relacionados con el control interno de RESPEL asociado al laboratorio de la empresa, manejo de aguas lluvias con contacto y sin contacto, problemas en el frente de trabajo activo y problemas de rebalses de lixiviados que han salido fuera del depósito afectando cursos de agua externos”, informa la SMA.
Como resultado, el organismo fiscalizador que se encarga de sancionar deficiencias operacionales que generen efectos medioambientales, ha iniciado dos procesos sancionatorios: uno de 2013 que se tradujo en un Programa de Cumplimiento (PdC) ejecutado satisfactoriamente por la empresa y otro de 2020 que está actualmente en revisión.
En casos extremos, dicha repartición puede imponer como sanción máxima la revocación de la RCA a una empresa, lo que se podría traducir en el cierre de la actividad y el desmantelamiento de las instalaciones.
La empresa se defiende
Consultados por los reiterados episodios de contaminación, desde Hidronor Chile S.A. reconocieron a este medio que las criticas de los vecinos son fundadas.
“Efectivamente Hidronor ha tenido durante sus años de operación dos accidentes relacionados con lixiviado de residuos domiciliarios que debieron atenderse con la debida diligencia y que generaron descontento y críticas de los vecinos y vecinas”, indicaron.
Sobre cómo evitar que estas situaciones se repitan a futuro, la firma manifestó que cuentan “con un plan de emergencia y contingencia que abarca todas las unidades y riesgos potenciales derivados de las actividades de tratamiento de residuos. Dicho plan es actualizado de forma anual, incorporando los aprendizajes y mejoras operacionales que surjan producto de las contingencias”.
Mientras, respecto de la negativa de vecinos y autoridades locales a la materialización de una Etapa V, la empresa asegura que la institucionalidad ambiental garantiza la participación ciudadana.
“(…) nos obliga a responder detalladamente cada una de las observaciones que se formulan. En este contexto, resulta vital que los vecinos o vecinas, así como, autoridades locales y sectoriales planteen estas observaciones que, en muchos casos, nos pueden permitir mejorar nuestra operación”, subrayan.
Respecto del tipo de residuos industriales que llegan al lugar, una de las mayores preocupaciones de vecinos y autoridades, Hidronor detalla que se trata en su mayoría de desechos asimilables a domésticos.
“Los residuos industriales son definidos como aquellos generados por cualquier proceso u operación industrial, tales como: la industria de la celulosa y el papel, la industria pesquera, forestal, agrícola y/o química. Esto quiere decir que los residuos industriales que se reciben corresponden en su mayoría a residuos industriales asimilables a domésticos por su naturaleza orgánica y, por otra parte, residuos industriales no peligrosos o inertes”, afirman.
Por último, la empresa asegura que pueden estimar una vida útil del relleno sanitario e industrial sólo hasta septiembre del próximo año. Un complejo escenario por donde se le mire, considerando que al lugar llegan 700 m³ de basura cada día.