El agente encubierto de la PDI “AER-40”, fue el encargado de infiltrar a los operadores mexicanos del Cártel de Sinaloa, Yolanda y Ricardo Salazar Tarriba, detenidos el pasado 10 de marzo, cuando intentaban abandonar el país. Lo anterior, luego de un fallido tráfico de cocaína de 665 kilos y que llegaría al puerto de Rotterdam, Holanda.
De acuerdo a los antecedentes que constan en la investigación que lleva la Fiscalía de Alto Hospicio, no fue el único. Su colega “AER-73” trabajó también junto a un informante que durante meses siguieron los pasos de Ricardo Salazar Tarriba, mientras estuvo en Chile en 2020, paseándose por Iquique y Santiago e incluso cuando fue internado en la Clínica Santa María, debido a una intervención quirúrgica.
A raíz del problema de salud, arribó al país su hermana Yolanda, ingresando por el terminal aéreo el 14 de diciembre de 2020. Al poco andar, la ciudadana mexicana fue tomando importancia en las actividades ilícitas que Ricardo no podía realizar.
Luego de comprar un teléfono y un chip, se contactó con “AER-40” vía WhatsApp, diligencia autorizada por el juez de garantía.
Atendido el retraso en el envío de droga a los Países Bajos y para conocer el lugar de acopio de la misma, la mujer le indicó al encubierto, el 18 de enero pasado a las 10.51 a.m.: “Llega muy poca información y como tú sabes pues, es sensible a lo que está pasando y donde está toda esa, estos aparatos, porque pues mucho monto ¿sabes?”.
“AER-40” entiende la queja por la demora, pero Yolanda insiste: “Lo que pasa es que yo he visto solo cosas amables y funcionales contigo, pero Manuel tiene un compromiso porque (tiene) detrás a todos los inversionistas”.
El mismo día, la mexicana retomó la conversación por mensajería con el agente de la PDI, donde le indica que el envío del alcaloide debe partir prontamente hacia el viejo continente.
“Sí, sí, ya es bueno que hagamos eso porque no podemos decir tanto por el teléfono ¿sabes? (…) Hay hartos detalles los tenemos que coordinar mejor sabes (…) necesitamos hablar y ponernos de acuerdo”, escribió Yolanda Salazar.
El encubierto le indica que se encuentra en Iquique, pero que pronto viajará a Santiago para agenciar los trámites de envío.
“Sí, de todas maneras (…) Iquique no nos interesa porque el asunto es que queremos ver las cosas”, le insistió el PDI.
Aduanas
El 30 de enero de este año, de acuerdo a antecedentes de la investigación de la fiscalía, la conversación que inició Yolanda sigue así: “¿Ya estás acá en Viña?, respondiendo AER-40 que se encuentra en Santiago aún, pero que está contactándose con quien guardará y enviará la cocaína desde el puerto de Valparaíso”. Yolanda le indica: “Está bien, estamos esperando, porque ya tengo llamados de otra gente”.
El contacto sería un supuesto funcionario del Servicio Nacional de Aduanas, pero en realidad era “AER-73”, otro infiltrado para desactivar la operación de los mexicanos.
Si hasta ese momento los contactos se hacían con la mujer, Ricardo entra en escena para apurar el envío.
“(…) qué tal, mira soy el dueño de las cosas, solo queríamos ver eso para pasar los datos allá. porque están preocupados(…) te doy algo de plata para solucionar esto”, le propuso al encubierto “AER-40”.
Puesta en escena
Sin embargo, lo que parecía un narconegocio que les arrojaría a los mexicanos millones de dólares, resultó ser una “salida ficta de drogas” desde el terminal porteño. Viajaban con destino a los Países Bajos, creyeron los narcos, 665 kilos de cocaína.
El container con el supuesto alcaloide se trasladó en un barco de la naviera MSC que arribó a Holanda el 5 de marzo del corriente, permitiendo que la fiscalía validara “la línea de transporte (…) e interiorizarse de los planes y forma de operar de la organización”.
El contenedor “fue inspeccionado por las autoridades holandesas (ese) día, generando preocupación en la organización”, detalla el documento.
Ricardo Salazar, de acuerdo a la indagatoria, intentó obtener información y conocer qué ocurrió con la mercancía, pero no lo consiguió. Entonces dio por perdida la carga y comenzó a planear su huida. Por ello le comentó al agente AER-40 “la factibilidad de vuelos y si eso era seguro o no, puesto que de no ser seguro, se podría buscar una alternativa para poder salir, muy probablemente de forma clandestina”.
El comentario aceleró las diligencias. El Ministerio Público solicitó autorización judicial y los hermanos Salazar Tarriba fueron detenidos en el aeropuerto de Santiago el pasado 10 de marzo. Actualmente están privados de libertad y designaron como abogados a Francisca Castro y Francisco Figueroa.
Día de Muertos
No han sido los únicos traficantes mexicanos que han intentado asentarse en Chile para instalar una base de operaciones.
Tal como lo reveló este medio, en 2019 fueron detenidos
Al igual que los operadores del Cártel de Sinaloa, la fiscalía también lo infiltró con agentes de la PDI desde su llegada, según se lee en los informes de vigilancia dados a conocer por la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío.
Ambos esperan que se realice en los próximos meses el juicio oral, luego que el organismo perseguidor solicitara como pena 42 años de cárcel.