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Cañete, Contulmo y Tirúa. Todo el cono sur de la provincia de Arauco sufre.
Como si se tratara de una protesta de "brazos caídos", pinos y eucaliptus aledaños a las rutas P-60 R y la P-70 -que unen las tres comunas-, están con sus ramas cortadas, en el suelo y apenas subidas en una berma de tierra, para permitir el flujo vehicular.
Luego de recorrer una tranquila Ruta 160 desde Concepción hasta la bifurcación hacia Lebu y a poco avanzar en la P-60 R, a la altura Cañete, comienzan los vestigios de protestas, las cuales incluyen quema de camiones y vehículos, baleos, entre otros, el triángulo de la violencia en el sur del Bío Bío.
Así se configura un temeroso escenario en carretera, las ramas cortadas, de gruesos troncos, sirven para frenar el tránsito, incluso de la policía, ante cualquier acción violentista.
Luego, quedan en la berma y otros grupos, o los mismos, en otra jornada álgida, les vuelven a dar uso. De la misma forma, sucesivamente.
Para unos, reivindicaciones territoriales, para otros, solo hechos de delincuencia relacionados con el robo de madera u otro, pero las vías que cruzan el cono sur del Bío Bío son peligro constante, donde no hay derecho a vivir en paz.
Falta de protección, de ayuda, cero preocupación, así definen las víctimas de la violencia en la provincia de Arauco a la extrema inseguridad, no sólo en las rutas que unen la provincia, sino que también en zonas rurales, en diversos episodios que han terminado con personas heridas y también asesinadas.
“¿Hasta cuándo?”, dicen.
Un equipo de BiobioChile y Radio Bío Bío realizó un recorrido por las Ruta 160, P-60 R y P-70 para recoger lo que se vive, con las diversas víctimas de la violencia en Arauco, zona en la que, hasta fines de julio, cuenta 57 ataques y que han significado inútiles y fallidas querellas por parte del Gobierno, duramente cuestionadas por los afectados.
Incluso, existen personas, amenazadas de muerte, que no quieren dar testimonio a la prensa. A ese nivel se ha llegado, amordazados por el miedo.
Camino al cielo
Pinos, pasto, cielo azul, incluso niebla en algunos tramos. Un hermoso paisaje que puede ser un paraíso para vivir, pero que esconde dolor y pobreza.
En la ruta que une Cañete con Tirúa, la escena se torna tensa, al encuadre de trozos de árboles en el suelo, se le suma un gran camión con su acoplado completamente calcinado. Yace ahí desde principios de febrero de este año.
Dos controles sanitarios por la pandemia, organizados por comunidades mapuche, en los cruces Huentelolén y San Ramón, en plena Ruta P-70, dan tranquilidad, aunque si no hay un buen motivo para el traslado a Tirúa, Contulmo o Cañete, no se puede pasar.
Y, en uno de los controles, una persona con una chueca en la mano, apenas se frena el vehículo y antes de bajar el vidrio para hablar, con solo verlo, te hace saber que si no tienes un buen argumento para seguir el viaje, no avanzarás.
¿Control?, al parecer, permitido en la ruta.
Mientras el nuevo ministro del Interior, Víctor Pérez, llegó a La Araucanía el viernes pasado, para dar una señal de preocupación y de mayor proactividad del Gobierno, en medio del recrudecimiento del conflicto.
“Todos los habitantes de esta Región, tienen el derecho a vivir en paz y tranquilidad”, dijo Pérez.
Sin escuelas
“Una noche me informaron que se estaba generando alboroto, e incluso disparos en este sector, y yo que me encontraba en otra comuna, a eso de las 5:00 AM recibí información que la escuela estaba en llamas”, cuenta Alejandro Navarrete, director de la escuela Ana Molina de Tranaquepe, distante a unos 200 metros de la carretera P-70, la cual resultó totalmente quemada el 22 de julio pasado.
153 alumnos matriculados, quedaron sin establecimiento, aún hay dudas de la autoría del siniestro, pero este hecho se suma a la quema de otros dos recintos educacionales en los últimos 20 días en Tirúa y Cañete, donde hubo reivindicaciones de autoría relacionadas con la liberación de comuneros privados de libertad.
Sobre el temor a vivir y transitar en la zona, foco del conflicto, el director de la misma escuela señaló que “sin duda nuestros apoderados sienten preocupación. En algunas ocasiones, hemos tenido que dar término a la jornada anticipadamente, porque la seguridad no está dada, desde el punto de vista del trayecto a sus hogares”.
Pese a la tragedia, el mismo docente aseguró que para marzo estará operativa una escuela mudular que ayude a un retorno, que se espera sea pospandemia.
Hasta las camas
“No, no queremos hablar del incendio”, gritan desde un grupo de trabajadores en la incendiada escuela-internado Pedro Etchepare, que se ubica en Lanalhue. Una más.
Los fierros quemados de los catres de los niños, el aluminio que quedó de sillas y mesas, más los vidrios rotos en los pasillos, muestran una destrucción casi total de la estructura, recientemente reacondicionada.
Aquí si hubo reivindicación del ataque incendiario, que se dio en medio encendidas manifestaciones en el sector, a mediados de julio, y que se sumó al incendio de la escuela Cerro Negro de Tirúa y a la arremetida con bombas molotov a un vehículo blindado policial que resultó completamente quemado.
El lugar aún huele a humo y ceniza, todas las dependencias están sin techo, y de lo que queda, que no se robaron con el paso de los días, llama la atención una chimenea, ubicada en la oficina central del establecimiento, lo único que no sufrió daño.
Este internado también se ubica a poca distancia de la temida carretera que cruza la provincia de Arauco.
El “yanacona”
Seis personas están formalizadas por el asesinato a tiros de Eleodoro Raiman Coñuel, homicidio ocurrido el 29 de diciembre pasado, en el camping “Playa Blanca” de Contulmo.
Su hijo Juan Raiman, quien presenció el ataque del grupo de personas que querían sacarlos del lugar, por una supuesta reivindicación territorial, hoy está con protección policial en su casa, en la cual vive con su esposa, hijos y su madre, quien quedó viuda.
Raiman dice que en la zona le dicen “yanacona”, solo porque realiza trabajos para casas de no mapuches en el lugar, como fue en el caso del camping, donde fue asesinado su padre.
“A todos los que trabajamos así, nos dicen yanaconas”.
Esa noche, Raimán dice que al lugar llegaron “como cincuenta personas más o menos, todos encapuchados, y uno los conoce a ellos. Llegaron con armas, chuecas. Y nosotros, así, a mano limpia. Trabajando, no teníamos cómo defendernos”.
Añade que “mi papá, con mis hijos que estaban en recepción, ellos fueron los más afectados. No alcancé a socorrer a mi papá, llegué cuando estaba en el suelo”.
“Es bien fuerte para uno perder de un rato para otro al papá”, agrega Raiman, visiblemente triste por la reciente pérdida.
“Hoy con harto temor se sale al pueblo”, explica Juan, respecto del difícil clima que hay en la zona.
Tres o dos vehículos policiales se turnan para proteger a Juan y su familia en Contulmo.
Incluso, en el lugar hay una pieza que usan los efectivos policiales para tomar café e ir al baño y Juan y su familia deben decir siempre, donde van -si salen fuera de la casa-, un GPS siempre activo.
Tres baleados en la Ruta
La vocera de la Agrupación Paz y Diálogo del Bío Bío, Solange Etchepare, explica que en la zona hay un temor fundado desde hace 21 años, que no ha sido resuelto. Lo cual, se evidencia en la ruta.
“El temor es fundado en los hechos que han venido sucediendo hace 21 años”, explica la vocera.
“Tenemos tres personas que han sido baleadas en sus vehículos, dos de las cuales han resultado con lesiones menores, porque han tenido la suerte de tener los vehículos blindados en los vidrios y tenemos una persona que ha fallecido, que es de nuestra agrupación, que es Jorge Maulén”, agrega Etchepare.
Maulén fue baleado en el rostro en diciembre de 2018, mientras transitaba en la ruta hacia Tirúa, tras varias intervenciones quirúrgicas derivadas de dicho episodio, falleció en mayo del año pasado, de un paro cardiorrespiratorio.
La vocera de la agrupación exige al Gobierno un cambio de estrategia, que sea preventivo de las acciones violentistas.
“No hay estado de derecho”, añade.
Etchepare también alude a los árboles cortados en la ruta como estrategia previa a realizar acciones de violencia en la zona.
Igual piden la presencia del nuevo ministro del Interior en Arauco. Un viejo conocido, que los representó en el Senado, que cuestionó la labor del Ministerio Público en la zona y que como dijo tras asumir el cargo: “todos tienen derecho a vivir en paz”.