Miguel Gino Plana Zenteno recortó la fotografía que su colega de la Masonería -a quien llamaremos Sandra- mantenía en su perfil de Whatsapp. Luego la envió a un grupo y escribió: “Y esta, me hizo pebre anoche”.
Lo que Plana no se esperaba es que por error la imagen y el mensaje lo recibió precisamente Sandra, una joven guapa y menor que él. “Disculpa, me equivoqué”, escribió. Acto seguido recibió una respuesta: “¿Es broma? ¿qué te pasa?”
Lo particular, es que los hechos comienzan a desarrollarse en marzo de 2017 en una logia de la zona centro sur del país, cuando Sandra -semanas después del mensaje- decidió denunciar a Plana Zenteno, quien ostentaba por entonces el grado de “maestro”, uno de los más altos de la Masonería, para que fuera sancionado.
Casos como este de seguro abundan y es probable que el autor reciba un castigo inmediato de distinta índole: laboral, social, incluso corporal. Sin embargo, y pese que los preceptos de la Masonería buscan el progreso moral, intelectual y social de la humanidad, el “tribunal logial” de la zona ejecutó una estrategia para evitar que Plana Zenteno fuera sancionado. Se obviaron los plazos, se revictimizó a Sandra, entre otras violaciones al código de conducta masón.
La información aparece relatada en el informe que envió el Gran Maestro de la Logia de Chile, Sebastián Jans Pérez, a la Corte de Apelaciones de Santiago respondiendo al recurso de protección interpuesto por Plana Zenteno. La presentación de este último aludió a que se le aplicó una sanción, perdiendo de esta manera su calidad de miembro de la Orden Masónica. En simple, lo echaron en julio pasado.
En su escrito, Plana Zenteno argumentó que todo se trató de una “broma fácil de comprender” y de un “torpe mensaje” y que el castigo aplicado es arbitrario e ilegal ya que reconoció los hechos y se disculpó con la afectada.
Para resguardar la integridad de la víctima o algún detalle que pueda conducir a su identificación, este medio no publicará los documentos del caso.
Violencia de género
Más allá de la decisión de sacar de sus filas a Plana Zenteno, la respuesta de Jans Pérez al tribunal de alzada capitalino, revela la inédita severidad con que fue tratado el tema en Santiago.
“Siendo claros, el señor Plana pretendió jactarse de un supuesto logro de carácter netamente sexual con la joven, frente a uno o más destinatarios que de seguro son personas que la conocen a ella como asimismo su vinculación con la orden (…). ¿Qué otro sentido tiene anunciar “y esta? Me hizo pebre anoche”, se lee en el cuerpo del escrito.
Usando preceptos contra el machismo, Jan Pérez estimó que el agresor “cometió un acto de violencia de género, misógino, que dañó gravemente la honra y el prestigio de la joven(…) , al hacer jactancia de haber mantenido actos sexuales con ella, amplificando sus dichos con adjetivos que pudieran ser leídos, y retratarla como adelantada en dichas prácticas”.
No es todo, se consideró que Plana Zenteno ejecutaba este tipo de conducta como “una práctica habitual” (…) “y que no obedecen a ningún tipo de error”.
“La conducta machista y ofensiva del Sr. Plana dañó también a la orden masónica toda, en tanto nuestro prestigio se basa en las buenas prácticas, el amor al prójimo, la virtud de la caridad y el respeto irrestricto por la persona humana. Es así que no cualquier miembro, sino uno que detentaba la calidad de maestro masón (…) haciendo ver así a nuestra institución como poco confiable para quienes se relacionan externamente con ella”.
El documento, además detalló que el tribunal logial de la zona evitó el juzgamiento de Plana Zenteno, generando “la impunidad del recurrente”.
El asunto, dice Jans Pérez, es que el oprobio al que fue sometida la víctima, solo era “reparable” con la salida del aludido, basándose en las atribuciones de control ético.
El recurso está en plena tramitación y aún no existe fecha para los alegatos. Cualquiera sea el resultado, es probable que el caso termine en la Suprema. Todo dependerá, por cierto, del “Gran Hacedor”.