34 años y una carrera que podría quedar truncada. La actriz Jessica Mann pasa por uno de los peores momentos de su vida, con los reflectores sobre ella. No como en el plató de una película, donde toda artista sueña desmenuzar sus diálogos. Debe hacerlo en el juicio público contra el que la fiscalía estadounidense ha presentado como un “experto depredador sexual”.
El juicio contra el que fuera el poderoso productor de Hollywood, Harvey Weinstein, sigue lleno de contrastes desde que inició el pasado 6 de enero.
Se deja ver debilitado, o al menos eso refleja, a su ingreso a la sala en Manhattan donde es juzgado por violación y abusos sexuales contra varias actrices, entre estas Mann.
Tras varias semanas de inicio del proceso, el caso ha dado un giro de timonel que la defensa del productor se ha encargado de dirigir con toda agresividad.
El pasado lunes presentó mensajes por correo electrónico que según esta, comprobaría que la joven actriz tuvo una relación consensuada con Weinstein, la cual calificó más tarde de abusos y violación.
La lectura obligada que acabó con un ataque de pánico
Las frases con las que los defensores del productor buscaron desacreditar la acusación de Mann, son una carta importante, a juzgar por la forma en que la interrogaron durante 6 horas. Fue brutal, según describió el proceso la agencia de noticias France-Presse y estuvo a cargo de la jefa del equipo Donna Rotunno.
Entre lo descubierto en la bandeja de mensajes, figura el correo en el que Jessica Mann asegura: “Gracias por tu apoyo incondicional y amabilidad. Me has ayudado a creer en mí misma”. Fue escrito seis meses después de la supuesta violación en marzo de 2013.
Más frases fueron puestas en conocimiento del juez y del público, debilitando el argumento de la joven que el pasado viernes había expuesto el calvario que dijo haber vivido junto al denominado “titán de Hollywood”.
“Nadie me entiende tanto cómo tú”, figuraba en otro mensaje encontrado en los correos entre Mann y Weinstein.
En 2014, un tercer envío aludiendo a la sonrisa del productor y a sus “hermosos ojos”.
Todo lo leía en voz alta, obligada por la defensa. El punto de quiebre, llegó cuando leyó algo que ella misma le escribió a su exnovio, Eddy, refiriéndose a Weinstein:
“Me ofreció ayuda cuando mis padres no lo hicieron” y “Traté de que fuese un pseudo-padre. Me dio toda la validación que precisaba”.
El llanto la hizo suspender el relato y el juez de la causa decidió aplazar el proceso debido a lo que fue descrito como un ataque de pánico por la prensa en el lugar.
Fue un lunes difícil para la mujer, cuyo testimonio, sumado al de la exasistente de producción Mimi Haleyi, podría llevar a su presunto victimario a ser condenado a cadena perpetua por abuso sexual y violación.
Una relación con Weinstein porque “tenía mucho miedo”
Antes de que la defensa de Weinstein dejara debilitada a Mann a punta de interrogatorio y frases descubiertas para su presunto violador, la joven había declarado 3 días atrás acerca del suplicio vivido con el productor, que a ratos se presentaba abusivo y otros, todo un protector.
Una vitrina a la revictimización forma parte del juicio al hombre que se encarga de tomar notas sin levantar la cabeza y, en algunos momentos, negando con esta lo que su supuesta víctima va revelando. El llanto, la voz quebrada y la suspensión del proceso para dejarla tomar impulso, han sido parte de la situación.
Con dificultad para expresarse, el pasado 31 de enero relató que hace 7 años, Weinstein se instaló en el hotel de Manhattan donde ella se había alojado. Unos meses antes, había llegado a Los Ángeles donde debía dormir en su auto, persiguiendo su sueño de ser actriz.
Según su testimonio, la persecución quedó invertida. El productor alquiló otra habitación en el mismo hotel que Mann, pese a sus ruegos. “Entré en pánico (…) Yo sabía lo que estaba tratando de hacer”, dijo.
Weinstein la llevó a su alojamiento y “con voz de sargento, cortante y enojada” le ordenó que se desvistiese y la penetró.
Después, en el baño, la testigo vio en la basura una jeringa con un medicamento para mantener la erección. Dijo que no le contó a nadie lo sucedido porque le daba “tanta vergüenza”.
¿Por qué siguió la relación con Weinstein, la cual la defensa de este insiste en calificar de “cariñosa”?
“Tenía mucho miedo” (de Weinstein) afirmó, y “estaba preocupada por proteger al actor con el cual estaba saliendo (…) que era bastante conocido”.
“Yo lo veía como veía a mi padre (…) Mi padre tenía una ira similar”, dijo. Pero cuando lo conoció, sintió que recibía “una bendición de Dios” porque era maravilloso para su carrera.
Dos meses de drama y reveladores testimonios
Mientras se reanuda la etapa que quedó inconclusa, debido a la crisis que sufrió Mann, se vaticinan horas cargadas de mucho drama, en un juicio mediático. Con la primera denunciante, la exasistente de producción Mimi Haleyi de 42 años, quedaba evidenciado. Ella lo acusa de practicarle “sexo oral” en contra de su voluntad.
“Me abrazó y me manoseó”, dijo el pasado 27 de enero. Se refería al día en que tuvo que ir al departamento de Weinstein, en 2006, donde se supone que hablarían de una oportunidad laboral.
En el pasado, él ya la había invitado a viajes y hoteles, con intenciones que para ella eran más que evidentes.
“Durante todo ese tiempo (en su departamento) le dije que no quería nada de eso. Cada vez que intentaba levantarme, me volvía a empujar”. Lloró mientras recordaba el episodio. “Intentaba escaparme, pero me di cuenta de que no servía para nada. Me dije que ir a la policía no era una opción para mí”.
En total, 80 mujeres han señalado a Weinstein de abusos, pero en su mayoría los casos prescribieron.
Se refiere a que no contaba con una visa para trabajar en EEUU, ya que había llegado de Finlandia meses atrás.
Al igual que lo relatado por Mann, el miedo la paralizó y decidió no denunciarlo porque tenía “poder” y “contactos” en la industria.
Eso ha quedado atrás, porque el hombre poderoso de Hollywood, debe esperar a conocer su suerte judicial el próximo 6 de marzo, dos meses después de iniciado el juicio en su contra.
Los primeros días del proceso estuvieron enfocados en conformar el jurado, integrado por siete hombres y cinco mujeres, escogidos entre 600 neoyorquinos interesados en ser parte de este grupo.