Desde que se anunció la muerte de la reina Isabel II, los rumores en torno a Meghan Markla, la duquesa de Sussex, no se detuvieron, especialmente sobre si se le permitiría asistir o no al funeral de Estado.
El día llegó y la esposa del príncipe Harry estuvo presente tanto en el cortejo fúnebre como en la ceremonia que se realizó en la Abadía de Westminster, cerca del Parlamento británico, en Londres.
Meghan y Harry dieron un paso al costado como miembros de alto rango de la Familia Real, en enero de 2020, por lo que ya no son considerados en los estrictos protocolos.
De hecho, Harry no pudo utilizar su uniforme en el funeral, pesé a que excepcionalmente pudo hacerlo en la vigilia donde, junto a sus primos, custodiaron el sábado pasado el ataúd de la Reina.
En el funeral, Meghan Markle, usó un vestido negro con capa y un sombrero a juego, y caminó detrás detrás de la princesa de Gales Kate Middleton y sus hijos, George y Charlotte.