A través de los años, los Juegos Olímpicos no sólo han sorprendido con historias de superación e increíbles hazañas, sino que también con escándalos y controversias que han traicionado la deportividad que caracteriza a esta cita planetaria.
Ya sea por los incidentes en el partido de fútbol entre Argentina y Marruecos, por la contaminación en el río Sena o por la controversial participación de una boxeadora (Imane Khelif) que no pasó las pruebas de género, los Juegos Olímpicos de París 2024 no han estado exento de polémicas.
Unos escándalos que pasarán a ser la mancha de una cita que vela por representar y promover los valores del deporte. Sin embargo, a lo largo de los años, las Olimpiadas han tenido controversias aún más grandes que, pese a buscar que pasen al olvido, son recordadas como parte de la historia de esta cita olímpica. El lado B.
Hungría vs. URSS: el ‘baño sangriento’ de Melbourne 1956
La cara ensangrentada del waterpolista húngaro Ervin Zador es una de las imágenes más icónicas de los JJ.OO. y que dio cuenta de una batalla donde había mucho más en juego que sólo lo deportivo.
Hungría y la Unión Soviética se enfrentaron en la quinta fecha de la liguilla de waterpolo en Melbourne 1956, justo después de la invasión de la URSS en tierras húngaras. La aversión que se tenían ambos equipos por estas disputas políticas se palpaba en el ambiento previo al encuentro, siendo visto como una oportunidad de venganza o reivindicación.
Las opciones a la medalla de oro que ambos elencos tenían pasaban a segundo plano y lo que se vivió en aquella piscina australiano no volvió a repetirse nunca más en la historia.
El partido fue una oda a la antideportividad y a la violencia. Y es que hubo más golpes que goles y más jugadores acusando puñetazos que celebrando, aunque la peor parte se la llevó Zador, el héroe húngaro que permitió el triunfo 4-0 sobre la Unión Soviética.
Con el compromiso casi terminando, el soviético Valentin Prokopov se acercó a Zador y le propinó un derechazo en su rostro, que empezó a sangrar de inmediato. Una violenta reacción que generó una pelea dentro de la piscina, que comenzó a teñirse de líneas rojas de sangre.
La policía australiana tuvo que intervenir para detener la trifulca entre jugadores húngaros y soviéticos, y el encuentro tuvo que ser suspendido a minutos del final.
El triunfo de Hungría le permitió encaminarse hacia la final y dejar a la URSS sin opciones de medalla de oro. Para mayor disfrute, el combinado húngaro logró el campeonato olímpico tras imponerse a Yugoslavia. La fiesta era total, aunque este equipo nunca fue recordado por su destreza en el waterpolo, sino que sólo por la cara ensangrentada de Zador.
El florete mágico de Boris Onischenko
Con la Unión Soviética en lo alto del deporte olímpico, Boris Onischenko llegaba a la prueba de pentatlón moderno de los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 como uno de los grandes favoritos tras haber conseguido la medalla de plata individual y la de oro por equipos en Múnich 1972.
La competencia era dura, pero tanto los expertos como los fanáticos apostaban por ver a Onischenko en lo más alto del podio. Pese al apoyo y a la validación de los especialista, el atleta soviético no tenía tan clara su victoria y, posterior a la prueba, pasó de ser leyenda del deporte a leyenda de la trampa.
Una artimaña que llevó a cabo en la prueba de esgrima contra el británica Jim Fox, fue entonces cuando Onischenko no pasó desapercibido por su oponente, que veía como el marcador del soviético crecía aceleradamente cada vez iba por la disputa de un punto. Pero, ¿qué fue lo que alertó a Fox? El hecho de que el florete de su rival no lo tocaba y, aún así, sumaba y sumaba su contador.
Una situación que no sólo fue alertada por Fox, sino que también por los árbitros, quienes hicieron caso a los reclamos del británico y revisaron el arma del representante de la URSS tras finalizar el encuentro. Las conclusiones significaron todo un escándalo para la época. Onischenko había hecho trampa.
El atleta soviético modificó su espada incorporándole un pulsador que él mismo apretaba cada vez que se acercaba a su contrincante, con el objetivo que simulara que lo había tocado con el florete.
Las sanciones fueron duras para Onischenko, quien recibió el desprecio de los fanáticos soviéticos y del propio Comité Olímpico de aquel Estado. Fue expulsado de todas las disciplinas y nunca más volvió a competir a nivel internacional.
Marion Jones y su confesión de dopaje que la hizo perder cinco medallas
En Sídney 2000, la estadounidense Marion Jones se proclamó como una de las grandes reinas de la velocidad tras colgarse tres medallas de oro (100, 200 y relevos 4×400) y dos de bronce (salto de longitud y relevos 4×100). Una performance que la convirtió en estrella en aquellos Juegos Olímpicos.
La deportista quería revalidar su corona en Atenas 2004, pero el doping positivo de su pareja, el también atleta C.J. Hunter, salpicó a Jones y los rumores de que ésta consumía sustancias ilegales comenzaron a circular rápidamente. Es por esto que, previo a su nueva participación olímpica, el Comité Olímpico decidió reanalizar las muestras de Sídney 2000, descubriendo THG en las pruebas de la estadounidense.
Tras los resultados, su presencia en Atenas quedó completamente descartada y no tuvo la oportunidad de defender su oro en la pista. Sin embargo, este castigo no fue el único revés que sufrió la corredora, de quien se empezaron a hacer acusaciones públicas de dopaje cada vez que ésta se presentaba en una competición. Su imagen ya había sido dañada.
En 2006, logró reponerse a una lesión y a su revés en los JJ.OO. y logró un segundo lugar en la clasificación mundial en los 100 metros planos con un tiempo de 10,91 segundos. No obstante, Jones volvería a ser envuelta en un caso de doping positivo tras unas muestras que le descubrieron EPO en su organismo, aunque el contraanálisis arrojó que se trataba de un error.
Pese a ello y ya cansada de las constantes acusaciones en su contra, la atleta nacida en Los Ángeles confesó haberse dopado en Sídney 2000, lo que trajo consigo una suspensión por dos años y tener que devolver las cinco medallas obtenidas en la cita australiana. Por su parte, Jones anunció su retiro definitivo del deporte al mismo tiempo que la Federación Internacional de Atletismo ordenó que los resultados de todas las competiciones que disputó desde septiembre del 2000 quedaran nulos, teniendo que entregar todos los premios que consiguió en dichos torneos.
“Les pido que me tengan compasión como ser humano que soy. Es con gran vergüenza que estoy delante de ustedes para decirles que he traicionado su confianza… Decepcioné a mi familia, decepcioné a mi país y me decepcioné a mi misma. Les pido perdón por mis acciones y espero que en sus corazones lo puedan hacer”, expresó con angustia la deportista en las afueras de la Corte, luego de ser sentenciada a seis meses de prisión y dos años de libertad condicional.
Vanderlei de Lima y la vez que un aficionado le ‘arrebató’ el oro
En Atenas 2004, el exmaratonista brasileño Vanderlei de Lima se perfilaba para colgarse la medalla de oro y convertirse en campeón olímpico de su disciplina. Tras largos minutos de carrera, el atleta sudamericano estaba en el primer lugar a falta de seis kilómetros -aproximadamente- del final, pero su camino a la gloria se vio entorpecido por un exsacerdote irlandés.
Con buen ritmo y a paso firme, De Lima sufrió el recordado empujón del fanático Cornelius Horan en plena competencia, quien se abalanzó sobre el deportista y lo derribó hacia el borde de la carretera, donde se encontraba toda la multitud, impávida y sorprendida por esta interrupción fuera de todo protocolo.
De acuerdo a las diversas versiones de quienes presenciaron este controversial suceso, un aficionado griego fue el responsable de apartar al espontáneo irlandés, levantar al corredor brasileño y darle ánimo para que se mentalizara en finalizar la carrera.
Luego del incidente, no se volvió a ver al Vanderlei de Lima que segundos atrás lideraba la maratón, perdiendo notoriamente el ritmo y la confianza. Apenas minutos después, el sudamericano fue superado por el italiano Stefano Baldini y el estadounidense Mebrahtom Keflezighi, pese a ello, el atleta superó el shock que le produjo el ataque y, con los brazos en alto y con una sonrisa de oreja a oreja, llegó a la pista olímpica para celebrar su tercer lugar por todo lo alto.
Siempre estará la incógnita de qué hubiese pasado si el atleta brasileño nunca se hubiera topado en el camino con esta religioso europeo -que después se supo que se dedicaba a interrumpir grandes eventos deportivos-, pero su legado no se vio truncado. Y es que, además de ser galardonado con la medalla al mérito Pierre de Coubertin por su espíritu olímpico, doce años más tarde, De Lima fue el encargado de encender la antorcha olímpica en la ceremonia inaugural de los JJ.OO. de Río 2016.
Cabe consignar que el Comité Olímpico de Brasil reclamó la medalla de oro para su deportista, sin embargo, esta nunca fue concedida.
La patada en la cara a un árbitro que costó una expulsión de por vida
Con una increíble destreza, potencia y técnica como principales características, Ángel Matos afrontaba Pekín 2008 como una de las figuras más prominentes (candidato a medalla de oro) de Cuba. Y es que, su gran cantidad de medallas en campeonatos panamericanos y su presea dorada en Sídney 2000, lo convertían en uno de los participantes más temidos en el taekwondo.
El deportista cubano cumplió con las expectativas puestas en él y, con su estilo agresivo, se instaló en la definición por el bronce frente al kazajo Arman Shilmanov. Ya con 31 años en su espalda, esta cita en China podía ser su última oportunidad para subirse a un podio olímpico, sin embargo, le puso punto a final a su exitosa carrera ahí mismo en el tatami y de la peor manera posible.
Luego de que su oponente fuera declarado ganador, Matos no pudo contener su frustración y enojo ante la decisión arbitral, y su violenta reacción sorprendió a todos los asistentes; le pegó una patada en la cabeza a uno de los jueces.
Un reprochable acto de violencia que fue captado por las cámaras de Pekín 2008 y transmitido en vivo por distintas cadenas televisivas de todo el mundo. Nadie lo podía creer. La decisión de la Federación Mundial de Taekwondo (WT) fue tan repentina como la reacción del cubano y no tardó en emitir un comunicado oficial condenando su actitud antideportiva que, como consecuencia, derivó en una suspensión de por vida.
La carrera de Matos se acababa de forma abrupta. El deportista sudamericano no pudo competir nunca más y no sólo se le negó la posibilidad de subirse nuevamente al tatami en un campeonato oficial, sino que su acción provocó el repudio generalizado de la comunidad deportiva. A día de hoy, todos se acuerdan de la patada al árbitro como uno de las grandes manchas de las Olimpiadas de Pekín.