La selección de México se tomó la revancha de la fase de grupos ante Japón, le devolvió la moneda de aquella derrota, y con un par de acciones a balón parado en la primera mitad y otra en la segunda, aseguró la consecución de la medalla de bronce de los Juegos de Tokio 2020.
Un penal transformado por Sebastián Córdova y un par de testarazos de Johan Vásquez y Alexis Vega, tras una falta y un córner botados por el propio Córdova, sellaron el acceso al podio olímpico del ‘Tri’ por segunda vez en su historia tras el oro logrado en Londres 2012.
El seleccionador mexicano, Jaime Lozano, se cobró de paso una revancha familiar personal. Hace 53 años su padre perdió en el estadio Azteca ante Japón el partido por el tercer puesto y en esta ocasión su hijo consiguió que la selección se cobrara la deuda pendiente con la historia.
El pasado 25 de julio el conjunto azteca perdió por 1-2 tras encajar dos dianas en los primeros minutos. El conjunto de Lozano demostró haber aprendido la lección y cambió el decorado. Asimiló mejor el hecho de caer en los penales ante Brasil en la semifinal y acabó con el sueño nipón, que sucumbió a última hora de la prórroga ante España con un tanto de Marco Asensio.
El cuadro mexicano fue mucho más eficaz y superior durante todo el encuentro salvo en el último tramo. Firme atrás, apenas concedió de entrada a un alicaído rival, y en ataque aprovechó sus opciones para vencer.
La primera llegó a los 13 minutos con el penal decretado por el etíope Bamtaku Tessema Weyesa, cuando Alexis Vega entraba en el área y validado por el VAR, y con un perfecto lanzamiento de falta.
Córdova colocó junto al palo el tiro desde los once metros y engañó a Kosei Tani, y botó antes de la media hora un libre directo medido a la cabeza de Vásquez. Dos auténticos golpes en la línea de flotación del conjunto dirigido por Hajime Moriyasu, que había comenzado un tanto dormido.
México había hecho valer su mayor contundencia. Y lo siguió haciendo. Supo administrar el resultado. Su trabajo en la medular y su concentración atrás dificultó que el juego combinativo produjera excesivo peligro ante Guillermo ‘Memo’ Ochoa, salvo cuando aparecía el madridista Take Kubo, que trató de tomar la responsabilidad en busca de la remontada.
Se desperezó Japón con el paso de los minutos. Pero tardó demasiado, cuando ya la ventaja de México era clara, y lo hizo de forma un tanto liviana, demasiado poco para lo asentado y lo bien armado que estaba el bloque de Lozano, que solo peligró con un remate de cabeza de Ritsu Doan.
Los mexicanos dieron la puntilla casi de inmediato con el cabezazo de Vega al rematar un saque de esquina lanzado por Córdova, justo después de que se produjera la única noticia negativa, la retirada del bético Diego Láinez por lesión en su pierna izquierda.
Los intentos de Kubo y compañía fueron fuegos de artificio. Moriyasu movió el banquillo en busca de la reacción, pero lo que se pudo encontrar fue una goleada de haber entrado los disparos de Uriel Antuna, el relevo de Láinez, y Henry Martín.
Aunque la diferencia era amplia no se le puede negar a Japón sacó su orgullo y trató de cerrar su torneo con una mejor imagen. Sabía que si marcaba un tanto relativamente pronto podía entrar en el partido y meter presión al conjunto mexicano. Se lo negó el eterno ‘Memo’ Ochoa con una parada por abajo a Ayase Ueda y con por alto a Koji Miyoshi, que habían salido de refresco.
México vivió sus peores momentos del encuentro. Dio aún más aire a sus rivales, relajó el armazón y otro sustituto del cuadro nipón, Kaoru Mitoma, encontró la recompensa a la lucha de su equipo para, tras una buena acción personal, acortar distancias, a falta de doce minutos para el final.
Lo que era un partido plácido para los hombres de Lozano se le complicó más de lo debido. Japón forzó aún más la máquina. Reo Hatate y Mitoma rozaron el segundo tanto japonés, lo que hubiera supuesto un giro de tuerca y hubiera convertido los últimos instantes en una auténtica zozobra para México, que, para su fortuna, pudo celebrar al final el triunfo y un bronce de gran valor.