La Dra. Amanda Céspedes es una neuropsiquiatra
infantil conocida en el área y creadora de la Fundación Educacional Amanda, que se enfoca en la educación, la salud integral y la protección de derechos de los niños, desde la comprensión del desarrollo cerebral y de la evolución de la mente infantil.
En estos tiempos de coronavirus, la experta se ha referido -en la revista chilena Sonríe Mamá y Familia– a los problemas que enfrentan los estudiantes en todo Chile y el mundo, que se han visto obligados a tomar clases online desde sus hogares, debido al alto riesgo para su salud que implica ir al colegio u entidades de Educación Superior.
Al respecto, ha afirmado que este desafío es muchísimo más difícil de enfrentar para los niños de Enseñanza Básica, en especial aquellos menores de 10 años, que para los adolescentes y universitarios.
Y no sólo debido a que no todos cuentan con conexión a internet y computador adecuados para trabajar desde sus hogares, lo cual también es una gran complicación, sino que por motivos cognitivos.
“Progresar en el currículo escolar tiene características diferentes en las distintas edades y tramos escolares. En una entrevista reciente para CNN, la directora de Educación Pública, Alejandra Grebe, admitió que lo más difícil será para los niños de 1° y 2° básico. Esto podría sorprender a muchos, ya que se estima que a medida que el alumno avanza en los grados escolares, va enfrentando exigencias cada vez mayores. En realidad, es todo lo contrario. Y esto se explica desde el conocimiento del cerebro en desarrollo”, relata la especialista a Sonríe Mamá y Familia.
Y detalla el porqué: “Aprender escolarmente es muy trabajoso, y es muy arduo en los primeros grados escolares, cuando todo es nuevo y difícil. Aprender es establecer una red neuronal en la corteza cerebral o ampliar redes ya existentes. Después de los 15 años es probable que la gran mayoría de los aprendizajes consista en la ampliación creativa de redes neuronales preexistentes”.
“Entre 1° y 4° año básico, los aprendizajes de habilidades y de contenidos son nuevos, novedosos y desconocidos. Exigen al niño crear redes neuronales nuevas, lo cual demanda un enorme esfuerzo. Son procesos internos que movilizan toda la mente del alumno y que, además, no son solo un proceso cognitivo, como se tiende a creer. Aprender a leer es crear una fascinante y compleja red en la corteza cerebral. Comprender lo que se lee es crear otra red e integrarla con la anterior. Comprender el complejo universo de los números y razonar deductivamente exige crear dos redes compuestas por millones de neuronas e integrarlas con las otras redes. Y así hasta el infinito”, acota.
Además, expresa que para poder aprender se usa la corteza cerebral consciente -la mente intelectual-, pero que esa “debe ser indispensablemente encendida desde lo profundo, desde el mundo de las emociones”.
Por eso se dificulta tanto la enseñanza en este contexto de crisis: “Se requiere curiosidad, expectativa, pasión, sosiego, libertad, conexión profunda con la interioridad. ¿Cómo podemos pretender que nuestros niños, encerrados, sometidos al bombardeo continuo de los medios de comunicación hablando del Covid-19 y conviviendo con adultos ansiosos, atemorizados, rabiosos, impulsivos e impacientes, puedan aprender para dar exitoso cumplimiento al currículo escolar 2020?”, sostiene.
Y recalca que “pretender que niños de primer ciclo básico realicen en casa un trabajo académico conducente a cumplir con los objetivos del currículo de este año, no es realista. Es probable que los chicos mayores de 12 años pertenecientes a estratos socioeconómicos medios y altos, con buena conectividad a internet, logren trabajar en casa si las actividades son motivadoras y les sirven para alejar de su mente la preocupación y el disgusto frente al encierro (…) Pero los más pequeños, enfrentados a aprender contenidos con muy diversas habilidades de escolarización, pero con el mismo profundo miedo e inseguridad ante lo que está ocurriendo, no podrán cumplir el sueño de asimilar un exigente currículo desde sus hogares”.
Pocos padres están preparados para enseñarle a los niños en casa
La Dra. Amanda Céspedes narra en Sonríe Mamá y Familia que cuando los niños son menores de 10 años, es vital que aprendan acompañados de un profesor preparados para enseñarles y muy pocos padres pueden realizar esa tarea con éxito.
“Nos pasamos la vida creando redes, modificando las que ya teníamos, reinventando hasta el infinito nuestro cerebro. Estrictamente hablando, los primeros 4 años de la educación básica deberían estar dedicados a crear redes. Y esta tarea necesita de manera imprescindible el acompañamiento del profesor, en una labor fascinante llamada andamiaje”, explica.
“Acompañar a los niños a aprender, especialmente a los más pequeños, es un arte que pocos adultos dominan. Es mucho más sencillo arruinar una instancia de trabajo académico en casa que facilitarla. El error más común es la impaciencia. El adulto intenta apurar el trabajo, normando e imponiendo como si aprender fuese una carrera contra reloj”, añade.
La situación empeora porque los niños probablemente también han sido afectados por esta crisis. “Ellos desean salir a jugar, ver a los amigos, correr, todas las actividades que son la esencia de la niñez. Llama la atención que en la ordenanza acerca de la cuarentena total se autorice a pasear a las mascotas, pero nada se menciona respecto a poder llevar a los niños a dar una vuelta a la manzana”, dice.
Consejos para los padres
Uno de los consejos principales que entrega la neuropsiquiatra a los padres es que establezcan una rutina durante el encierro.
“Mantener rutinas forma parte de una mente ordenada; y la mente ordenada tiene un impacto mucho mayor en los logros de todo tipo (intelectuales, deportivos, de liderazgo) que el llamado cociente (coeficiente) intelectual. Esta cuarentena es un tiempo ideal para establecer y cumplir rutinas, que consisten en planificar el tiempo distribuyendo actividades y tareas cotidianas”, instruye.
Asimismo, pide ser creativo, proponiendo diferentes actividades que estimulan el intelecto en los niños. Algunas sugerencias de la experta son:
-Cuidar el lenguaje adulto: en la última década, el lenguaje de muchos jóvenes y adultos se ha envilecido (se emplean chilenismos ofensivos y abierta coprolalia, es decir, lenguaje grosero) y el léxico (vocabulario) se ha ido empobreciendo. El Covid-19 llegó para invitarnos a poner atención a nuestro lenguaje tanto cuando hablamos entre adultos como cuando nos dirigimos a los niños.
-Aprovechar de leer en familia todos los días: podemos elegir una hora y un lugar y dedicar unos 15 minutos a leer por turnos. Luego, conversamos acerca de lo leído. La mejor manera de invitar a los chicos a leer es que los adultos lean en casa.
-Cocinar en familia: es una estupenda instancia para practicar matemáticas, enriquecer el léxico y el pensamiento estratégico (primero hacemos esto, luego lo otro, etc.).
-Juegos de mesa: como bachillerato, carioca, damas, ludo, tablero chino, entre otros, ayudan a enriquecer lo intelectual.
-Actividades varias, como conversar, cantar, bailar y ver programas educativos en familia es preparar a los chicos para un regreso a clases con flamantes recursos emocionales e intelectuales.