El 22 de mayo de 1991, en el Estadio Monumental se enfrentaron Colo Colo y Boca Juniors por el duelo de vuelta de las semifinales de la Copa Libertadores, un partido plagado de tensión y que tuvo su punto más álgido a los 82 minutos, tras el segundo gol de Rubén Martínez y el 3-1 definitivo.
La calentura de los argentinos por provocaciones durante el partido, presencia de hinchas en la cancha y un tanto que gritan más de 60 mil personas desata una impactante gresca.
Se ven golpes, escupos, carabineros intentando controlar la situación y, entremedio de la trifulca, un perro salta que a la fama: Ron.
El can formaba parte de la camada presente en el Monumental donde también estaban Jack, Mister Chips, Pola, Nerón, Laika y Bucky. “Era un perrito alegre y juguetón”, confesaba entonces su instructor del Séptimo Escuadrón de Suboficiales de Carabineros.
Sin embargo, el enardecido ambiente afectó a Ron quien, en medio de la masiva trifulca, se separó de su cuidador y clavó sus dientes en el trasero del ‘Mono’ Carlos Navarro Montoya, portero de Boca.
“Me raspó la nalga y me dieron dos puntos. Zafé porque me tiré para adelante. Estaba peleando con alguien y percibo que me habían soltado el perro, que tiró el tarascón”, recordó el retirado guardametas trasandino hace un par de meses.
Ron apareció en portadas y se ganó el cariño de los hinchas, que cada vez que podían preguntaban por él a los carabineros que trabajaban con canes y lo recuerdan cada 22 de mayo.
Un año y medio después de su momento de fama, el 5 de diciembre de 1992, un paro cardíaco cobró la vida del cuadrúpedo, cuyos restos descansan en el cementerio canino del cerro San Cristóbal.