Anamaría se atendía en el Hospital San José, en Independencia, desde 2011. Tiene artritis reumatoide generalizada, fibrosis y efisema pulmonar. Sin embargo, tras más de una década, debió ser derivada al Hospital del Tórax porque necesitaba un medicamento que nunca le entregaron en el San José. Sólo se atiende una vez al año. A veces, como en pandemia, pueden pasar periodos más prolongados sin tratarse su enfermedad. No porque no quiera, sino porque no la llaman.
—Hay que esperar a que avancen las listas de espera. En ocasiones, para lograr atención hay que estar insistiendo, porque ellos muchas veces no llaman —dice resignada.
En su caso necesita a dos especialistas que la controlen: un broncopulmonar y reumatólogo. Según ella, el primero avanza más rápido. El segundo, experto en articulaciones y huesos, aparece tarde, mal y nunca.
—Me atiendo una vez al año y con diferentes médicos. Sólo revisan la ficha y te ven. Las atenciones duran entre 10 y 15 minutos.
Su enfermedad la cubre el GES (o AUGE). Eso significa que su caso engrosa las 85.923 garantías de oportunidad retrasadas que marcaron este año las listas de espera a nivel nacional. Y peor aún, el Hospital San José, donde se atiende, integra el Servicio de Salud Metropolitano Norte, el que suma más demoras.
Pero en total, este año las listas de espera marcaron un nuevo récord. La cifra a junio de este año —que incluye la lista No GES— llegó a casi 3 millones de casos. De ese total, un 87,5% corresponde a consultas para una nueva especialidad: personas que necesitan que un doctor especialista las revise. El 12,5% restante es gente aguardando alguna intervención quirúrgica.
En otras palabras, de los 29 Servicios de Salud que existen a nivel país, 24 de ellos empeoraron sus cifras. Eso al menos en la lista No GES. En simple, pacientes que en su mayoría esperan por operaciones en traumatología, digestiva o dermatológica. ¿Los sectores más afectados? El Servicio Metropolitano Sur Oriente, O’Higgins, Maule y Araucanía Sur lideran con los peores registros.
El informe oficial de la Subsecretaria de Redes Asistenciales ―al que accedió BBCL Investiga― también detalla que durante 2023 murieron 17.022 personas que estaban en lista de espera No GES. El 93,34% esperaba ser atendido por un médico especialista y el 6,66% para una intervención quirúrgica. La mayoría eran adultos sobre 64 años.
Garantías a la lista
Anamaría dice que las atenciones broncopulmonares son un poco más expeditas. Le aplican exámenes de sangre y radiografías. Lo compara con los especialistas de reumatología, donde sólo se resigna a que avancen las listas de espera. Fácilmente puede —y lo ha hecho— quedarse esperando meses y meses que se mueva algún nombre de la nómina hasta que sea su turno.
Explica que en el Hospital San José abren las horas la última semana del mes anterior, y si no alcanzas, te quedas sin nada. Aunque a veces, se puede insistir mucho y conseguir algo por agotamiento.
—En reumatología siempre te piden exámenes de sangre y generalmente te dicen que está todo bien. Pero el deterioro de mis manos, pies y mis articulaciones en general es muy notorio —afirma.
Por la artrosis que tenía en 2011 la derivaron al Hospital San José. Entre los medicamentos que le recetaron estaba el metrotexato. A los años de consumirlo dice que comenzó con ahogos y cansancio. Fue a un broncopulmonar particular y le confirmó que tenía fibrosis, la que había sido provocada por el consumo del fármaco.
—Esa es otra de las problemáticas que existen. Que los médicos de distintas áreas no tienen comunicación. Yo una vez que fui informada por la broncopulmonar particular, avisé a un médico reumatólogo del San José y me dijo que eso era imposible.
Ahora es dependiente de oxígeno 24/7. Cada uno de sus pulmones tiene 70% de daño. Aunque a veces no la atiendan, sí le renuevan su receta cada seis meses. Lo único que sabe es que cada día que pasa y no la atienden, está peor. Siente que va muriendo de a poco. Y su realidad se suma a los 85.923 casos tardíos que existen en Chile.
Esto se traduce en que las garantías de oportunidad han aumentado en los últimos cinco años en un 11,1%. Según cifras del Ministerio de Salud, hay 2,4 millones de garantías en total. El 95% se cumplió, lo que deja un 3,58% de retrasos. O sea, los 85.923 casos. Y todos esos, tienen un promedio de 140 días de espera (ver imagen).
Dentro de ese porcentaje que ellos llaman “cumplimiento” también están las atenciones exceptuadas (no se pudieron entregar), las incumplidas atendidas (se entregó fuera del plazo) e incumplidas no atendidas (no se hicieron).
Adultos mayores a la cola
Al 30 de junio de 2024 existen 16 Servicios de Salud que aumentaron sus prestaciones retrasadas, sobre todo el Metropolitano Norte (10.546), O’Higgins (9.239), Araucanía Sur (6.630) y Viña del Mar-Quillota (6.610).
El director de este último servicio, doctor Antonio Infante Barros, explica a BBCL Investiga que existen múltiples factores por las cuales tienen una de las tasas más abultadas de retrasos. Principalmente, la alta rotación de directivos, tanto en el Servicio de Salud, como en el Hospital San José, que pertenece a esta red y donde se atendía Anamaría.
—Eso lleva a una atomización de equipos. A falta de colaboración. A una desvinculación entre la red de atención primaria y el hospital. Y si uno se fija, los principales crecimientos o los principales atrasos están justamente en áreas en que la conversación entre el nivel primario y el hospital es fundamental, como es otorrino, oftalmología, ginecología y traumatología— detalla.
Si bien esos cuatro servicios acumulan la mayor cantidad de retrasos en la lista GES, son otros los que tardan más días en atender. Por ejemplo, Aconcagua tiene un promedio de demora de 269 días. Arauco de 221 días y Chiloé de 193.
Sólo la región Metropolitana concentra el 33,7% de las garantías de oportunidad GES retrasadas. Y el 61% son mujeres. La población más afectada son los mayores de 80 años. Y las prestaciones que más requieren —y por la que deben esperar más de 145 días— son diabetes tipo 2 y cataratas. Así también los vicios de refracción, la retinopatía diabética y la hipoacusia bilateral.
Mendigar por una atención
Arturo Matamala fue al Hospital Hernán Henríquez Aravena de Temuco un lunes de octubre por la mañana. Tenía una hora con el traumatólogo porque le duelen las piernas. A veces no puede ni caminar. El médico le dijo que no podía hacer mucho, que tenía que revisarlo un cardiólogo porque lo suyo era un problema vascular.
Arturo lo sabe. Lleva dos años esperando que lo revise un cardiólogo en el mismo hospital.
—No sé qué hacer, estoy desesperado porque no puedo caminar y estoy propenso de que me puede pasar algo —expresa.
Supone que a lo mejor tiene las arterias tapadas. Todavía no pasa de la interconsulta para saber con claridad por qué le duele el pecho y las piernas.
—¡Es terrible! ¡Terrible! Tener que estar aquí mendigando para que lo vean a uno, porque la medicina es muy cara… ¡Y yo con 75 años! Si no puedo ni caminar a veces.
Arturo engrosa la lista No GES, donde también la tendencia solo es al alza. A junio de 2024, las personas que requieren a un especialista alcanzaron los más de 2,5 millones de casos, con un promedio de tardanza de 360 días. En otras palabras, la gente espera un año completo para ser llamado para una revisión médica. En algunos casos mucho más. En el Metropolitano Norte, que una vez más encabeza la lista, tiene un promedio de espera que bordea los 699 días. En Araucanía Sur —donde se atiende Arturo— 519. Y en Arauco, 429.
—Son cifras extraordinariamente doloras. Pensar que una persona va a estar esperando casi dos años para conseguir una consulta nueva de especialidad, es doloroso —asume el propio director del Servicio de Salud Metropolitano Norte.
Dicho de otra forma, existe un incremento de 11,1% a nivel nacional que se traduce en que 368 mil personas necesitan de un oftalmólogo; 260 mil de un otorrinolaringólogo; y 176 mil mujeres de un ginecólogo, casi la misma cantidad de quienes requieren de un traumatólogo. Otro de los especialistas que más buscan es urología, cardiología y cirugía general.
A esto se suman las atenciones odontológicas que ya acumulan más 490 mil. Rehabilitación oral y ortodoncia lideran esa lista. Más atrás viene endodoncia.
Vladimir Yáñez Méndez, director del Servicio de Salud Araucanía Sur, argumenta en conversación con este medio que si bien tienen una de las más altas listas de espera, también es uno de los servicios más grandes del país. A su vez, están dentro de los que más han aumentado su capacidad productiva que llegó a un 30%.
—Nosotros como Servicio de Salud tenemos un solo hospital de alta complejidad que se hace cargo también de la demanda y la necesidad que tiene Araucanía Norte y la provincia de Malleco. Y es también necesario decir que nos hacemos cargo en algunas especialidades de lo que ocurre en la macrozona sur de nuestro país.
Para él, esto requiere de una mirada más integral, sobre todo considerando que siete comunas de la región tienen más del 40% de pobreza multidimensional.
Operaciones que no llegan
El caso es similar para las más de 365 mil personas que urgen de una intervención quirúrgica. El 58,8% son mujeres.
O’Higgins lidera el ranking con 35.008 operaciones dilatadas. Le sigue el Maule (27.097), Araucanía Sur (21.417) y Metropolitano Sur Oriente. Aquí es donde en 24 de los 29 Servicios de Salud experimentaron aumentos. Un incremento del 15,9%.
Son las operaciones traumatológicas las que tienen mayor volumen. Después la cirugía digestiva, dermatología y ginecología.
El director del Servicio de Salud O’Higgins, Jaime Gutiérrez, aclara que las principales falencias que influyen en que tengan las tasas más altas de demora son la falta de especialista en la región, la dispersión geográfica y la alta demanda, sobre todo en el Hospital Dr. Franco Ravera Zunino que concentra las atenciones de mayor complejidad y tiempos de espera.
En este mismo servicio, la mayor cantidad de intervenciones quirúrgicas en espera, al mes de junio, se concentra en traumatología (9,657), cirugía digestiva (5,247) y dermatología (4,127).
—En traumatología el promedio de espera se incrementa debido a procedimientos complejos, como las prótesis de rodilla, que no están incluidas en el GES. En el último tiempo se han resuelto quirúrgicamente casos de larga data, logrando reducir la mediana de espera de 588 días en junio a 438 en julio. Además, los hospitales de mayor complejidad han implementado iniciativas en horario inhábil para operar otras patologías traumatológicas, como manguito rotador y túnel carpiano, lo que contribuye a reducir la lista de espera —manifiesta Gutiérrez.
Dice que crearon un convenio con la Universidad de Santiago de Chile (USACH) para que becarios puedan ayudar en el área de dermatología. Según sus cifras, sus pabellones aumentaron su productividad en un 11% que se traduce en 450 operaciones. Su director lo precisa:
—El Gobierno Regional de O’Higgins ha destinado recursos para reducir las listas de espera quirúrgicas no GES en las especialidades de Neurocirugía y Traumatología. Esta inversión, superior a dos mil doscientos millones de pesos, busca resolver cirugías de alta complejidad que afectan a pacientes con patologías específicas.
Morir esperando
María Cristina Iturra sufre de crisis de pánico. Tiene 62 años y lleva seis meses esperando que le den una hora psiquiátrica en el Hospital Hernán Henríquez Aravena de Temuco. También tiene artrosis.
Sus síntomas empezaron después de tener que cuidar a dos personas con cáncer que murieron. Llegó a urgencias con diferentes patologías sin saber bien qué era. La iban a operar por una hernia. Luego del apéndice. Finalmente detectaron que todo era mental.
—Ahora estoy esperando la hora psiquiátrica. ¡El día de la corneta me va a llegar! He venido para acá y me dicen que tengo que seguir esperando —manifiesta molesta.
Conoce de cerca lo que son las listas de espera. Aparte de vivirlo en carne y hueso, su cuñado, que también se atendía en Temuco, murió de un cáncer de próstata. Se quedó esperando una operación en el hospital por más de un año.
—Lo llamaron cuando el caballero había fallecido. ¿Se da cuenta la burla? Recién ahí dijeron que había una operación para él.
María a veces va al hospital a retirar medicamentos y pasa a la ventanilla para insistir o preguntar por su hora médica. Le responden que tiene que esperar porque están viendo temas de urgencias.
—Si uno no tiene un pituto… ¡Olvídese! Se muere esperando.
Uno de los apartados que tiene el último informe del Ministerio de Salud son los fallecidos en lista de espera, que en la nómina No GES, llegó a 17.022 personas.
En la lista GES los fallecidos con causas pendientes ascienden a 2.749, en las que el 89,5% se concentra en adultos mayores de 60 años. La mayoría de ellos eran de la región Metropolitana y otro tanto de Viña del Mar-Quillota. De esta cifra, al menos el 20,11% se catalogó como “posiblemente asociada” su enfermedad con la demora y posterior muerte. O sea, 616 pacientes murieron —”posiblemente”— por falta de una atención.
El otro resto que murió sin recibir atención solicitaba, en su mayoría, ayudas técnicas u órtesis (dispositivo externo de apoyo). 9,4% tenía cataratas y el 9,92% hipoacusia. También eran pacientes que esperaban por atenciones para tratar sus cánceres gástricos, de pulmón y colorectal.
En este caso las causas de muerte son tumores, enfermedades al sistema circulatorio, respiratorio y digestivo.
El documento del Minsal, en términos de mortalidad y morbilidad, “muestra una población con una carga de enfermedad asociada principalmente a enfermedades crónicas no transmisibles, que se asocian directamente al envejecimiento poblacional sostenido”. En este caso, dichas personas de la lista murieron por tumores (neoplasias), enfermedades del sistema circulatorio, respiratorio o digestivo.
Pese a todo, la institución expone en el documento que no se puede establecer una relación entre su muerte y el no haber sido atendido, porque les falta la historia clínica completa de cada paciente. “La mayor parte de las personas se encontraban esperando por causas que, muy probablemente, no tienen relación directa con el fallecimiento”, argumentan.
Desde el Ministerio de Salud, en voz del auditor ministerial Guillermo Saffie, aclara a BBCL Investiga que cada Servicio de Salud es quien realiza una auditoría de quienes mueren. Luego, elaboran un documento técnico que considera plazos y antecedentes médicos. La finalidad es verificar si los fallecidos por la causa de muerte se encontraban en lista de espera por esa misma causal u otra.
—La metodología utilizada considera la determinación de una muestra que, para el presente año, corresponde a pacientes fallecidos por causa oncológica, que hayan sido atendidas por su problema de salud en la Red Asistencial —plantea.
Mujeres en espera
Estos retrasos de salud también afectan a los menores vinculados al Sename y Mejor Niñez. En la lista GES hay 58 atenciones retrasadas. La mayoría de 0 a 5 años. En la otra, la No GES, hay 1.603 casos. El mayor volumen espera una atención de especialidad, 193 una revisión odontológica y 119 una operación. Estos números son solo de niños, niñas y adolescentes que viven en residencias del Estado.
Pese a lo negativo que resulta el escenario, este año hubo una reducción de 9,8%. Pero, con un promedio de 277 días de retraso.
La jefa de División de Gestión de la Red Asistencial del Minsal, Andrea Solís, subraya que este ítem es una priorización, por lo mismo se ha establecido una metodología de trabajo para reducir los tiempos de espera y la pérdida de horas.
—Desde la Subsecretaría de Redes Asistenciales se identifican activa y específicamente los niños, niñas y adolescentes que se encuentran en Sename y se realizan gestiones intra e intersectoriales para promover la priorización, atención, seguimiento y egreso de la lista de espera. Cada Servicio de Salud, como parte de sus compromisos de gestión, debe realizar monitoreo y resolución de casos y egresos de este grupo objetivo desde la lista de espera No GES.
El acento de la subsecretaría es reducir los tiempos de espera, antes que el número de personas. Y ese foco también se extiende, por ejemplo, en la prevención y chequeo médico para el cáncer de mamas, el que además de estar dentro de la cobertura del GES (o AUGE) es una de las campañas más fuertes que tiene el Gobierno. La propia página de la Subsecretaria de Salud estipula que el tiempo máximo de espera para un diagnóstico son 45 días.
Eso, sólo en el papel. Según las propias cifras del Ministerio de Salud, el tiempo promedio de espera para el cáncer de mama son 94,1 días. Es decir, hay una mediana de 52 días de tardanza.
En total, hay 4.098 casos de mujeres en la lista del GES. 170 de ellas llevan más de 365 días esperando. 403, más de 180 días y 713, más de 90 días. Un panorama similar que viven quienes sufren cáncer cervicouterino. Al 30 de junio de 2024 hay 2.690 retrasos con un promedio es de 83 días.
Solís clarifica que los 45 días son entre la sospecha y la confirmación diagnóstica. Cuando el plazo no se cumple se genera un retraso en el cumplimiento de la garantía, lo que incluso, podría reclamarse ante la Superintendencia de Salud y exigir un cumplimiento. Según sus cifras, el retraso de garantías GES de problemas de salud oncológicas es menor a un 3% del total de garantías.
Desde enero hasta septiembre de 2024 se han registrado 38.315 garantías por cáncer de mama, lo que representa un incremento del 49% de la demanda respecto de lo que se recibía en 2019 (25.657) y un 8% más de lo recibido en 2023. Y durante el 2024 se ha resuelto un 34% más de garantías que en 2019 y un 8% más que el 2023.
—En la red pública de salud la reducción del retraso en la etapa diagnóstica de cáncer de mama se está abordando mediante monitoreo permanente de su cumplimiento en los hospitales y con mejoras del proceso de atención, principalmente, lo relacionado con tiempos de respuesta de resultados de exámenes de apoyo diagnóstico, tales como exámenes de imagenología y anatomía patológica —puntualiza la jefa de la División de Gestión.
La doctora Anamaría Arriagada, presidenta del Colegio Médico, clarifica lo siguiente: “La lista de espera no se elimina, siempre hay pacientes que se agregan a la fila”.
Pero en ese contexto es que desde 2022 han invertido cerca de 200 millones de pesos en las listas de espera. Esto se traduce en aumento de productividad de los pabellones, énfasis en atención primaria y mejorar el acompañamiento a los pacientes que engrosan la lista. Con eso, explica Arriagada, se ha logrado reducir los tiempos de espera en un 24% para consultas de nueva especialidad y un 38% para las cirugías.
Pero todavía están lejos de conseguir la meta autoimpuesta por este Gobierno, que debería cerrar en 200 días de espera.
Un problema grande es el sistema de contratación que tiene el sistema público, en que las leyes, además de ser rígidas y obsoletas, están limitadas a un marco presupuestario que no permite contratar a más profesionales.
—Y por eso surgen estas figuras de pagar a honorarios, que es una forma bastante frágil (…) No se puede aumentar la contratación a veces para dar cuenta de un mayor requerimiento de un hospital. Tenemos además temas como el ausentismo y por eso los hospitales tienen que estar permanentemente renovando sus contratos, mejorando las asignaciones. Esto siempre produce desequilibrios entre un estamento y otro porque ¿a quién le va a mejorar usted las asignaciones?
Su propuesta para hacer un contrapeso a esta problemática es destinar más dinero del comprometido por el Ministerio de Salud, en un periodo de tres años.
En medio de la crisis de la salud pública, el Colmed endureció el tono contra el Ejecutivo esta semana y sus representantes llegaron frente a La Moneda para manifestar su descontento por la falta de recursos y el oscuro panorama que enfrenta la red asistencial.
“Los hospitales agonizan”, rezaban las pancartas desplegadas frente al palacio.