—Enano: (…) A ti se te olvida quién es uno ¿No? Bueno, vamos a ver, pe. Vamos a ver. ¿Esa camioneta está a tu nombre, ¿no?
—Sebastián: Sí.
—Enano: Bueno. Vamos a ver, pe. La voy a agarrar pa matar gente por ahí, pe. Pa’ ver qué vas a hacer.
—Sebastián: Ahí ve tú qué vas a hacer entonces…
—Enano: Bueno, voy a empezar a matar gente en la camioneta, pe. A ver. En lo que llegue por allá, te pico en dos.
—Sebastián: Ve tú lo que vas a hacer, hermano…
Sebastián González Castillo (38) fungió como armero en Carabineros de Chile hasta 2011. Año en que pidió su retiro voluntario. Sirvió en Arica, misma ciudad donde más tarde formaría estrechos vínculos con el Tren de Aragua. Allí las hizo de proveedor de drogas y automóviles para dos células de la organización criminal venezolana que al poco andar se enfrascarían en peligrosas disputas por el control territorial.
En buenas cuentas, González se transformó en una especie de freelancer del delito que contaba con un equipo propio y que hoy forma parte de los 44 imputados que hoy esperan juicio en tierras nortinas.
BBCL Investiga accedió a cientos de fojas que constatan el contacto criminal del otrora agente de la ley con miembros de la organización delictual trasnacional. Una relación dulce y agraz, según se desprende de numerosas interceptaciones telefónicas ejecutadas por la PDI.
La célula del Gocho
En 2022, la Unidad de Análisis Criminal y Focos Investigativos de la Fiscalía Regional de Arica y Parinacota, posicionó a Sebastián González Castillo como líder de una agrupación criminal ariqueña, dedicada a la internación de drogas y armas de fuego a Chile. Su trabajo, en todo caso, para efectos oficiales, era de mecánico. Antes de su detención alcanzó a erigir dos talleres.
La llegada de delincuentes extranjeros, sin embargo, dejó dos alternativas a él y a los criminales chilenos: hacerles la cruz y luchar por mantener el control territorial, o sumárseles. Algo así como unir fuerzas y trabajar a la par. Pero aunque la idea suena simple, en la práctica, las vicisitudes propias del negocio terminaron por desbalancear la alianza en más de una ocasión.
Las diligencias establecieron que el mecánico conocía al menos a tres miembros del Tren: Daniel Garrillo Mendoza (apodado Maracucho), Yoneiker Paredes Fagundez (Enano) y Ricardo Martínez Rojas (Gocho). Los dos primeros corresponden al peligroso clan de Los Gallegos. El último —apuntan informes policiales— se trata de un miembro de una célula independiente que recibió la bendición de los altos jefes de la organización en Venezuela para delinquir por cuenta propia. Una escisión que reveló que el Tren de Aragua mantenía más de una franquicia operando en Arica.
Según antecedentes recopilados por este medio, la venia iba con una condición: podían operar de forma paralela a Los Gallegos en Arica, siempre y cuando no traficaran droga. La mayor cantidad de ingresos para la banda criminal provenía de dicho rubro. En otras palabras, el dominio de las ventas de sustancias ilícitas tenía que mantenerse, de forma total, en manos de la agrupación trasnacional.
Sin embargo, pese a la instrucción, Ricardo Martínez se alió con dos compañeros: Tulio Durán Rengel y Rafael Cabello Sáez. De acuerdo a un informe de la fiscalía, la separación de la tríada respondió a “problemas de convivencia” con su compatriotas radicados en el cerro Chuño. “Se apartaron y crearon su propia subdivisión”, detalla el escrito.
“Yo quiero mi plata nomás”
La indagatoria apunta que Martínez, es decir el Gocho, era un asiduo vendedor de droga y adquisidor de armas. Ambos elementos suministrador por un proveedor: Sebastián González Castillo.
Como era de esperarse, la movida no pasó desapercibida para Los Gallegos. Se lo confesó el propio Martínez a González, en una conversación telefónica que exhibe los roces de la rama venezolana con sus miembros y colaboradores.
09 de junio de 2022
20:33 horas—Ricardo: Aló.
—Sebastián: ¿Ya me escuchai?
—Ricardo: Si te escucho ahora sí.
—Sebastián: Ya vale, mira lo que pasa es que yo me encontré con el Maracucho en el centro.
—Ricardo: Ah…
—Sebastián: Y me puse feo con el hueón y le dije: “Sabi qué, necesito las lucas (que) me debí” y toda la hueá, y el hueón: “No, si para la otra semana” que la huea, y le dije: “No po, hueón, me veni cuenteando hace rato con la hueá” le dije yo. Al final que el hueón llegó y me dijo: “No es que quiero hablar con… quieren hablar contigo”, y yo le dije: “Pero si saben dónde encontrarme ¿por qué no hablan?”.
—Ricardo: Ajá.
—Sebastián: Y el hueón se quedó callao ¿cachai? y el hueón dijo “no si ahí” y la huea, “ya, vale no más” le dije yo, “yo quiero mi plata nomás, loca”, así que se fue po.
—Ricardo: Sí.
La conversación no terminó ahí. Segundos después el excarabinero le comentó a Martínez sobre una reciente charla que tuvo con “Tulio”, en la que este último le confidenció que lo amenazaron. A lo que Gocho, le responde que también a él.
Del contexto se infiere que hablan de miembros de otra célula del Tren de Aragua y que “Tulio” corresponde a Tulio Durán.
(…)
—Sebastián: Y la cosa es que, hablé con el Tulio y el Tulio me empezó a decir “borra todo lo que hablemos”. Le dije “compare, no hay problema, ¿qué pasó?” Y al final lo llamé po, me dijo “lo que pasa es que me llamaron para hacer una pega”, dijo, “y me pusieron la pistola y me quitaron los teléfonos y los revisaron para ver si yo estaba moviendo con otra gente, contigo o con el Suárez”.
—Ricardo: Sí, sí, sí, así mismo hicieron. Nos pegaron a los dos, nos pegaron y nos abordaron y vaina, creyendo que nosotros estábamos trabajando y vaina, con los locos, me entiende, o contigo, que estábamos trabajando con… con material, ¿me entiendes? Con (marihuana) cripy y vaina, ¿me entiendes?
—Sebastián: Ya.
—Ricardo: Entonces como se dieron cuenta que no había nada, que no tenía los mensajes ni nada, al final yo no estoy trabajando con ninguna mierda ni nada, le hablo a usted claro, y yo le dije, “eso no es así loco, tú no puede andar abordando a uno así sin una base ni nada (inentendible)”. Y ese día no he subido más para allá ni nada (al cerro Chuño), oíste primo… Básicamente esos locos quieren como buscarle la vuelta a uno, viste.
—Sebastián: Sí, pero entiende, hueón, me están buscando a mí ahora po hueón.
Y continúa.
A lo largo del intercambio, Castillo apunta a que podría ocurrir un verdadero enfrentamiento entre bandas delictuales trasnacionales. Si bien no existen registros de un ataque directo de Los Gallegos a la sociedad del excarabinero con el Gocho, fuentes de este medio apuntan que sí los hubo en contra del Tren del Coro. Se trata de otra célula venezolana que echó raíces en Arica. De acuerdo a conocedores de la materia, justamente esos enfrentamientos, en parte, explican porqué la ciudad fronteriza se posicionó como la zona con la tasa de homicidios más alta del país (17,1 cada 100 mil habitantes). Si en 2022 los asesinatos llegaron a 45, este año, a la fecha, van 20, dos de ellos registrados en la calle. La mayoría de éstos están asociados a delitos comunes y no al crimen organizado.
“Ya no salgo con mujeres”
“Voy a preparar toda la huea pa’ dejarnos a todos armados”, lanzó González a modo de contraataque.
(…)
—Sebastián: Están llamando hasta al Perú, hueón, pa’ buscarme.
—Ricardo: Imagínate, imagínate.
—Sebastián: Hermano, yo con la gente que estoy trabajando, yo ya le avisé y los hueones van a venir pa’ acá y van a dejar la cagá, hermano, van a matar a todos esos hueones.
—Ricardo: Bueno hermano (…) Como te digo, yo me alejé porque yo vi que no hay confianza con esa gente, no hay nada para trabajar, no hay nada, uno no suma nada ahí, lo que hace es puro restar, entonces qué voy a hacer yo con esa gente ahí parándome con ellos ahí, hermano ¿entiendes?
—Sebastián: Sí.
—Ricardo: Eso se veía venir de hace rato y por eso yo estoy alejado de ellos de hace rato ¿me entiendes? (…) Andan buscando a todo el mundo ¿me entiendes? Entonces, como te digo, yo tampoco me voy a dejar, tampoco que me vengan a pescar y me vayan a matar así de paso.
El plan, entonces, fue armarse.
—Sebastián: Hermano, mira, yo el domingo voy a llevar cosas, hueón. Me van a llegar tres Glock (tipo de pistola).
—Ricardo: Primo, vamos a necesitar una de esas brother, no me dejes mal porque acuérdate la que yo tengo, no sirve esa mierda ¿me entiendes?
—Sebastián: Pero, al Tulio se le pasó ahora una nueve milímetros Bersa.
—Ricardo: Esa la tengo yo, esa la tengo yo ahorita.
—Sebastián: Esa es mía.
—Ricardo: Bueno, ¿esa es tuya?
—Sebastián: Es mía po, hermano. Si esa yo la traje del Perú.
—Ricardo: Bueno, hermano, esa la tengo yo a la mano ¿oíste? Yo la tengo a mano porque yo le dije a Jonathan que me la soltara, porque imagínate, yo no tengo nada, estoy desactivado. (A la mía) se le había despegado el carril, el cañón se había salido hermano y entonces ahorita le hice un trabajo, una vaina y entonces hay que probarla para ver como quedó ¿ve? Voy ahorita a hacer esa vuelta.
Sebastián: Yo voy a preparar toda la huea pa’ dejarnos todos armados, van a quedar todos armados.
La diferencia, planteó Ricardo, era clara. Y es que a su juicio, no se podía trabajar con la gente vinculada al Tren de Aragua.
Ricardo: Con esta gente no hay que caminar un coño de madre nada, yo no voy a caminar más con esa gente (…).
Sebastián: Escúchame, yo me alejé de todo hermano, yo no hablo con nadie hermano, ni siquiera salgo, con esa hueá te digo todo.
Ricardo: Sí, sí, sí hermano. No hay que confiarse de nadie primo, de nadie porque nos pueden pichar, una tipa, un tipo, lo que sea nos pueden pichar.
Sebastián: No, hermano, yo no le tengo, yo no, por eso te digo, yo ya no salgo ni con minas ni con mujeres, ni con venezolanas, ni con venezolanos, hermano. No, yo no me junto con nadie.
La camioneta del secuestro
Exactamente un mes después, el sábado 09 de julio de 2022, Sebastián González recibió una agresiva llamada de Los Gallegos. Era Yoneiker Paredes, alias Enano. Contestó la esposa del exuniformado y pese a que aseguró que este estaba ocupado, ante la insistencia del líder del cerro Chuño, pasó el teléfono.
“Dígale que no puedo estar esperando mucho, que tengo ya cuatro meses esperando por él”, arremetió el mandamás venezolano. Paredes estaba molesto.
La discusión discurrió en torno a una camioneta Station Wagon, marca Chevrolet, modelo Captiva, color plateado. Un vehículo que pasó a sus manos luego de que su compañero de delitos, Jorbe Galavos Garcia, apodado Culito, cayera detenido.
De acuerdo a conocedores de la interna de la organización, Los Gallegos debieron requerir de los servicios de González puesto que en territorio chileno eran “fantasmas”: no tenían identidades reales conocidas, lo que los imposibilitaba de adquirir cualquier bien.
Sebastián: Aló.
Enano: ¿Qué más, Sebastián? ¿Bien o no?
Sebastián: Sí, con él. ¿Qué pasa?
Enano: Es el Damián. Es el Enano.
Sebastián: Sí. Háblame. Cuéntame.
Enano: ¿Qué pasó con las patentes de la camioneta, hermano?
Sebastián: No, hermano. Yo estoy de viaje, hermano. Todavía no llego a Arica.
Enano: ¿Eh?
Sebastián: Estoy de viaje.
Enano: Yo también estaba de viaje. Yo llegué ayer.
Sebastián: ¿Cómo?
Enano: Yo también estaba de viaje. Yo llegué ayer.
Sebastián: Sí po. Estoy de viaje po, hermano. Estoy acá en Santiago, llego la otra semana ya pa’ hacer el trámite al niño de la camioneta.
Enano: Escúchame, escúchame. ¿Cuánto tiempo llevamos ya en esto, Sebastián?
Sebastián: ¿Qué llevamos, en qué?
De acuerdo a informes policiales, el automóvil servía como apoyo a distintas actividades delictuales de “Los Gallegos”. De hecho, funcionó como escolta de otros vehículos para concretar el secuestro de una mujer venezolana el 07 de mayo de 2022 desde el interior de una residencial ariqueña.
Al día siguiente, el 08 de mayo, Carabineros llegó hasta el domicilio a raíz de una denuncia telefónica. Así, parte de lo que ocurrió esa jornada quedó expuesto en la declaración de un testigo protegido contenido en la carpeta de investigación del Tren de Aragua.
En ella, la persona explicó que, tras llegar de vuelta a la casa de huéspedes, la afectada accedió a comentarle lo que había ocurrido. Eso sí, tardó en confesar. Estaba nerviosa y con miedo, porque la situación era “muy grave” y si hablaba, dijo, “las podían matar”.
Con todo, el 09 de mayo le relató que “unos hombres la habían tomado por la fuerza y la habían llevado al sector del cerro Chuño”. Una vez en el sitio, continuó, “la habían amenazado diciendo que debía pagar por una vacuna de 60.000 pesos diarios”. Se trata de una clase de impuesto que se le exigía a las mujeres que ejercían la prostitución en territorios controlados por la agrupación.
En respuesta al acontecimiento, la mujer se fue de la residencia.
“¿Cuál es tu alzadés?”
Lo que González debía hacer era ordenar los documentos de dicha camioneta, pero los tiempos no estaban siendo los que Enano quería.
Enano: Mira, yo duré cuatro meses por allá por el Perú.
Sebastián: Ya.
Enano: Y tenía siete meses aquí en Arica. Es el Enano, mano el Enano. Damián, el Enano.
Sebastián: Si, si sé quién soy.
Enano: ¿Estás claro?
Sebastián: Sí. Estoy claro.
Enano: Aja, entonces qué pasó con las patentes de la camioneta.
Sebastián: No po, hermano, si el pana recién me llevó los papeles, hace poco.
Enano: El pana que te llevó la camioneta te dio cien mil pa’ las patentes ¿qué pasó?
Sebastián: Sí. Me pasó los papeles, pero me pasó los papeles como hace dos, tres semanas nomás po’.
Enano: Pero, por eso. Desde que tú me vendiste esa camioneta a mí, no le has sacado la patente, hermano.
Sebastián: No po. Si nunca me trajeron los papeles po’. Nunca me trajeron la factura. ¿Cómo la iba a sacar?
Entonces, la pregunta fue cuáles serían los plazos. El armero le contestó que el 11 del mismo mes.
Sebastián: (…) Me la pasaron hace como dos semanas y le dije que tenía hora pal’ 11, así que el 11 va a ir mi señora a hacerle los papeles y toda la cuestión.
Enano: ¿11 cuándo es eso? ¿No es pasado mañana?
Sebastián: Dale, dale, dale, dale. Yo creo que ya para el lunes.
Enano: No cuelges, no cuelgues, no cuelgues, hermano. No te he dicho que cuelgues, hermano. Escúchame. ¿me escuchas?
Sebastián: Sí, te escucho.
Enano: ¿Por qué no le contestas los mensajes a ese pana, hueón?
Sebastián: Porque no tengo el número del loco y tampoco tengo por qué contestar.
Enano: ¿Ah?
Sebastián: Yo no entiendo qué tanto color le están poniendo si la camioneta tampoco se las voy a quitar.
La respuesta enojó aún más al líder de Los Gallegos. A su modo de ver, González no entendía con quién estaba tratando.
Enano: Escúchame, pero ¿qué te pasa a ti? ¿cuál es tu alzadés? ¿por qué tú hablas así, marico?
Sebastián: ¿Y cómo querí que te hable, entonces?
Enano: Ah, ¿me estás mal hablando?
Sebastián: No te estoy mal hablando, compadre. Te estoy hablando como corresponde nomás.
Enano: Yo no te estoy faltándote el respeto.
Sebastián: No, yo tampoco te estoy faltando el respeto. ¿En qué momento te he faltado el respeto?
Enano: ¿Por qué tú me hablas así, entonces?
Sebastián: Y entonces por qué tú me estai llamando y me estás diciendo que por qué no le contesto al pana. Si yo no le contesto, no le contesto nomás y es así de simple.
Enano: ¿Cómo no le vas a contestar? Si tú tienes el número de la camioneta…
Sebastián: Mano, entiende, yo no tengo el número del loco. Yo no tengo el número del loco.
Con esto, la conversación subió de tono.
Enano: ¿Cómo no lo vas a tener? Si está haciendo negocio contigo. No lo vas a tener. Si te dio cien mil pa la vaina.
Sebastián: No lo tengo. Si yo, yo no he hecho, escúchame, yo no he hecho negocio con él, ustedes hicieron el negocio. Ustedes hicieron el negocio con él. Mira hermano, a mí no me interesa quién eres tú ni quiénes son, mano. A mí me interesa estar con la camioneta limpio. Nada más que eso. Pero el loco tendrá que esperar, si le dije que tenía que esperar hasta el 11. Le dije que yo el 11 tenía el este… el 11 tengo la revisión técnica.
Enano: Te pusiste malandro.
A estas alturas, ya no había consenso. Las amenazas se tomaron la conversación.
Enano: Tú eres un abusador, pa’ hablarte claro. Porque tú crees que uno no se puede montar en películas, tú crees… a ti se te olvida quién es uno ¿No? Bueno, vamos a ver pe. Vamos a ver. ¿Esa camioneta está a tu nombre, ¿no?
Sebastián: Sí.
Enano: Bueno. Vamos a ver, pe. La voy a agarrar pa matar gente por ahí, pe. Pa’ ver qué vas a hacer.
Sebastián: Ahí ve tú qué vas a hacer entonces.
Enano: Bueno, voy a empezar a matar gente en la camioneta, pe. A ver. En lo que llegue por allá, te pico en dos.
Sebastián: Ve tú lo que vas a hacer, hermano.
Enano: ¿Ah?
Sebastián: Ve tú lo que vas a hacer.
Enano: Entonces, no vas a conseguir la patente. No vas a conseguir la patente.
Sebastián: El lunes, te estoy diciendo que el lunes va mi señora a hacer los papeles. Para poder tener los papeles al día y toda la cuestión.
La comunicación terminó abruptamente luego de que Sebastián le explicara que la camioneta quedó guardada en su casa y no en su taller mecánico. Todo con el propósito de “hacerle los papeles tranquilo”.
Enano: Llevas como siete años en eso…
Sebastián: ¿Cómo?
Enano: Siete años en eso. No, no jodas, marico.
Sebastián: No te entiendo. ¿Qué cosa?
Enano: Que tienes siete años en eso.
Sebastián: Como siete años, hueón. Si la camioneta me la pasaron como hace dos semanas.
Borrón y cuenta nueva
Pasaron dos días para que se concretara otra llamada entre Yoneiker y Sebastián. Tal y como le dijo el excarabinero, el 11 de julio estuvieron listos los papeles del vehículo.
Es más, quedó inscrita a nombre del chileno.
El tono, a diferencia de la conversación anterior, fue completamente distinto.
(…)
Sebastián: Están listos los papeles ya, se la pasé ya.
Enano: Ah ya, ¿ya se los diste todos al tipo?
Sebastián: Sí, se la pasé con los papeles, les saqué las patentes, ahora tiene que sacar revisión técnica y el permiso de circulación y ya está lista, esa la saca él.
Enano: Ah cucho.
Sebastián: Pero ya la patente está lista, está lista hermano, está listo, listo.
Enano: Bello, bello, agradecido pa’.
Sebastián: No, mano si yo me demoré porque estaba de viaje hermano y me enfermé más que la chucha mano, hueón.
Enano: No, está bien mano.
Sebastián: Estaba con covid hermano, hueón y estaba pa la caga. Si llegué hace poquito nomás, hueón y estaba mal, mal, mal.
A continuación, Enano le aclara que él tampoco estaba en Arica cuando conversaron del vehículo. Frente a esto, González recuerda la reciente detención de distintos miembros de Los Gallegos y lo lamenta.
En esa línea, le recomendó a su par que tuviera cuidado.
(…)
Sebastián: ¿No estabas acá?
Enano: No.
Sebastián: Ah, puta quedó la caga con ustedes mano hueón, ¿qué pasó ahí?
Enano: Si bajé fue por eso chamo.
Sebastián: Puta mano, ten cuidado nomás.
Con un “agradecido, hermano”, la plática terminó. Así, las paces estaban echas.
De Perú al sur
Los informes policiales a los que accedió este medio señalan que, con el tiempo, Tulio Durán, Ricardo Martínez y Rafael Cabello dejaron de trabajar con González. Esto, tras apartarse de sus intereses delictuales.
De esta forma, González quedó acompañado de dos chilenos.
El armero, sostienen los reportes de la PDI, laburaba codo a codo con Luis Minder Asenjo y, a modo de brazo operativo, con Ulises Sarmiento Astudillo. Este último, encargado de comunicarse con la proveedora de sustancias ilícitas, a quien llamaba ‘Jefa’. Una mujer de nacionalidad peruana, que residía en Tacna.
El modus operandi consistía en ingresar la droga a territorio chileno, desde el país vecino.
Los roles eran los siguientes: mientras Sarmiento coordinaba la droga, González se encargaba de adaptar —en su taller mecánico— el interior de un Nissan Bluebird color blanco. ¿El objetivo? Ocultar los estupefacientes y adentrarlos a territorio nacional a través de pasos no habilitados (ver video).
Una vez en Arica, se encargaban de distribuir la droga a “receptores” de distintas regiones. Para lograr la misión utilizaban dos vehículos. Uno para transportar la mercancía —a cargo de la conducción de Minder— y otro, a modo de “punta lanza”, conducido por González.
En buenas cuentas, el exuniformado tenía como misión alertar a su par de eventuales controles policiales en la ruta. Un mecanismo que quedó manifestado en más de una escucha telefónica.
16 de mayo de 2022
17:33 horasSebastián: Mano, sabí que, el OS7 está controlando los camiones que están allá, mejor sale no más tu hueón.
Luis: Ya.
Sebastián: ¿O ya te controlaron?
Luis: No po’, si yo, yo ya pasé, si estoy en la Shell hueón.
Sebastián: No sí sé, sí sé, si de acá te estoy viendo, si estoy atrás de la camioneta roja donde está el camión blanco que no me deja pasar.
Luis: Salgo yo.
Sebastián: Sí, sale no más, ándate a gamba no más tranquilo.
Luis: Ya.
Sebastián: Que no nos vean juntos po’ hueón, que no nos vean juntos.
Luis: Ya.
Sebastián: Voy a entrar al baño yo, voy a entrar al baño.
Luis: Ya, vale.
“Está lleno de policías, hueón”
Ese mismo viaje aclaró la jerarquía del clan para las policías. Lo confirma una conversación sostenida el 17 de mayo de 2022 a las 09:43 horas a la altura de Chañaral, en la región de Atacama.
En el intercambio, González le entrega instrucciones a Minder e incluso lo reprende por ciertas maniobras que, a su juicio, pusieron en peligro la misión.
Sebastián: Mano entiende que acá no teni’ que parar hueón, porque acá hueón, está lleno de policías hueón y menos parar atrás mío.
Luis: Ah.
Sebastián: Entiéndeme una cosa hueón, si se supone que nosotros no venimos juntos y recién estábamos parados, vo’ te paraste atrás y había un Chevrolet ahí como de los ratis hueón y quedaron mirando hueón.
Luis: Ya, entonces ándate nomás, ándate nomás.
Sebastián: Por eso te estoy diciendo, avancemos, si hay una caleta más adelante, donde tomamos desayuno la otra vez, ¿te acordai?
El trayecto culminó el 19 de mayo en Santiago centro. Ya en la capital, de acuerdo a un informe de análisis de georreferenciación de la PDI, se coordinó la entrega.
Quien arregló el encuentro fue el tercer miembro del grupo, Ulises Sarmiento. En simple, llamó a un hombre de acento extranjero para avisarle que tenían “las cosas” y necesitaban entregárselas lo antes posible. El contacto, eso sí, lo hizo a través del teléfono de González. Con esto, se concluyó que toda la narcobanda participó en la encomienda.
La caída
Tres viajes ejecutados por el equipo, entre ellos el ya indicado, constan a lo largo del expediente judicial en contra de González. El fin era el mismo: ingresar droga a territorio chileno y distribuirla en la zona central.
Fue el 31 de agosto de 2022 que la triada ejecutó su último periplo criminal. Sin saber que la fiscalía seguía sus pasos, la banda cayó detenida en el Peaje Panamericana Norte Antofagasta.
Las pericias arrojaron que el grupo trasladaba más de 50 paquetes de clorhidrato de cocaína, correspondientes a 56.810 kilogramos de la sustancia. La cifra equivale a más de 114 mil dosis. ¿El avalúo? Más de 1.136 millones de pesos.
El mismo día de las detenciones, la Policía de Investigaciones allanó los domicilios de los involucrados. Fue así como en uno de los talleres mecánicos de Sebastián González, los detectives encontraron una habitación destinada como bodega. En ella, hallaron una olla metálica de color gris con una cuchara de madera en su interior, junto a residuos de una sustancia en polvo de color blanco, la que posteriormente dio positivo a cocaína.
De igual forma, en la pieza encontraron dos botellas de ácido clorhídrico. Así las cosas, se concluyó que la dependencia era utilizada para elaborar y abultar drogas.
En tanto, en el inmueble donde residía el excarabinero, en particular en el segundo piso del domicilio —donde el vivía junto a su grupo familiar— “se hallaron una serie de especies de interés criminalístico”.
Al interior de un closet de madera avistaron un chaleco balístico, un cuaderno con anotaciones, un cinturón con accesorios para el porte de arma de fuego, grilletes y un bastón retráctil. Siendo este último un elemento utilizado en el uniforme de Carabineros de Chile. En la misma línea, sobre un mueble dispuesto en una habitación contigua se encontró una gorra de la institución.
A lo anterior, sumó la incautación de 507 mil pesos en efectivo.
Imputados
Tras ser formalizado, González se mantuvo recluido en el Complejo Penitenciario de Acha. En esas condiciones, el 18 de octubre de 2022, el imputado prestó declaración voluntaria.
“Siempre estuve consciente que el Culito, Maracucho y el Enano (…) formaban parte de un grupo criminal que era el Tren de Aragua o Los Gallegos. Sabía que estaban armados y eran los líderes y peligrosos, desde el momento que les hacía arreglos a sus vehículos”, confesó según consta en el documento de la instancia.
Aseguró que conoció de a poco a los integrantes del Tren de Aragua. Primero a “Gocho” (Ricardo Martínez), a fines de 2021. Esto, porque el sujeto era esposo de la prima de su cónyuge. Por esta razón, ambos se trataban de “primos”.
Con posterioridad, ubicó a “Maracucho” (Daniel Garrillo Mendoza). El contacto se generó cuando este le llevó un automóvil Mazda Demio para que el mecánico le reparara problemas en su motor. Tras arreglar la falla, el venezolano continuó llevándole vehículos de la misma marca.
En tanto, el encargado de efectuar los pagos por las restauraciones era “Culito” (Jorbe Galavis García).
Así, a lo largo de las andanzas, también conoció al “Enano” (Yoneiker Paredes Fagundez).
“En relación a los dineros que ellos me entregaron, sabía que venían del tráfico de drogas y de la prostitución. Además de eso me junté con ellos a carretear en la disco Monos y Petacas, una segunda vez en la playa, una tercera vez en el Cerro Chuño”, acotó.
Pese a admitir el nexo delictual, negó abastecerlos de armamento. “En ningún caso les entregué algún arma de fuego. Solamente el vehículo que corresponde a una camioneta y les ayudaba con autos que me traían”, contrapuso.
Respecto al tráfico de drogas, reconoció haber participado de cinco encomiendas desde el norte a Santiago. El primero en diciembre del 2021, seguido de otro en marzo, un tercero en mayo, seguido de un cuarto en julio y el último, a finales de agosto de 2022.
De las palabras del excarabinero se desprende que —contrario a la tesis del Ministerio Público— él no lideraba la tripleta compuesta por él, Minder y Sarmiento. Sino que las instrucciones provenían del último, junto a la “Jefa”.
“Mi función era de mecánico en viaje y de punta de lanza, esto es avisando que no vinieron los policías. Por ello me pagaban tres millones, mientras que Ulises Sarmiento era el encargado de la droga además de darnos instrucciones con una señora del Perú de nombre Romané. Luis Minder era quien manejaba los vehículos y le pagaban 7 millones de pesos”, argumentó.
En esa línea, continuó: “La droga la entregaban en la ciudad de Santiago, dejamos el auto en un hotel en la comuna de Santiago Centro y luego nos pagaba Ulises al tercer día, siempre en Santiago”.
Con todo, la fiscalía acusó a Sebastián González y Luis Minder por los delitos de asociación ilícita y tráfico ilícito de estupefacientes. En tanto, a Ulises Sarmiento se le imputó el último delito mencionado.