—Si una persona me pide 5 millones de pesos, debe devolver 12.
Formalizado y con arresto domiciliario nocturno por los delitos de usura y extorsión quedó Juan Carlos Rivera Contreras (58), un prestamista del barrio alto capitalino acusado de montar un negocio financiero ilegal con el que cobró intereses usureros a sus víctimas con asiento en acomodados sectores de Santiago.
Su modus operandi era simple: a cambio de entregar el dinero, solicitaba cheques o transferencias bancarias, además de un pagaré sin fecha por el total de la deuda. En la teoría, si el afectado pagaba oportunamente las cuotas, los documentos bancarios serían devueltos o destruidos por Rivera. En la práctica, sin embargo, eso no ocurría. Según declararían algunos de los afectados ante la fiscalía, pese a ir al día, el imputado de todos modos daba curso a los pagarés y pasaba por caja cobrando cuantiosas sumas.
Para aquellos que se atrasaban la suerte era aún peor: Elvis, el “amedrentador”, los visitaba personalmente.
Créditos + prestamista = amenazas
Alondra (41) trabaja en un tribunal capitalino. Su testimonio forma parte de la indagatoria que sustancia el fiscal adjunto (s) de Alta Complejidad y Crimen Organizado, Luis Muñoz Hamer, y aporta luces de las operaciones de Rivera.
En su declaración contó que todo se remonta a lo menos a 2016, cuando un colega la contactó con el imputado. Desconocidos le robaron su automóvil y como no tenía seguro, debió recurrir a Rivera para que le prestara dinero para un nuevo vehículo.
Fueron $6 millones los que el prestamista le transfirió directo a su cuenta bancaria, según recuerda la abogada con domicilio en el sector oriente de la región Metropolitana. A cambio, tuvo que emitir 14 cheques equivalentes a la deuda e intereses. Además, debió firmar un pagaré sin fecha por el total de la operación. Salvo los abultados intereses, la experiencia pasó sin mayores sobresaltos, lo que la llevó a pedir un nuevo crédito. Esta vez por otros $8 millones. Aquí parten los problemas.
De acuerdo al testimonio que prestó el 8 de mayo recién pasado, en este segundo préstamo solicitado en 2021 se vio en la necesidad de renegociar la morosidad. Además de rehacer todo el papeleo, debió incluso inscribir su automóvil a nombre de Rivera, con la condición de que éste se lo transferiría de vuelta una vez pagada la deuda. Algo que a la fecha no ha ocurrido pese haberle pagado todo, asegura la denunciante.
—He perdido la noción de cuánto en definitiva le he pagado a este sujeto, ya sea mediante transferencias, depósitos de cheques o incluso efectivo. Tan solo el año 2022 le pagué más de $30 millones (…) mientras que este año por lo menos he pagado unos $7 millones.
Y es que los excesivos cobros llegaron acompañados de amedrentamientos que la obligaron a seguir desembolsando dinero. La abogada narró:
—He sido víctima en innumerables veces de amenazas tanto presenciales, telefónicas, vía correo electrónico y vía chat. Asimismo, hostigamiento y amedrentamientos por parte de una persona que trabaja con él y que es la encargada de cobrar y amenazar a las personas que supuestamente no le pagan.
Aquí aparece el “amedrentador”, otro de los imputados en la causa. Alondra atestiguó:
—Esta persona se apoda “Elvis” y es aquella que ha concurrido hasta el lugar de mi trabajo y a mi domicilio particular con la finalidad de amenazarme. Es más, en algunas oportunidades a mi domicilio también ha ido Juan Carlos Rivera Contreras.
Clínica-fachada
Fernando (55 años) es psicólogo y vive en Providencia. Hoy su nombre figura entre las víctimas del prestamista. Según declaró, también solicitó un préstamo, también debió dejar documentación bancaria a cambio que más tarde no le sería devuelta y también recibió amenazas. Aunque con una excepción: ante la fiscalía y la PDI se presentó como una persona de confianza de Rivera.
En su relato, Fernando develó que todos los negocios del imputado estaban ocultos detrás de una empresa fantasma, la Clínica Time, emplazada en calle Lo Fontecilla de Las Condes. De acuerdo a su testimonio, el centro de estética era una mera fachada: no tenía patente municipal, no había personal contratado y -por consecuencia- allí no se realizaba ningún procedimiento.
En buenas cuentas, la víctima explicó que Rivera utilizaba el inmueble para concretar los préstamos y para almacenar dinero en efectivo y la documentación de sus clientes. Un testimonio que coincide con Andrés (34), otra de las personas que conoció de cerca el modo de operar del imputado.
“En ese lugar no existe ni funciona como tal la mencionada clínica, como dije, sino más bien es el lugar que Juan Carlos utiliza para concretizar sus operaciones con sus clientes. Es decir, sus prestaciones de dineros. Esto lo digo porque yo personalmente he concurrido a ese lugar y me he percatado que, como clínica estética como tal, no funciona”.
Extracto de declaración de Andrés
Según agregó Andrés, el imputado tiene un contacto en una céntrica notaría de Santiago, quien “realiza las gestiones para, por ejemplo, protestar pagarés con cédulas de identidad vencidas, o bien, protestar aquellos pagarés que no tienen fecha”.
—Esta última situación la sé, ya que lo he escuchado telefónicamente cuando Juan Carlos solicitaba esos favores.
Con todo, el testigo sostuvo que en una oportunidad, pidió a Rivera que le explicara su método de negocios. Su respuesta fue simple:
—Me señaló el siguiente ejemplo: “Si una persona me pide cinco millones de pesos, debe devolver doce”.
Este medio se reserva al nombre de la notaría, toda vez que aún no existen mayores antecedentes que acrediten la participación de sus funcionarios en algún delito.
La Clínica Time, pese a ser una fachada, mantiene una página web activa. En ella, aparecen conocidos rostros de TV en calidad de “embajadores”, entre ellos José Antonio Neme.
Según cuenta el periodista de Mega, todo se remonta a unos ocho años atrás, cuando el dueño del centro estético le insistió en que probara uno de sus tratamientos para perder peso. Tras repetitivos intentos, el animador aceptó la invitación.
Neme relata que hubo sospechas que hicieron que no retornara al lugar. De acuerdo a su testimonio, la “decoración era muy extraña, había muy poco personal y no se veían otros pacientes en espera o siendo atendidos”.
“Era todo muy raro”, reflexiona.
“No tengo miedo en meter un balazo”
De vuelta a las amenazas. Más allá de las visitas personales de Elvis, el “amedrentador”, existe otro aspecto en el que coinciden las víctimas de Rivera: el uso de armas de fuego para intimidar. Según cuentan los afectados, el imputado en más de una ocasión les hizo saber que no dudaría en usar su pistola personal en caso de que no se pusieran al día.
Fernando denunció:
—A modo de realizar cobros de dinero, solo Juan Carlos (no otra persona) me ha amenazado en reiteradas ocasiones y de distintas formas. Primero me amenazó con cobrar los pagarés y los cheques que están en su poder. Asimismo, me ha amenazado por WhatsApp señalando, por ejemplo: “Tú sabes qué te va a pasar si no me cumples” o “yo no tengo miedo en meter un balazo a cualquiera”. Una vez me exhibió una pistola.
Y agregó:
—Este modus operandi para conseguir los pagos que está aplicando conmigo, lo aplica con todas las personas a quienes les ha prestado dinero, situación que le hace mantener cierto poder sobre ellos y aplicando un poder coercitivo, para de esa forma efectuar cobros excesivos y abusivos ante cualquier nueva solicitud de préstamos.
El guardia del nightclub
L. (59) también fue víctima de las amenazas. Pero en su caso fue más allá. La última vez que fue amedrentado, según contó, ocurrió camino a su domicilio en Chicureo el pasado 5 de mayo.
—Estaba fuera de la tienda Upa frente a la estación de servicio Shell ubicada en el Mall Piedra Roja, comuna de Colina, donde antes de entrar a la tienda fui abordado por dos hombres, uno de ellos al parecer extranjero dado su acento, quienes descendieron de una motocicleta, con los cascos puestos y me tomaron por detrás llevándome a un rincón donde me señalaron “arregla y págale todo a Juan Carlos, si no la próxima vez iremos a buscar a tus hijos”. Luego me soltaron, se subieron a la motocicleta y se fueron, sin golpearme, pero quedando muy afectado.
Andrés, profundizó en el círculo empleado por Rivera para las amenazas y testificó:
—Él trabajaría con un segundo sujeto en ocasiones. Este corresponde a un tal Vicente, persona que era un antiguo guardia de seguridad que trabajaba en el local que antiguamente tenía Juan Carlos de nombre “Champagne” que era un nightclub que actualmente al parecer ya no funciona.
1.800 cheques en casa del prestamista
En vista de estos antecedentes, el fiscal Luis Muñoz solicitó la detención y la formalización de Rivera. Tras la comunicación de cargos, el Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago, le impuso las medidas cautelares de arresto domiciliario nocturno, la prohibición de salir del país y prohibición de acercarse a las víctimas.
La fiscalía, eso sí, presentó una apelación ante la Corte de Santiago para que dicten la prisión preventiva del imputado. El recurso debería ser revisado la próxima semana por el tribunal de alzada capitalino.
Fuentes conocedoras de la materia apuntan a que durante la indagatoria se incautaron unos 1.800 cheques, por lo que están en la búsqueda de más víctimas. No se encontraron armas durante los allanamientos a la clínica y a la casa del imputado. Su destino finalmente lo deberá definir la justicia.
La defensa de Rivera no estuvo disponible para este reportaje. Los nombres reales fueron modificados para proteger a las víctimas