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La caída de los Toloza-García develó las mecánicas del neo-narco. Autos de lujo, seguimientos de la PDI a un futbolista, implantes mamarios y mansiones en refinados barrios de la capital confluyen en esta historia, cuyo final hoy se encuentra en las manos del Sexto Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago. La Unidad de Investigación de BioBioChile publica antecedentes exclusivos e informes policiales que podrían sellar la última carcajada de Los Risas.
—Ese hueón de San Gregorio po’, el Chisqui. Ese hueón dio el dato. Eran siete hueones.
Hablar de Los Risas es hablar de abundancia, lujos, excesos, drogas y armas. A punta de violentas demostraciones de poder, este clan familiar liderado por tres de los hijos de la familia Toloza-García se encaminó a convertirse en una de la bandas narco más influyente de la zona sur de la región Metropolitana.
En eso se mantuvieron ocupados hasta 2019, cuando la investigación dirigida por la Fiscalía Metropolitana Sur rindió frutos y sepultó las intenciones que la organización tenía de continuar expandiendo su territorio.
Hoy, el futuro de los hermanos Mauricio, Alejandro y Ángelo, y el de otros cuatro integrantes de la banda, está a punto de ser definido por los tres jueces que integran la sala del Sexto Tribunal Oral en lo Penal de Santiago.
Asociación ilícita, infracción a la ley de drogas y a la ley de armas, además de otros delitos asociados al tráfico son los cargos que enfrentan en un juicio iniciado este mes que ha develado las dinámicas del neo-narco.
Mexicanas, brazos operativos, ostentación, amistades con futbolistas, además de un alto poder de fuego, confluyen en la historia de auge y caída de Los Risas.
La triada
De acuerdo a información recopilada por la Unidad de Investigación de BioBioChile, en sus años de gloria Los Risas fueron una organización criminal altamente estructurada y jerarquizada, con roles específicos asignados para cada uno de sus miembros.
Los tres cabecillas de la banda -de acuerdo a la indagatoria del fiscal Cristián Suárez- corresponden a Mauricio, Alejandro y Ángelo. Los tres Toloza-García compartían un mismo rango al interior de la organización. Y ninguno prevalecía por sobre el otro.
Todas las decisiones eran tomadas en “La City”, una casa particular en la población La Bandera que servía como su cuartel principal. Era allí, donde asignaban las tareas y determinaban las funciones específicas a cada uno de sus brazos operativos.
Antecedentes contenidos en el expediente judicial indican que los siete imputados iniciaron sus operaciones al menos desde 2015. Y aunque se indica ese año como fecha del inicio de las operaciones, se asume que lo venían haciendo desde mucho antes.
En su apogeo, la banda llegó a tener tres centros de operaciones: uno en la comuna de La Granja y otros dos en San Ramón.
¿El origen de la droga? “Importaciones” encargadas a grandes dealers desde Bolivia.
“No tocaban la droga”
Según quedó establecido en la indagatoria, pese a que los cabecillas no se limitaban a la hora de exhibir sus lujos, sí se cuidaban mucho de no figurar cerca del producto.
—Los líderes no tocaban la droga —cuenta una fuente cercana al proceso consultada por este medio, quien explica que esa característica es propia de las bandas narcos modernas.
En efecto, para hacerse cargo del trabajo sucio tenían contratados a hombres de confianza. Uno de ellos era “El Pablito”, imputado también en esta causa.
Pedro Pablo García Reyes era quien se encargaba, por ejemplo, de la distribución de la droga al interior de San Ramón, al mismo tiempo que velaba por el cumplimiento de los cobros respectivos cuando llegaba el día acordado.
Otro de los brazos ejecutores de Los Risas era Juan Riffo Peña. Este último, de acuerdo a lo que se estableció en el proceso, estaba dedicado a dar señales inequívocas de poderío a la competencia.
Así las cosas, Riffo Peña era quien dirigía las operaciones armamentistas “para intimidar a otros narcotraficantes o bandas rivales y para cuidar su territorio”.
Conquista de nuevos territorios
Antes de que todo se viniera abajo, la expansión de Los Risas iba en serio. De acuerdo a los antecedentes develados en el inicio del juicio, su mercadería para 2019 ya estaba siendo distribuida a diestra y siniestra en Peñaflor.
Pero eso no les bastó. La policía detectó incluso movimientos al por mayor en regiones ubicadas a cientos de kilómetros de La Bandera, población de la que habían hecho su feudo.
Interceptaciones telefónicas -autorizadas en esta y otras causas por narcotráfico- dan cuenta de que el nombre de los Toloza-García sonaba fuerte incluso en las regiones de Valparaíso, O’Higgins, La Araucanía y Los Ríos, específicamente en la localidad de Coñaripe, dependiente de la comuna de Panguipulli.
De acuerdo a la indagatoria, en todos esos lugares, Los Risas mantenían receptores de la droga, quienes se encargaban de que se vendiera “al menudeo”. Es decir, llevarla en pequeñas dosis a los consumidores finales.
El cuaderno de los deudores
Todos los movimientos, receptores, deudas y pagos fueron quedando registrados en un cuaderno que funcionarios de la PDI encontraron durante el allanamiento a la casa de Alejandro Toloza (33), el hermano del medio.
Aquel registro resultó ser una pieza clave para que el Ministerio Público dimensionara el alcance real de Los Risas. También lo fue en términos judiciales, siendo utilizada su información como prueba en el juicio oral que se define esta semana.
La Unidad de Investigación de BioBioChile tuvo a la vista a dicho cuaderno, en el que se pudo constatar pagos por casi 30 millones de pesos y movimientos de estupefacientes a distintos sub-distribuidores por totales que bordeaban los $100 millones.
En las anotaciones -que publica este medio (ver imagen)- vienen detallados de puño y letra de los Toloza algunas de las principales transacciones. Allí figuran los apodos o sobrenombres de otros peligrosos delincuentes dedicados al mismo rubro que fueron censurados por BBCL para evitar entorpecer otras investigaciones aún en curso.
Las mansiones y lujos
Automóviles de alta gama y llamativas propiedades, sus vínculos con futbolistas y artistas del género urbano, le impidieron a Los Risas pasar desapercibidos. Tampoco es que pretendieran hacerlo.
Es que “alumbrarse” para los nuevos narcos tiene un fin que va más allá del ego. Es otra de las formas que tienen para demostrar poderío frente a potenciales competidores y bandas rivales.
De acuerdo a distintos informes policiales que formaron parte de la carpeta investigativa, los hermanos no escatimaban en gastos a la hora de escoger cómo movilizarse.
Para esos fines utilizaron, por ejemplo, un Jeep Gran Cherokee Sport, un Mercedes-Benz modelo GLK, un Honda Civic Coupe 2.4, una Ford modelo F150, una Dodge Durango y un Porsche Cayenne, el preferido de Alejandro. Varios de los vehículos quedaron registrados a nombres de personas de confianza de los cabecillas. Incluso de las parejas.
Porsche Cayenne conducida por Alejandro Toloza | Cedida a BBCL Investiga
Tampoco se limitaban cuando del hogar se trataba.
Distintos archivos del expediente judicial muestran, por ejemplo, que Ángelo (33) se construyó una lujosa casa en la parcela Nº 70, lote Nº 12, del sector “Las Colonias de Paine”, propiedad de su hermano mayor, Esteban Toloza García (43), quien -vale la pena aclarar- no figura como imputado en esta investigación.
Con todo, destaca el ambiente tranquilo, los árboles y la abundante vegetación que rodean la construcción.
Casas en parcela Las Colonias de Paine
Otro de los inmuebles objeto de investigación fue el que Ángelo Toloza García se construyó en una parcela ubicada al interior del condominio “El Sauce”, también de Paine.
Hasta ese lugar se trasladó en febrero de 2019 un equipo de vigilancia de la Brigada Antinarcóticos Metropolitana. Según se lee en el informe policial, al interior de la propiedad los policías visualizaron varios vehículos. Entre ellos, encontraron un Chevrolet Camaro descapotable. Una piscina completa el cuadro.
Implantes para la señora
Hay más. Además de estar preocupados por vivir y moverse cómodamente, también a Ángelo Toloza García le importaba la apariencia física.
Según consta en otro informe policial, en septiembre de 2016 acudió junto a su pareja a un exclusivo centro estético en Lo Barnechea: la Clínica Monteblanco. Allí, Ismaela se sometió a una cirugía de implantes mamarios y liposucción.
De acuerdo al reporte, ambos fueron seguidos de cerca por personal de la PDI. Las fotografías hoy también forman parte del cúmulo de pruebas que podría llevar a Los Risas a pasar un tiempo a la sombra.
Ángelo Toloza junto al Audi estacionado afuera de la clínica
Seguimiento a Leonardo Valencia
Tal y como se conoció cuando el caso explotó, la cercanía que Los Risas tenían con artistas urbanos y futbolistas llamó la atención del Ministerio Público.
Fue en este marco que, a inicios de 2015, el entonces jugador de la Universidad de Chile Leonardo Valencia se convirtió -brevemente- en blanco investigativo. Sin ir más lejos, un informe de la PDI da cuenta de un seguimiento al deportista, quien rápidamente salió como objeto de interés del ente persecutor al acreditarse que sólo existían antiguos vínculos de amistad.
Fuentes conocedoras de la indagatoria afirman precisamente que los encuentros con las celebridades fueron sólo circunstanciales y que no se establecieron relaciones entre los famosos y los delitos cometidos por Los Risas.
Pese a todo, el seguimiento a Valencia se concretó el 9 de julio de 2015. El día escogido no era cualquiera. Durante esa jornada el volante de creación había sido presentado oficialmente como refuerzo de la Universidad de Chile, club que defendió en inferiores.
Así las cosas, y tras información obtenida gracias a interceptaciones telefónicas, los policías se trasladaron hasta las inmediaciones del Estadio Nacional. En el aparcadero ubicado en el sector poniente del reducto, cerca del sector marquesina, se le vio reunirse con varios integrantes de la banda poco antes de las 22:00 horas.
A bordo del Ford Mustang Coupe del año propiedad del jugador de fútbol, todos se trasladaron hasta la población La Bandera y luego en otro vehículo, un Dodge Durango, se acercaron a un local de la avenida Brasil a celebrar. Es que la mayoría de Los Risas son fanáticos del club laico. La U horas antes se había impuesto sobre Curicó Unido en un encuentro válido por la Copa Chile.
Al no encontrar más que una reunión de amigos, los investigadores finalmente desistieron de los seguimientos a Valencia. Es más, ni siquiera fue necesario citarlo a declarar, aseveran fuentes consultadas por este medio.
La mexicana
Los Risas no tenían grandes inconvenientes para internar en las poblaciones la droga traída desde Bolivia. Sin embargo, los problemas venían cuando llegaba el día de cobrar y los receptores no tenían cómo pagar. Las casas donde la mercancía era vendida al detalle eran también verdaderos flancos abiertos.
Así quedó demostrado en una conversación telefónica entre Mauricio Toloza (41), el mayor de los hermanos, y la “Jana”.
En el diálogo la mujer le intenta explicar a Mauricio que no tiene cómo pagarle la droga que días antes le hizo llegar. Fue víctima de una quitada, le hizo saber.
-M: ¿Jana?
-J: ¿Ah?
-M: Hoy día voy a mandar al loco pa’ allá pa’ que me mandes las moneas po’, si ya ha pasado caleta ya po’.
-J: Sí po, pero Mauri… oye si yo me voy a conseguir negocio para seguir trabajando. Yo fui pa’ tu casa y todos saben lo que me pasó. Soy tú el único que no hay aparecido pa’ acá.
-M: No, pero siempre es lo mismo… pa’ qué po.
-J: No, a ver Mauri… espérate un poquito. No es siempre lo mismo. ¿Sabís por qué? Porque a mí me llevaron todas las hueás de la casa. El otro día cuando vino el cabro (un “soldado” de Los Risas) se metió pa’ dentro y vio. No tenía ni una tele, hueón. A mí me llevaron todas las cosas de la casa.
Durante gran parte de la llamada, que duró 7 minutos y 40 segundos y que hoy publica BBCL, la “Jana” intenta convencer a Mauricio que esta vez no está mintiendo, que de verdad fue víctima de una mexicana. Para conseguirlo, le indica que apenas ocurrió el altercado ella mandó a avisarle a él, sin éxito.
-J: A las 3 de la mañana te anduvo buscando la Nina en tu casa. Gritó y gritó porque aquí en la casa estaba la media zorra. ¿Cachay? No es que yo siempre haga lo mismo, porque yo nunca a ti te había dicho algo así, porque nunca me había pasado.
-M: Ya…
-J: Aquí en la casa, Mauri, se llevaron todo. Si llegaron hasta los pacos po’. Yo tengo hasta los papeles de la fiscalía de lo que pasó ese día con fecha y hora. ¿Cachay o no? Tú sabes que yo te he mandado a buscar, he ido pa’ allá y nadie sabe nada del Mauri… porque uno pregunta y nadie sabe. “No está, no ha llegado, no ha llegado y no ha llegado”, me dicen.
La mujer le señala que la situación fue tan violenta que incluso llegaron a su casa efectivos de Carabineros. Mauricio no le cree y le recuerda que en una oportunidad anterior también le quedó debiendo dinero.
-M: Pero cuando yo te pasé la hueá después a la semana andabas también diciendo que te habían piteado una hueá.
-J: No, pero yo igual te hice moneas.
-M: Ese día me dijiste ‘yo esta hueá la paso y la entrego’. Me dijiste así po’.
J: Si po’, porque yo paso. ¿Cachay?
Jana incluso le cuenta que casi se llevan secuestrado a quien aparentemente sería uno de sus hijos.
-M: ¿Y quiénes eran?
-J: Ese hueón de San Gregorio po’ el Chisqui. Ese hueón dio el dato. Eran siete hueones y un hueón que estaba afuera en un auto y otro en una camioneta. Yo ese día fui a buscar la plata y hay una loca que anda metida entremedio, era la que sabía que yo iba a ir a buscar esa plata (…) ese día sabían que yo iba a ir a buscar esa plata. Ellos (los que fueron a quitar la droga) lo que querían era que yo dijera que tenía toda la plata para que me trajeran (más droga). Yo por eso llamé al tiro a la Nina y le dije por favor venga, porque los hueones me querían llevar al Nico.
-M: Mmm…
-J: Yo estaba despierta porque había llegado hace poco, pero el Camilo con el Nico estaban durmiendo. Me hicieron tira hasta los vidrios. No es cosa que me esté truqueando, porque yo nunca me he truqueado con ustedes. Los vecinos llamaron a los pacos y yo… ¿Qué tuve que hacer?, denuncia po’. Pero yo no le dije (a los policías) que los hueones me pedían droga, le dije que me pedían oro, joyas y plata.
Mauricio termina comprando la historia de Jana y le pide una nueva fecha para mandar a buscar el pago.
M: Entonces, ¿pa’ cuándo conversamos?
J: Mira yo estoy esperando porque mi mamá me dijo que a penas le llegara algo me iba a pasar para que trabajara. A penas yo tenga te voy a empezar a pagar, no es que yo me esté truqueando, no desconfíes de mí… me extraña que tú seas así y digas eso.
M: Ya ahí yo le digo a los cabros.
J: Y dile a los cabros que cuando uno te deje un recado por último te los den po’.
M: Ya.
J: Ya chao.
Escuche aquí la conversación completa:
El fútbol, su debilidad
El 3 de abril de 2019 comenzó la debacle de Los Risas. Funcionarios de la Brigada Antinarcóticos de la PDI realizaron en coordinación con la Fiscalía Metropolitana Centro Sur allanamientos simultáneos en diversos domicilios.
El objetivo era claro: desarticular a la banda, lograr la captura de sus integrantes y conseguir la mayor cantidad de pruebas posibles.
El plan salió casi perfecto. Hubo 12 detenciones, entre ellos Mauricio, pero pese a los esfuerzos, lo otros dos hermanos y líderes de la organización consiguieron eludir el asedio policial. Como pesaba sobre ellos una orden de detención, a partir de ese día comenzaron a ser prófugos de la justicia.
Y así se mantuvieron por cuatro meses, hasta que un partido de fútbol amateur permitió su captura.
Alejandro y Ángelo Toloza García | Archivo policial
Según consta en el expediente judicial, el sábado 3 de agosto se disputó en La Granja una final del fútbol de barrio en la que participó el Villa La Cultura de San, el club de toda la vida para Ángelo y Alejandro.
Ambos jugaron el partido donde salieron victoriosos, trasladándose posteriormente a la sede del club para la celebración de rigor. En ese contexto se concretó su detención.
La investigación, ya formalizada, continuó avanzando y se extendió por varios meses. En octubre de 2020 el fiscal Suárez presentó ante el 12º Juzgado de Garantía la acusación y comenzó la última etapa del proceso.
Según se lee en el documento, a los hermanos Toloza García se le imputan los delitos de asociación ilícita para el narcotráfico, tráfico de drogas, infracción a la ley de armas y lavado de activos. Todos en calidad de autor y grado de consumados.
En cuanto a las penas, para Mauricio Toloza García la fiscalía pide un total de 46 años de cárcel. En el caso de Alejandro, las penas solicitadas suman 43 años, mientras que para Ángelo serían 36 los que podría pasar tras las rejas.
Todo se definirá esta semana, tras extensas audiencias de juicio oral con decenas de pruebas materiales, testigos y antecedentes. Los jueces del Sexto TOP de Santiago tienen ahora en sus manos el veredicto en la que podría ser la última carcajada de Los Risas.