Una escena que se repitió en este proceso de Consulta Indígena son sillas vacías. Y es que el proceso de participación que convocó la Convención Constitucional, que buscaba incluir a los pueblos indígenas del país en la deliberación de normas a incluir en la nueva carta magna de forma vinculante, no cumplió precisamente lo que esperaban que ocurriera cuando se ideó y reglamentó su aplicación.
Según el informe de resultados sistematizados al que tuvo acceso exclusivo la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío, en la Consulta Indígena de la Convención Constitucional participaron 7.549 personas, “entre consultas individuales y colectivas”. Esto, a lo largo de “451 consultas y 162 formularios individuales”, según reza el documento.
Este resultado se aleja de lo esperado en su momento por los constituyentes de la comisión transitoria de Participación Indígena. De hecho, en agosto del año pasado, Margarita Vargas, convencional kawésqar, aseguró en la instancia que la intención de varios de los escaños reservados era alcanzar “un grupo objetivo de 40 mil indígenas”. Ese número, según varios consultados para esta nota, se mantuvo en mente como meta para el proceso, considerando la cantidad de indígenas reconocidos en el país: 2.185.792, según el Censo 2017.
Otro aspecto a considerar es la participación en procesos de consulta indígena llevados a cabo anteriormente. Con todo, poniendo las cifras sobre la mesa, la consulta indígena de la Convención Constitucional congregó un 56% menos que el proceso de participación efectuado por el gobierno de Michelle Bachelet al alero de los encuentros convocados para su proyecto constitucional de 2018. En este, fueron 17 mil indígenas los que participaron. No obstante, hay quienes consideran injusta esta comparación, considerando el mayor presupuesto y tiempo con los que contó el recién mencionado proceso: cerca de 8 meses y $2.386 mil millones de pesos.
En suma, el pueblo que más participó fue el mapuche, con 3.604 consultados. Según el Censo 2017, 1.745.147 chilenos se declararon parte de esa etnia.
Entonces, en concreto, ¿qué pasó con la participación en la Consulta Indígena? ¿Por qué fue tan baja? ¿Cómo fueron los encuentros locales y cuánta gente llevaron? Radio Bío Bío contactó a comunidades y constituyentes de todos los pueblos originarios que integran la Convención Constitucional para encontrar respuestas a estas interrogantes. Parte de las respuestas: la pandemia, las fechas, la falta de comunicación, de tiempo e incluso la supuesta desidia de algunos convencionales de escaños reservados.
Falta de ayuda estatal
Cindy Quevedo es la kuraka (o representante política) de la comunidad Colla “Finca El Chañar”, de Tierra Amarilla, región de Atacama. Ella “saca cuentas alegres” del proceso, a pesar de los obstáculos, como la “falta de compromiso del Gobierno con el proceso”. El pueblo colla, en el último informe, movilizó 169 indígenas en total a los encuentros.
“Una participación de 7.300 es un número importante. Si consideras que tuvimos 19 días sin un presupuesto para aplicar la consulta, es un gran número. Otros procesos de consulta que han doblado ese número se han hecho de 6 a 8 meses, como el de Bachelet. Lo nuestro lo aplicamos sin presupuesto ni ayuda del gobierno, que se eximió completamente”, constata, resultados preliminares en mano.
Explica que su pueblo tuvo encuentros presenciales en Copiapó, Diego de Almagro, Caldera y Tierra Amarilla. El peak de asistentes a los encuentros presenciales fue de 11 personas, según detalla. En cambio, en los encuentros online tuvieron más participación: 33 personas por encuentro. Hicieron 10 en esa modalidad.
Quevedo, quien también forma parte de la Secretaría Técnica de Participación Indígena en la Convención, es enfática en la falta de apoyo. Indica que lo que empujó el proceso fue la autogestión.
“La gente que trabajó aún no se les paga. Ellos se costearon todo. (…) No teníamos nada: aquí no había un arriendo de vehículo, o un convenio con una empresa de traslado, nada. La gente que se sumó a esto fue de todo corazón para los pueblos originarios. Se cancelaron su propio transporte, vehículos propios, sacaron plata de su bolsillo para combustible, peaje. Tuvimos que ir a comunidades lejanas para tratar de llegar a todos los pueblos y gente rural. A los autoconvocados que dijeron ‘yo quiero ser consultado en mi territorio’, allá fuimos”.
“Si hubiéramos tenido el apoyo incondicional de un gobierno presente, hubiéramos quizás doblado el número. Pero así, es imposible”, remata Quevedo.
Juan Pablo Ogalde es representante del pueblo atacameño o Lickan Antay, y también es miembro de la Secretaría Técnica. Desde Calama, donde está su comunidad, sostiene la misma idea: “La participación fue positiva, a pesar de que se hizo “contra viento y marea”.
Ogalde cree que esto fue un proceso “con luces y sombras”. Y mientras la capacidad de autoconvocarse fueron las luces, las sombras fueron que los convenios de colaboración desde el Estado “no rindieron suficientes frutos”.
En la misma línea, el convencional aymara, Luis Jiménez, agrega que “no hubo plata ni una orden del gobierno a decirles a los gobernadores y alcaldes, ‘apoyen con todo’. Pudo haberse hecho mucho más de parte de la autoridad. Esta prácticamente la hicimos solos. De verdad. Sin perjuicio del gran apoyo que hubo entre los alcaldes, pero depende de la voluntad de cada uno”.
Tiempo y descoordinación
El tiempo también fue un factor negativo según varios de los que participaron en este reportaje. El hecho de que la consulta tuviera tan solo unos pocos días para desarrollarse es, señalan, una de las grandes causas de no haber congregado más indígenas en los encuentros.
El constituyente del pueblo diaguita, Eric Chinga, con resultados preliminares en mano, asume a Bío Bío que la consulta indígena en cuanto a participación fue “un fracaso”. Según el censo 2017, alrededor de 88 mil chilenos y chilenas se consideraban diaguitas. Pero menos de mil participaron en la consulta en febrero.
Y que “en la Convención se ha avanzado en temas muy interesantes, pero la Consulta sabíamos que iba a fracasar del punto de vista de la participación. Tal vez no de la síntesis, porque la vi y hay bastantes temas muy interesantes. Pero a lo que nosotros apostábamos era la participación, y ahí yo creo que se falló. No es muy representativo. Son 7 mil los que participaron, de un universo de casi dos millones”.
Por esto, culpa al tiempo limitado que se tuvo para desarrollar la consulta: “Dijimos desde un principio que el tiempo para la consulta indígena, más allá de que no sea bajo los estándares, sobre el decreto 66, era una consulta diferente. Y consideramos que el tiempo iba a afectar la participación”.
Chinga incluso va más allá, y asume que estos resultados complican la legitimidad del proceso: “Lo que nosotros queríamos era legitimar el proceso. Y lógicamente esa cantidad de participación nos complica”.
No obstante, Chinga también menciona las descoordinaciones que tuvieron en la misma Comisión de Participación y de Consulta Indígena. Además de la renuncia de Victorino Antilef, escaño mapuche, a la coordinación, se suman los problemas que tuvieron para decidir el texto base sobre el cual cimentar la consulta.
Todo eso fue retrasando el proceso, dejando el período de encuentros a solo 19 días”. Y enfatiza: “Para nosotros, 19 días no es una consulta indígena. Para mí no es una consulta indígena”.
En esa línea, el líder mapuche Aucán Huilcamán también señala errores procedimentales. “Mi opinión es que es una consulta relativamente excluyente. Se aleja de los estándares del derecho internacional, del derecho de autodeterminación y, en tercer lugar, del estatuto jurídico que disponen los pueblos indígenas proveniente del derecho internacional”.
Específicamente, el werkén del Consejo de Todas las Tierras argumenta que no se respetó la carta y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
“En esos dos instrumentos se establece el principio de igualdad entre los pueblos. No hay pueblos superiores e inferiores. Entonces, la consulta está más o menos en una lógica marginal, de domesticación y colonialismo”, razona.
Y profundiza en que “el hecho que separen a los indígenas para que discutan en sus comunidades alejando de donde se está redactando y adoptando la nueva constitución es una manera práctica de realizar la marginalidad. (…) Lo correcto y apropiado debió haber sido realizar un diálogo directo con la convención constitucional de los pueblos indígenas”.
Por último, adelantó a Radio Bío Bío que en los próximos días extenderá personalmente una invitación a los constituyentes, “a todos, sin distinción” a un encuentro en el cerro Ñielol, en Temuco, a un “diálogo de alto nivel”, para “poner en antecedente que los mapuches tenemos un proceso constituyente desde el 2016 al amparo del derecho internacional, y estamos discutiendo la formación de un gobierno mapuche en el sur”.
Por su lado, la convencional mapuche Rosa Catrileo, a pesar de que considera que la consulta pudo haber marcado esa baja convocatoria debido a que a los encuentros asisten “dirigentes que representan a las comunidades”, piensa que la participación “igual fue baja”. “Faltó difusión. Y más tiempo. El tiempo lo tenemos ajustado a la realidad de la Convención. Eso tratamos de siempre de transmitirlo. Que la participación iba a ser baja por el poco tiempo. Si hubiera más tiempo, iba a ir mas gente”, aclara la abogada.
La pandemia
Otro punto analizado por los constituyentes es el efecto que produjo la pandemia en la participación.
“Además de la comunicación, que pudo haber sido una debilidad, tampoco hay que perder de vista que estamos en medio de una pandemia. Esto ha dificultado el poder reunirnos en los territorios”, exterioriza Wilfredo Bacián, convencional quechua.
No obstante, Bacián celebró que a través de reuniones telemáticas se pudieran reunir. “De hecho, tuvimos un encuentro con la región de Antofagasta donde participaron más de 80 personas en forma telemática. Eso genera que hay un interés de participar”.
Ana Llao es Consejera Nacional del pueblo Mapuche ante la Conadi. Y desde Purén, observó que la pandemia afectó la congregación de la Consulta. “Esperábamos 120 personas, pero en la primera participamos 20, y en la segunda, 60 a todo reventar. La pandemia, nos guste o no, existe, e incluso han muerto dirigentes y miembros de la comunidad”.
Mala elección de fecha y bajo interés
En la misma sesión de la comisión indígena de este lunes, Ogalde fue didáctico en exponer el problema de la fecha elegida: “En esa fecha los pueblos del norte celebran su carnaval. Es una falta de respeto. Es como si se pusiera un proceso de consulta el 18 de Septiembre”.
Ana Llao, mapuche, confirmó que la fecha no fue la mejor, debido a que las comunidades de la zona están en tiempo de cosecha, el que se aprovecha al máximo antes del invierno. “La gente va a priorizar guardar sus productos, sus cereales, a, como ellos dicen, perder el tiempo en una reunión”.
Lo mismo pasa en el norte: Cindy Quevedo, kuraka del pueblo colla, manifiesta que fue “una fecha difícil” y que “el pueblo colla es trashumante (pastoreo en movimiento). Y en verano, claramente los pastos se secan acá abajo, y la gente se va más hacia la cordillera. Entonces, es imposible ubicarlos”.
Chinga explica la situación en detalle: “Hacer la consulta en tiempo de verano, lo dijimos, es muy mala fecha. Aparte que están las veranadas al norte, que son fuertes, que son limpiezas de canales y un montón de cosas que se hacen en este tiempo”.
Así también, junto con corroborar la falta de comunicación y de tiempo, el concejal de Nueva Imperial, Alfredo Llafquén, de origen mapuche, culpó al bajo interés ciudadano en la consulta.
“También un poco de responsabilidad es de nosotros, los ciudadanos. Nos quedamos un poco dormidos. Yo hice varios llamados a la gente, pero no tuve mayor aceptación. Tratamos de hacer varios de estos encuentros, pero no funcionaron. Entonces igual dice uno, ‘pucha, la gente está esperando que otro lo haga, siendo que también es mi responsabilidad’. Como ciudadanos también hay que hacer un mea culpa y ser responsable”, exhorta.
El caso del pueblo Rapanui fue diferente según explica el alcalde de Isla de Pascua, Pedro Edmunds (PRO): “Yo creo que la etnia más disciplinada que se ha puesto en la constitución es esta. Yo pienso. Sin desmerecer lo que han hecho las otras etnias”.
Según las cifras del informe, la etnia Rapa Nui congregó la cuarta cifra más grande de participantes: 678. Aunque esto contrasta con los cálculos que tiene el mismo Edmunds, que lista “cinco mil personas” que participaron en el proceso. Eso sí, repara en que había cansancio: “No esperábamos mucho más. El 2021 fue un año de muchas consultas, muchas reuniones, la gente está cansada”.
Crítica a los convencionales
Otro factor que fue clave en la baja congregación en los encuentros fue, indicaron prácticamente todos los participantes de esta nota, la falta de comunicación sobre las fechas, desarrollo y la baja presencia de los convencionales.
En el pueblo kawésqar, desde la comunidad Canoeros Australes de Punta Arenas, el dirigente Marco Coñuecar acusa que ha existido una mala gestión comunicacional desde Margarita Vargas, quien los representa en el órgano constituyente. “Nuestra participación por nuestra etnia fue súper baja, porque Margarita Vargas no nos avisó con tiempo. Ella nunca nos dijo realmente cuándo se iba a hacer el proceso, no nos dijo el día, hora ni fecha exacta”.
Además, lista un solo encuentro de la Consulta, en el cual no estuvo Vargas: “Se hizo un solo encuentro, y no estuvo Margarita. Participaron 5 kawésqar, y ninguno estuvo de acuerdo con lo que decía Margarita”. En suma, la participación kawésqar llegó a los 230 consultados.
La dirigenta de la comunidad mapuche-lafkenche Piedra Alta, Norma Huentén, de Puerto Saavedra, tiene la misma crítica sobre los constituyentes.
“En territorio lafkenche, la verdad de las cosas, es que hubo poca participación. Y también hubo poca información. Faltó más comunicación. Y también los constituyentes lamentablemente yo creo que por poco tiempo, no salieron a terreno como debería ser. Acercarse más a las comunidades”. Y especifica: “Los constituyentes de escaños mapuches no se hicieron presentes en la consulta, no mucho”.
El representante del pueblo huilliche y dirigente de Chiloé, Óscar Millalonco, expone que su pueblo no participó de la consulta.
“No participamos. La verdad es que supimos que se estaba haciendo, pero no tenemos constituyentes huilliches o veliches que hayan sido los que realmente nos representaran y se habían preocupado del proceso de consulta”.
Así también, Millalonco aduce que “era un chiste el tema de la consulta. Eran tres preguntas. Y aparte de eso, preguntaban cosas que tenían que ver exclusivamente con el tema mapuche”.
Desde el pueblo chango, Claudio Valle indica que no contaron con ninguna ayuda, ni comunicación, de parte del convencional Fernando Tirado, quien representa a su etnia. Y que cuando empezó la consulta, tomaron la decisión de realizarla de forma autoconvocada.
Según las cifras del informe, fueron el tercer pueblo con mayor participación: 818 changos convocados. Una gran movilización, considerando que 905 changos votaron en la elección de constituyentes el año pasado.
“No tenemos contacto con el constituyente. Todo lo que hemos hecho ha sido por nuestra propia gestión. Agrupamos 70 agrupaciones, y todo a través de consejeros regionales”, describe Valle.
Carolina Tamayo, consejera regional chango de Coquimbo, sentencia: “Si hubiéramos esperado que se contactaran con nosotros, no hubiéramos tenido el arrastre que tuvimos en la consulta autoconvocada”.
Asimismo, aunque recibieron un correo desde el equipo de Tirado, decidieron desmarcarse. “Él no está acreditado como chango y se da la autoridad de decir que el consejo no tiene validez, atentando contra el mismo convenio 169. Una contradicción del porte del buque”, evidencia Valle.
A raíz de lo anterior, Valle subraya: “Yo creo que la consulta no cumple con los estándares de la OIT. Empecemos por ahí, Esto fue una participación”.
Consultado por la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío, Fernando Tirado se defendió ante estas acusaciones. Asegura que no participa del Consejo Nacional del Pueblo Chango. “Yo no me siento interpretado por esas palabras. Yo represento a la gente que tengo que representar”, emite, para luego apuntar que “ellos no son changos”.
“No tengo idea si alguien que me está hablando es chango o no es chango, porque a mi nunca me han mostrado un papel”, advierte.
Enseguida, Tirado tildó de “calumnias e injurias que lanzaron en redes sociales” los comunicados del Consejo Nacional del Pueblo Chango.
¿Responsabilidad de la mesa?
¿Hubo responsabilidad de la Mesa directiva en la baja participación en el proceso? Según algunos consultados, se extrañó mayor organización de parte de la primera testera, dirigida precisamente por una constituyente de escaño reservado mapuche, Elisa Loncón.
“Le cayó mucha responsabilidad (a la mesa directiva actual). Esto debería haber estado armado desde antes, haber habido más apoyo, siendo que claramente la Mesa anterior tenía a una presidenta que era indígena. Y podría haber puesto más énfasis en un presupuesto solamente para la consulta”, critica Cindy Quevedo.
“También hubo falta de disposición de la mesa anterior, porque esto debió haber estado más organizado”, enuncia Bacián. “Y hoy, con todo ese retraso, que ya veníamos de ponernos de acuerdo, se vino todo el tema administrativo, como hacer la bajada, los recursos. Todo ese tema, yo creo que debió haberse instalado desde la gestión de la mesa anterior. Eso es algo que la Convención sabía que había que hacer”.
Eso sí, la actual presidenta, María Elisa Quinteros, se llevó un par de aplausos: “María Elisa estuvo totalmente a la altura, se puso la camiseta desde el primer día que asumió, y fue fantástica, porque ella ni siquiera pertenece a los pueblos originarios, pero cree y está consciente de la deuda histórica que existe con nuestros pueblos. Por eso mismo ella se la jugó al 100% y estamos muy agradecidos con ella”, cierra Quevedo.