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Valerie y John -oriundos de EEUU- tenían la esperanza de agrandar la familia, pero jamás pensaron que terminarían tratando con una aceitada organización que operó en Chile durante la dictadura dedicada al tráfico de menores, a la que pagaron abultadas sumas de dinero. Y aunque les aseguraron que su hijo venía sano, al poco andar notaron que algo no iba bien. Hoy su función psicomotriz es equivalente a la de un niño de un año. Las sospechas apuntan a un descuidado hogar de acogida al que llegó Andy antes de ser llevado a Norteamérica. Hoy forma parte de los 20 mil niños que fueron traficados entre 1973 y 1989 en nuestro país. Cobros extras injustificados, pagos de dinero en efectivo y amenazas confluyen en esta historia que revela la Unidad de Investigación de BioBioChile.
—Y antes de querer adoptar en Chile ¿buscaste en otro país?
Valerie mira la pantalla y guarda un segundo de silencio. Tras la pregunta desvía la mirada a su esposo John, un hombre de 71 años que exhibe una cabellera blanca y lleva puesta una camiseta a rayas de tonos azules.
—Chile era muy abierto y tenían facilidades en disponibilidad de bebés —responde.
Valerie y John Werner siempre quisieron adoptar. En 1973 se casaron y su anhelo no hizo más que crecer. Seis años después, ya con una casa propia, nació su primera hija, quien durante 8 años fue la única. En 1985 comenzaron a oficializar su deseo e iniciaron el papeleo para adoptar. Corea fue una opción, pero se decantaron por Chile.
En dictadura, Chile fue una de las mayores vitrinas cuando se trataba de agrandar la familia. El problema fue que eran adopciones ilegales, o más bien, tráfico de menores.
Las formas de hacerlo fueron variadas, partiendo por la infame mentira de decir que el niño había nacido muerto. O los sacaban de las residencias de menores mientras les prohibían las visitas a la madre. También hay un porcentaje que los entregó voluntariamente, sin saber que después crearían un dineral para mafias a costa de ellos mientras eran enviados al extranjero.
La nómina de cómplices es inagotable. Asistentes sociales, jueces, médicos y hasta curas ayudaron a que esta red lograra traficar a más de 20 mil niños y niñas, que hoy están bajo la lupa judicial. Siempre haciendo creer a familias extranjeras que era todo bajo los parámetros de la ley y abusando de lo que estaban dispuestos a pagar.
Por lo mismo, la situación no fue distinta para el matrimonio norteamericano, quienes entregaron abultadas sumas de dinero y una extensa documentación sin cuestionar, por miedo a que no los dejaran adoptar.
—Decían que podías tener un bebé en 6 meses, pero después, al esperar que nos contactaran, dijeron que iba a tardar más de 6 meses porque habían puesto una pausa en las adopciones en Chile. No dijeron por qué realmente, dijeron que había cierto escándalo —relata Valerie.
El deseo de hacer crecer la familia
La historia comienza así. Para lograr hacer el contacto con Chile, el matrimonio llegó a una agencia norteamericana. Ellos se beneficiaban al poseer información sobre adopciones en el país que ellos necesitaran.
Valerie explica:
—La agencia estaba aquí en Washington DC, como a dos horas de casa, de hecho fuimos a una reunión de adopción y había una serie de agencias que tenían información sobre adopciones de diferentes países. Elegimos “The American Adoption Agency” porque trabajaban en Chile y se veían éticos y confiables.
Un reportaje de La Tercera reveló que la investigación judicial chilena determinó que 206 niños adoptados están vinculados con esta organización extranjera. Es la más alta en ese país. Luego le sigue Evangelical Adoption and Family Service, con 22 casos.
Solo fuimos estafados con miles de dólares. Fue como una mafia de adopción… Solo queríamos un bebé.
- Valerie Werner
Estas cifras son solo parte de los documentos que poseía la asistente social Telma Uribe, quien habría enviado al extranjero a 525 niños entre 1950 y 2001. 432 de ellos a Estados Unidos.
Valerie prosigue:
—Bueno… Fuimos a una reunión de adopción y había aproximadamente 20 parejas que estaban sentadas en un círculo. Estaban presentando la disponibilidad de bebés y el papeleo, todo lo que teníamos que hacer. Fue la única vez que fuimos a esa agencia. Entonces nos devolvimos a casa, teníamos que leer toda la biografía, ir a una evaluación psicológica, exámenes médicos, tener referencias diciendo que seríamos buenos cuidadores para este niño.
¿Qué más hicimos? La pregunta se la hace Valerie a su esposo John.
—Un trabajador social local visitó nuestra casa tres veces. Nos entrevistó individualmente y como pareja, luego a nuestra hija. Revisó la casa. Tuvimos que hacer todos los documentos financieros. Tomó su tiempo hacer todo eso (…) Dijeron que había cierto escándalo y que debíamos esperar más para tener un bebé, eso fue como en el 1986. Entonces, esperamos y esperamos y luego tuvimos la llamada de la agencia de adopción que decía “ya, las adopciones están abiertas de nuevo”. Tuvimos que hacer todo el papeleo por segunda vez.
La llegada de Andy
Andrew Werner (su diminutivo es Andy) nació en el Hospital Barros Lucos, ubicado en la comuna de San Miguel en Santiago. Fue un 15 de agosto de 1987, en un parto espontáneo a las 37 semanas de gestación.
Pesó 2,850 grs y midió 49,5 cm. Fue inscrito -con su nombre chileno- en el registro civil de San Miguel. A los dos días de nacer fue dado de alta porque los exámenes apuntaban a una buena salud.
Tres días después John y Valerie recibieron una llamada:
“Tu bebé nació, es un pequeño niño”, les comunicaba el director de la agencia The American Adoption al otro lado de la línea.
Transcurrieron dos meses para que ambos pudieran arribar a Chile junto a su hija e ir en busca de Andy. Durante una semana se hospedaron en el Hotel Crowne Plaza.
Una investigación de Ciper constató que más de 700 niños que fueron enviados al extranjero se inscribieron en el registro civil con una dirección de hotel. Hotel Montecarlo es el principal (374), Hotel El Conquistador (176), Hotel Carrera (88) y Hotel Sheraton (35) también figuran en el listado.
En el transcurso de esos dos meses Andy se quedó en un hogar de acogida. El informe social que realizó su asistente social, Telma Uribe, informó que todo estaba OK.
“Fue dado por su madre al nacer, para que fuera colocado en un hogar adoptivo. El menor se aloja desde el 18 de agosto en una vivienda familiar privada, ubicada en Villa Portales, Av. Sur bajo el cuidado personal de la Sra. Yara, mientras que los procedimientos legales que permiten que sus padres adoptivos lo lleven con ellos a su casa, están terminados”.
Quien realizó todos los informe de Andy -y de otros 579 niños- fue Telma Uribe, quien trabajó 31 años en el servicio público y en la Casa Nacional del Niño. De ese total, 525 fueron derivados al extranjero.
En 2017, la PDI le incautó 351 carpetas, ocho cuadernos, cuatro archivadores y cinco agendas, además de algunas cartas enviadas de quienes trabajaban con ella. Esos documentos, escondidos bajo capas de polvo en su domicilio, daban cuenta de que 579 niños chilenos fueron dados en adopción entre 1950 y 2001.
En 2017 fue interrogada y quedó en calidad de acusada. Hoy tiene 99 años y poco y nada se sabe de ella.
El hogar de acogida
En Chile, los Werner solo conocieron Santiago y Valparaíso. Su viaje no se trató de turismo, más bien de concretar su anhelo de adoptar. Su trayecto era simple: desde el hotel al hogar de acogida donde mantenían a Andy previo a su periplo final a EEUU.
—Honestamente no sé donde estábamos —cuenta Valerie al ir a buscar a Andy a la vivienda particular—. Llegamos a esta zona de departamentos, era una población muy pobre, había basura, mucha basura alrededor, donde todo alrededor se sentía sucio. Luego caminamos y subimos al segundo piso, golpeamos la puerta, abrió la mamá (de acogida) y nos dejó entrar a la casa. Ella tenía seis niños en cunas, uno al lado del otro en un dormitorio muy, muy pequeño. Ella y su hija cuidaban a estos bebés. Escuchamos que Andy había estado ahí, por dos meses.
Este fue el primer encuentro que tuvo la pareja con Andy. Emocionante y sobrecogedor, describen hoy ese momento. No obstante, no pudieron llevárselo al hotel.
—Dijeron que era prestado, que no podíamos tenerlo, no dijeron por qué. Lo cargamos y paseamos alrededor, almorzamos y seguía llorando, lloraba mucho. Yo pensaba que era porque éramos extraños y no estaba acostumbrado a nosotros, pero no era un bebé feliz.
Recién al día siguiente les llevaron a Andy al Crowne Plaza. Estaba todo listo para que regresaran a Estados Unidos. La agencia y los gastos por los trámites chilenos ya estaban solventados.
Pero antes de que pudieran dejar el hotel, apareció Telma Uribe junto a la abogada María Luisa Avendaño. Lucían ostentosos abrigos y joyas.
El negocio de las adopciones
Las adopciones en Chile entre 1973 y 1990 fueron un negocio rentable. Después de la dictadura también continuaron, pero no con el mismo auge. Parte del pensamiento en ese periodo era que no estaban dispuestos a invertir en una infancia pobre. De hecho, hasta el día de hoy se intenta justificar el tráfico de niños aludiendo a que “lejos de aquí tendrían un mejor futuro”.
Las mujeres embarazadas de escasos recursos, los menores en residencias o las familias de sectores rurales con bebés, eran las víctimas principales para quitarles a los hijos. La idea era, “erradicar la pobreza”, creyendo que les hacían un bien al pequeño y al país, pero pasando por alto el dolor de los padres biológicos que hasta hoy les sigue lastimando.
Si bien uno de los pretextos era reducir la pobreza, también se buscaba un vínculo geopolítico, por ejemplo, como ocurrió con Suecia, donde usaron a los niños para presionar al gobierno sueco.
Ahora bien, las personas que tramitaban las adopciones ilegales bajo este pensamiento cobraban pequeñas fortunas por un niño, dinero que caía en el bolsillo de todos los involucrados en la red. Varios de ellos lograron amasar altas sumas de dinero a costa del tráfico de menores.
En la adopción de Andy, el matrimonio pagó más de US$10.000 dólares a la agencia norteamericana (más de 8 millones de pesos chilenos). No obstante, un documento entregado a la familia en la época detalla que ese no fue el único desembolso.
Los Werner también debieron asumir una supuesta pensión completa para la madre biológica, la consulta con el pediatra, el traslado del menor, la farmacia y todos los documentos “legales”, entre otros. Eso sumaba otros US$1.225, pero no se sabe si efectivamente ese dinero llegó a las personas nombradas. Se sospecha que los billetes fueron a parar a la organización detrás de la adopción.
Antes de llegar a Chile, la agencia incluso les pidió que trajeran como “donación” una caja llena de pañales y ropa de bebé. Esos productos eran escasos y caros en la época. La mayoría de las madres no podía pagarlos.
Más y más dinero…
John y Valerie estaban ansiosos por marcharse, imbuidos en la emoción por poder sostener nuevamente a Andy. Pero ahí, en su cuarto del Crowne Plaza, estaban Telma Uribe y María Luisa Avendaño.
—Ambas tenían puesto muchas joyas de oro. Ellas fueron a nuestra habitación del hotel para conocernos. Dijeron que necesitaban más dinero porque la madre de Andy necesitó una cirugía después de dar a luz. Yo dije “¿para qué?” y ella respondió: “bueno, los chilenos tienen problemas al estómago, fue una cirugía de estómago”. Entonces ellas pidieron 3.000 ó 4.000 dólares adicionales de lo que ya habíamos pagado. Les dimos 3.000 dólares (unos 2,3 millones de pesos chilenos). Tomaron el dinero y lo pusieron en el bolsillo de su abrigo.
Quien aparece en los documentos y en la fotografía es María Luisa Avendaño, una de las abogadas que tramitaba las adopciones junto a Telma Uribe.
El matrimonio Werner debió pagar el parto y una operación a la vesícula de la madre. Ello, pese a que ambos procedimientos fueron en un hospital público, donde en rigor, era gratis.
—Nosotros no hicimos muchas preguntas, porque cuando adoptas te sientes muy vulnerable. Y si tú no haces lo que te piden, entonces arriesgas la oportunidad de no tener tu bebé —recapitula la madre de Andy.
“El no va a vivir mucho”
Después de pagar las abultadas sumas de dinero “oficiales” y extras, debieron ir a la embajada de USA en Chile para que Andy pudiera salir del país. Todos los trámites restantes estaban listos. El oficial de legalizaciones en Chile también figura en la lista de las personas que participaron en esta adopción.
Andy fue entregado formalmente en el aeropuerto. Antes de que se subieran al avión, le quitaron toda su ropa. Las prendas quedaron en Chile.
El vuelo a Estados Unidos demoró cerca de 11 horas. En todo ese tiempo Andy nunca dejó de llorar. Incluso, su llanto se prolongó por los cinco días posteriores. A fines de noviembre Valerie le dijo a John:
—Algo está mal con este bebé. Él me dijo (su esposo): “Te preocupas demasiado, estará bien, solo está acostumbrándose”. Yo le dije “No, algo está mal con este niño”. Después, su cuerpo entero estaba cubierto de sarna. Para navidad yo y John tuvimos sarna y nos duró hasta mayo de 1988.
Comenzaron a darse cuenta que algo sucedía con Andy.
—Tenía muchos problemas respiratorios. Estaba en el hospital, tenía neumonía, estaba muy, muy enfermo. En mayo, él no estaba alcanzando objetivos, por ejemplo, no alcanzaba los juguetes. Creo que él estaba teniendo espasmos infantiles, pero en ese momento no sabíamos que ese era el problema. Entonces, lo llevamos a un neurólogo en mayo de 1988 y nos dijo: “No, él no va a vivir mucho, si él vive, tres años será lo máximo”. Mencionó que nunca iba a hablar, caminar… Era un pronóstico terrible.
Los papeles de adopción que recibió el matrimonio indicaban que Andy estaba sano. Incluso, los exámenes realizados al momento de nacer apuntaban en la misma dirección. En ellos se lee: “Examen a los cuatro días de vida, se encuentra en buenas condiciones generales, activo, llanto vigoroso, tono y reflejos adecuados”.
La propia madre biológica confirmó más tarde que Andy que nació bien.
¿Entonces? Todas las sospechas recaen en un solo lugar: el hogar de acogida.
-¿Qué pensaste en ese momento?
—Teníamos el corazón roto.. Fue muy triste porque, si vas a adoptar un niño y dices ‘quiero un hijo que necesite cuidados especiales’, es una decisión consciente que tú haces, nosotros no queríamos eso. Queríamos un bebe normal y sano.
Al primer año Andy fue más de cien veces a diferentes hospitales. Lo operaron. La hija de Valerie y John, que fue parte de la decisión familiar de adoptar porque quería un hermano, se quedó sola y al cuidado de diferentes familias mientras sus padres se lo pasaban en el hospital.
—Nos dividió como familia, porque cuando Andy estaba en el hospital, uno de nosotros tenía que estar siempre allí, no podíamos dejarla sola y después ella estaba de una familia en otra, de un vecino en otro, alguien que la cuidara a ella para poder cuidar nosotros a Andy. Fue muy frustrante para ella, le cambió toda la vida.
–Una vez que te enteraste que Andy tenía esos problemas ¿llamaste a la agencia?
—Yo llamaba a la agencia contándoles lo que estaba sucediendo, ellos realmente no querían escuchar, no estaban interesados, todo lo que querían hacer por nosotros era que el proceso de adopción finalizara.
—¿La agencia era una agencia privada?
—Era privada y cerraron. Arrancaron con el dinero y cerraron todo.
La carta de Telma
John y Valerie entonces pidieron información a Telma. La respuesta no fue inmediata. Recién el 23 de noviembre de 1987 les respondió a través de una carta.
En sus líneas, intenta expresar un sentimiento de “preocupación”, aunque a fin de cuentas no les entregó ninguna información concreta.
“Un cierto sentimiento de inseguridad me invadió, cuando vi a su hermosa hija, y pensando si serían capaz de amar a nuestro “bebé latinoamericano”. Por favor, perdónenme por este estúpido sentimiento, porque ahora que he leído sus amables palabras con respecto a su bebé, me siento más cómoda”, versa el escrito.
Prosigue: “En cuanto a la información (…), tengo que disculparme por mi retraso. Aunque me di cuenta de que no era tan urgente, supongo que ustedes tenían miedo de que lo estaba retrasando por alguna razón oculta. Por favor, perdónenme por causar su preocupación”.
“Solo queríamos un bebé”
Sin respuestas oficiales, Valerie comenzó una investigación personal que dio con la madre y una de las hermanas biológicas de Andy. La primera respuesta de su progenitora fue negar todo, pero cinco años después accedió a hablar con el matrimonio norteamericano vía Zoom. Su hermana, quien también fue dada en adopción, nunca respondió.
Valerie confirmó que no hubo problemas en el embarazo. La madre biológica les explicó a los Werner los motivos para dar a Andy en adopción: abusos y falta de dinero, principalmente. Pero también indicó que fue presionada por Telma Uribe. Acusó que la amenazó diciéndole que si no entregaba a su hijo en adopción, le quitarían a su hija mayor.
En ese encuentro virtual también estuvo presente Constanza del Río, fundadora de la ONG Nos Buscamos. Tras analizar los documentos, agencias y personas involucradas, se confirmó que Andy fue adoptado ilegalmente.
—Nosotros pensamos que esta agencia (The American Adoption) era ética y que podíamos confiar en ellos, realmente desde nuestra experiencia, no hay honestidad o confianza… Solo fuimos estafados con miles de dólares, había mucha gente en esto. Fue como una mafia de adopción y no tuvimos idea. Nos sentimos muy traicionados…
—¿Sabías de la situación política en Chile durante ese tiempo?
—Yo no sabía, ¿y tú? (le pregunta a su esposo). No, realmente no sabíamos. Deberíamos haber investigado todo eso, deberíamos haberlo buscado, pero nosotros no teníamos idea de eso. Solo queríamos un bebé. Ojalá hubiésemos hecho una investigación.
John retruca:
—Hay mucha gente pobre en otros países, lo vi en Brasil, Argentina, y pensamos podemos ayudar a esta gente pobre, es algo que debíamos hacer. Supongo que mordimos más de lo que podíamos masticar. Estábamos sorprendidos por cómo las cosas cambiaron… Si hubiese sido saludable hubiese ido al colegio, universidad, ido de vuelta a su país, pero bueno, eso no es lo que pasó…
Valerie se lamenta:
—John todavía se pregunta cómo hubiese sido su vida si hubiese estado bien… ¿Estaría casado? ¿Hubiese tenido hijos? ¿Cuál hubiese sido su carrera? Sabes, siempre me pregunto eso. Pero cuando nos dimos cuenta que había sido traficado, y cuando hablamos con su madre biológica, fue una confirmación de que Andy fue hecho para ser nuestro bebé… Aquí, porque salvamos su vida y a través de un excelente cuidado médico y amor es cómo ahora él tiene 34 años. Él habría muerto en Chile, no creo que hubiese durado ni seis meses con sus problemas médicos. Nosotros lo amamos profundamente, pero ha sido un tremendo sacrificio en nuestro matrimonio.
Andy hoy tiene 34 años, pero su función psicomotriz es equivalente al de un niño de un año. Se comunica a través de sonidos y expresiones. Sus medicamentos y atenciones médicas suman voluminosas cantidades de dinero.
-¿Te arrepientes de haber adoptado a Andy?
—Hay algunas cosas de las que nos arrepentimos, claro. Desearía haber pasado más tiempo con mi hija, nos perdimos algunos puntos importantes con ella y eso duele. Me tomó cerca de 5 años realmente aceptarlo (a Andy) tal como es. Dios nos escogió para ser sus padres, no fue la opción que elegimos conscientemente pero Andy fue hecho o destinado para nosotros. No puedo imaginar la vida sin él, pero nos tomó un largo tiempo llegar hasta aquí, definitivamente se llevó nuestro matrimonio y nuestra relación con nuestra hija.
Actualmente Valerie y John realizan charlas a padres que tienen hijos con necesidades especiales en EEUU y los ayudan para que el proceso sea relativamente más fácil.
Una investigación en las sombras
La investigación chilena destapó un verdadero escándalo en febrero de 2018, cuando el juez Mario Carroza reveló al país que se estaban investigando 20 mil adopciones de menores enviados al extranjero.
Eso ayudó a que muchas madres pudieran reencontrarse con sus hijos, aunque el mérito recae en organizaciones como Nos Buscamos e Hijos y Madres del Silencio.
El año pasado, Suecia abrió una investigación para analizar cerca de 2 mil adopciones, y ahora, Francia puso a disposición una comisión investigadora por irregularidades en el proceso de adopción entre 1973 y 2006.
Hoy, la investigación está en manos del ministro Jaime Balmaceda. La Unidad de Investigación de BioBioChile solicitó una entrevista con él, pero fue denegada. ¿La respuesta? “No está hablando con la prensa”.
Por ahora, se desconoce el avance del proceso judicial chileno, que ya cumplirá 4 años.
El nombre chileno de Andy no fue expuesto en este reportaje para proteger la identidad de su familia biológica. Así tampoco, el de su madre.
Este medio intentó comunicarse con Telma Uribe, sin resultados hasta el cierre de esta edición.
El cambio de dólar a peso chileno se calculó a la fecha actual.
Hasta noviembre de 2021 la ONG Nos Buscamos ha logrado reunir a 300 familias. Hijos y Madres del Silencio ya suma 261. En sus páginas web se puede solicitar ayuda por si necesitas encontrar a tu hijo o madre.