Jorge Alfonso Burgos Varela (68) militó en la Democracia Cristiana (DC) desde los 20 años. Estuvo en las filas de la falange desde 1976 hasta 2019, durante 43 años. Toda una vida.
Fue subsecretario en los 90 con Patricio Aylwin y en los 2000 con Ricardo Lagos. Tuvo tres periodos como diputado de Ñuñoa y Providencia. De hecho, hasta la fecha sigue viviendo relativamente cerca del límite entre las dos comunas. Con Michelle Bachelet fue ministro de Defensa y luego titular de Interior hasta 2016.
Tras su salida de la DC, en 2022 se sumó a Amarillos por Chile. Pero hoy se considera, en la práctica, un militante pasivo y una figura política retirada a la que —dada su trayectoria— algunos consultan de vez en cuando. Aunque, el pasado sábado estuvo presente en el desayuno en que las figuras del movimiento le entregaron su respaldo a Claudio Orrego para su reelección como gobernador metropolitano, precisamente un exmilitante DC.
Burgos se reconoce como un viudo de la Concertación.
“Sí, yo echo de menos a la DC. Yo voy a morir siendo demócrata cristiano”, admite en entrevista con BBCL Investiga.
Más que todo, extraña el apogeo económico de esa época: “Voy a decir una cosa que le duele a muchos y me importa un comino ¿Cómo volvemos a ser un país como en los tiempos de la Concertación?”.
Añorando viejos tiempos
Jorge Burgos explica que decidió militar en Amarillos cuando eligió apoyar el Rechazo en la primera propuesta constitucional de la Convención. Aunque tuvo bastante hype en sus inicios, cree que luego fue perdiendo fuerza.
—Yo entré en ese movimiento, firmé para que fuera partido, pero hoy día no tengo mayor participación la verdad. Soy un militante pasivo.
—El movimiento tuvo mucha cobertura de prensa en su momento, pero tuvo malos resultados en las últimas elecciones.
—Tuvo partida de caballo inglés. Yo creo que después ha tenido dificultades, yo creo que hay una discusión interna respecto hacia dónde debe ir ese partido. Yo soy de los que cree que ese partido tiene que ser categóricamente de centro y tratando de buscar unidad con la centroizquierda. Otros creen que más bien debe ser de centro mirando más hacia la derecha.
—¿Siente que Amarillos ya no es tan relevante como parecía que iba a ser cuando se lanzó?
—Creo que todavía puede serlo, pero hubo más esperanza en su surgimiento. Eso está un poco retardado. No digo que esté definitivamente retardado, pero ha sido más complejo. Surgieron otros movimientos, el Partido Demócratas…
—Algunos hablan de una posible fusión…
—Sería lo lógico en la medida que sean partidos que lo que propongan al país sean propuestas reconstructoras de un centro progresista moderado, pero que cree en los cambios, más que propuestas vinculadas a legítimas expectativas personales.
—Y al margen de que su militancia hoy no es tan activa ¿Tiene en sus planes alguna candidatura el próximo año?
——Categóricamente no. Me declaro un político, desde el punto de vista de la primera línea, jubilado. Me siguen preguntando opiniones, por mi pasado, pero no tengo ninguna expectativa de ser candidato a nada. Es una etapa cerrada de mi vida. Si el día de mañana hay un gobierno, que yo haya apoyado a mi gusto, que piensa en un acto de irresponsabilidad que yo pudiera ser ministro, eso estaría dispuesto a pensarlo (ríe).
—Usted dice que la vocación de Amarillos debe de ser un partido de centro con apego a la centroizquierda ¿Echa de menos lo que era la DC?
—Sí, yo echo de menos a la DC. Yo voy a morir siendo demócrata cristiano. Yo me siento en muchas cosas demócrata cristiano. Más allá que no estoy de acuerdo, por eso me fui, con la conducción que tuvo el partido particularmente en la época del estallido. Creo que el partido se equivocó medio a medio. Pero hay muchas cosas en las que me sigo sintiendo demócrata cristiano. Una mirada política, una mirada económica… Y no sé, si la Democracia Cristiana en algún momento desea volver a ser lo que fue y dejar de ser un vagón de cola de otros partidos. A lo mejor podrían invitar a muchos y estaríamos felices de volver.
—A la DC tampoco le fue muy bien en estas municipales ¿No le parece que el partido está como muerto en vida?
—Te voy a decir una cosa. Si el PPD, ojalá el Partido Socialista y los radicales dijeran: “Nosotros en la próxima presidencial vamos a llevar un candidato a la primera vuelta. Y vamos a llevar una lista parlamentaria de lo que fue el mundo de la centroizquierda en los tiempos de la Concertación…”. Yo me inscribo al tiro en eso. Al tiro. No sé si lo irán a hacer.
Un país a otro ritmo
En el escenario post electoral, aunque con más respeto que la mayoría de la oposición, afirma que un cambio de gabinete sería conveniente. Sobre todo pensando en revitalizar la economía. Alaba la labor del ministro de Hacienda, Mario Marcel, pero dice que necesita un mejor partner en Economía. Como prioridad, propone la salida de Nicolás Grau (FA) y reemplazarlo por el senador Ricardo Lagos Weber (PPD).
—¿Fue correcto descartar un cambio de gabinete tras las municipales?
—Yo creo que al Presidente le habría convenido hacer un cambio de gabinete. Y todavía le conviene. Ocupar, como dicen en el fútbol, la ventana de cambio. Colaboró poco en eso las declaraciones de la oposición, que le exigieron que los cambie a todos, como dijo Evelyn Matthei. Si ellos realmente querían un cambio de gabinete, con eso no ayudan en nada.
En su criterio, habría elegido parlamentarios que ya no pueden ir a la reelección. Y aunque le reconoce capacidad intelectual a Grau, subraya que Chile necesita un empujón en la economía y salir de una larga década de bajo crecimiento.
—¿Usted habría sacado al ministro Nicolás Grau entonces?
Yo habría sacado al ministro de Economía y hubiera puesto a Lagos Weber. Le queda un año de parlamentario y no puede ir a la reelección. Yo creo que en la próxima presidencial el que ofrezca más claridad para salir de este estancamiento va a tener una muy buena posibilidad de ser presidente.
—¿La clave del debate va a pasar por ahí?
Voy a decir una cosa que le duele a muchos y me importa un comino. ¿Cómo volvemos a ser un país como en los tiempos de la Concertación? Del punto de vista económico ¿Cómo volvemos a ser un país que pueda crecer a 5 puntos anuales? ¿Cómo volvemos a ser un país que tenga en el horizonte relativamente rápido pasar a ser un país desarrollado? Es el tema central para Chile.
—¿En ese momento nos ayudaba el cobre, ahora habrá que agarrarse del litio?
El cobre nos ayudó a la inventiva, nos ayudó la capacidad de hacer cosas. Un país creativo, que hizo cosas, que fue capaz de buscar acuerdos con la oposición. Un país que andaba a otro ritmo.
Caso Monsalve: “Fue una crisis severa. No se la doy a nadie”
Como exministro del Interior, Jorge Burgos desmenuza el caso que más ha golpeado a La Moneda. Aunque apunta a que la situación fue manejada muy mal, reconoce que en su época nunca le tocó enfrentar algo de tal magnitud.
—Fue una crisis severa, compleja. Como se dice, no se la doy a nadie. Yo creo que cualquier gobierno que tuviera esa envergadura de crisis habría tenido problemas. Desde mi perspectiva, el error más complejo fue haber puesto al Presidente en la decisión esa noche respecto de qué hacía con Monsalve. Dentro de las crisis mayores las cosas se pueden hacer mejor, como el propio gobierno ha dicho. Yo diría, con un poquito menos de conmiseración, las cosas no necesariamente se pueden hacer tan mal.
—Pero de lo que usted conoce de cómo funciona internamente un gobierno ¿Es una práctica común dar este espacio de tiempo antes de tomar una decisión? ¿O las decisiones se suelen tomar de manera más inmediata? Me refiero a este espacio de dos días que se le dio a Monsalve.
Que yo sepa no es una práctica común. Yo creo que había que tomar una decisión, la que tomó el gobierno, pero haberla tomado antes.
—¿El mismo martes?
—El mismo martes. Y haber hecho una simple declaración. No este espacio de una conferencia de prensa. Ahora, el tiempo ha pasado, creo que el gobierno ha ido enderezando el tratamiento del tema. Lo importante al final de cuentas es que frente a este tipo de denuncias los entes persecutores actúan con plena autonomía y que si se llega a comprobar culpabilidad existan las sanciones determinadas por el Poder Judicial que correspondan y se cumplan. Eso que parece obvio, no es tan obvio. Eso habla bien de nuestra tan vilipendiada institucionalidad. Aquí tenemos un ejemplo, a mi juicio, positivo de lo que hemos construido.
—Aún así, respecto a los detalles, algunos han sido bien críticos. ¿Usted cree que Boric terminó dándole tiempo a Monsalve para tapar o encubrir el asunto?
—No. Yo creo que el Presidente pudo haber actuado equivocadamente, pero de buena fe.
—¿Y en un caso hipotético, si el caso alcanza a Tohá debiera aplicarse a sí misma el criterio Tohá?
—Yo creo que el caso, desde el punto de vista de los delitos que se investigan, no la va a alcanzar. No creo que haya una situación de carácter penal.
Movimientos acertados
Pese a todos los contratiempos, celebra varias de las medidas tomadas por Boric. Desde la designación de Luis Cordero como reemplazante de Monsalve en la Subsecretaría del Interior, hasta la capacidad del gobierno para apretarse el cinturón.
—¿Se puede enfrentar la crisis de seguridad en medio de todo este escándalo en el corazón del ministerio que precisamente está a cargo de la seguridad?
—El Presidente de la República, a la hora de decidir quién sustituía a Monsalve, lo hizo bien. Tomó una decisión rápida.
—Es bien inédito pasar de ministro a subsecretario.
—Yo no conozco otro caso. Creo que fue una decisión justificada hacer eso tan raro, porque nombró a una persona de probada solidez. Cordero ha contribuido mucho en un ordenamiento. En esto es muy difícil salir aplaudido, pero lo ha hecho relativamente bien. Debo reconocer que en materias de Interior no debiera ocupar tanto un lenguaje jurídico, que él ocupaba mucho en Justicia. En materia de seguridad tiene que ser un discurso más fácil para la gente.
—Aún así le parece una muy buena decisión.
—Una muy buena decisión del Presidente. En un momento muy difícil creo que eligió, dentro de lo que tiene, de los mejores.
—Más allá del caso Monsalve, al Presidente se le están levantando cuestionamientos desde sectores afines, como Colmed, Cut, Anef, en temas sensibles para él como es salud y derechos laborales (el propio caso de Hugo Morales, gásfiter en La Moneda). Por decirlo de alguna forma ¿Está Boric sangrando por la mano izquierda?
—Yo creo que cuando los gobiernos entran en tierra derecha empiezan a tener más críticas de personas o instituciones que antes no los criticaban. Y empiezan a surgir focos donde antes no habían.
En concreto, Jorge Burgos cree que las críticas en materia presupuestaria han sido injustas.
—El ministro de Hacienda, más allá de algunas malas cifras, va a quedar bien colocado en la historia porque fue capaz de volver a apretarse el cinturón. Y que un gobierno más de izquierda se apriete el cinturón es poco común. Y que ha pagado costos el Presidente con su propia coalición en eso, los ha pagado y está bien. Habla bien de él que esté dispuesto a pagarlo.
—¿Con todas estas polémicas tiene opciones el oficialismo para las presidenciales y parlamentarias?
—Sí. Yo creo que en esto hay que ser cuidadoso. Decir que está perdido todo me parece un exceso. La tiene más difícil. Después de Ricardo Lagos, todos los presidentes le han entregado la banda a rivales de coalición. Todo pareciera indicar que eso va a volver a pasar. Yo no creo que sea un hecho irredargüible. El más probable, sí.
—¿Usted cree que Evelyn Matthei será la próxima presidenta?
—Es la que más probabilidades tiene. Pero cuidado, porque en otras elecciones las personas que figuraban como las cartas más probables de sus coaliciones terminaron no siéndolo. Joaquín Lavín, Daniel Jadue, qué sé yo. Así que todavía falta un trecho, pero de esa coalición es la que se ve mejor aspectada.
Corrupción y Poder Judicial
Frente a la actual crisis institucional, el exministro del Interior cree que todos salen golpeados. Respecto al caso audio valora que la Corte Suprema y el Senado hayan optado por remover a la ministra Ángela Vivanco. Aunque plantea que debieron hacer lo mismo con Sergio Muñoz, que zafó luego que sectores de la izquierda no respaldaran la acusación en su contra. Todo ello pese a que incluso algunos parlamentarios, que habían sido desaforados por el juez en el pasado, no se inhabilitaron y votaron por removerlo.
Así, estima necesario dos cosas para zanjar la crisis: cambiar el sistema de nombramiento de jueces y realizar algunos cambios al sistema político.
—La derecha también ha sido golpeada por la corrupción del caso audio y el millonario sueldo de Marcela Cubillos ¿Qué sector sale más lastimado de sus propios trapos sucios?
Son cosas distintas, pero nadie no sale lastimado. Caso audio y caso Monsalve son cosas distintas. Dañan a las coaliciones a la que pertenecen los imputados. Nadie puede levantar la bandera, diciendo: “Yo tengo una hoja moral mucho mejor que la tuya”. ¿Quién gana más, gana menos? Eso es muy transitorio. No creo que nadie pueda decir “a mí me convino este caso y atenúo el resto”. Yo creo que no sirve eso.
—Luego de todo lo que se ha sabido, particularmente en el caso audio ¿Hay una forma viable de que el Poder Judicial encuentre una salida a su crisis institucional?
Yo creo que sí. Tomaron decisiones importantes, que no debe haber sido fácil. Yo creo que la decisión de expulsión de una ministra fue una decisión rápida, consistente jurídicamente hasta donde uno lee y que da cuenta que el principal tribunal del Poder Judicial, la Corte Suprema, está dispuesta a tomar medidas. En mi modesta opinión, creo que la acusación constitucional contra Sergio Muñoz también fue una buena decisión.
—¿Usted la habría aprobado?
Yo sí.
—¿No cree, como decían algunos, que era una especie de revanchismo?
—A mí me parece que las actuaciones imputadas justificaban la decisión. Ciudadanamente, digo yo. Y ello más allá de la brillante defensa que hizo Jorge Correa. Sobre el Poder Judicial, una cuestión que se habló y ya no se está hablando, es sobre cambiar el sistema de nombramiento. Ahora la Suprema quiere. Eso hay que hacerlo. Hay que tener un sistema donde la designación provenga de comisiones de carácter técnico, no del Senado.
Otra cosa que siempre se habla es que este sistema político no da para más. Están todos de acuerdo. Firman documentos de que a lo menos debieran establecerse quórums mínimos para entrar al Congreso, que no va a ser posible que alguien elegido por una determinada coalición o partido se cambie y haga lo que quiera, que cada vez pasa más. Yo no digo cambiar el sistema electoral, que me encantaría que se volviera a como era antes. Pero hagamos algo para terminar con este fraccionamiento de partidos. Un régimen presidencial como el nuestro con 20 y tantos partidos se hace ingobernable. Aparte de la ausencia de reformas, hay una cantidad de políticos que se han convertido en verdaderos descalificadores seriales. Sólo hablan para descalificar ¿Qué es eso?
—¿Eso en los tiempos de la Concertación no pasaba?
—Existía, pero mucho menos. Y eso redunda en un mejor país, creo yo.