Ronna Rísquez, investigadora y autora de libro sobre el Tren de Aragua
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El Tren de Aragua, reconocida megabanda criminal originaria de Venezuela, encontró en Chile un territorio propicio para expandir sus actividades delictivas, destacándose en extorsión, trata de personas, sicariato y tráfico de drogas, entre otros delitos. La investigación de la periodista Ronna Rísquez revela que la falta de competidores criminales en Chile, sumado al estallido social y la pandemia, crearon un ambiente propicio para la banda. Aunque hubo capturas de cabecillas, la presencia y operaciones de la organización persisten, incluso con alianzas con grupos como Los Pulpos. La posible captura del líder, Niño Guerrero, no garantiza la desaparición del grupo, ya que su detención puede generar fragmentación y surgimiento de facciones más peligrosas. La experta advierte que la lucha contra la criminalidad transnacional va más allá del Tren de Aragua, instando a los gobiernos a abordar el crimen organizado en su totalidad.
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Según Ronna Rísquez, autora del único libro publicado sobre la banda criminal, aún hay una presencia importante de este grupo en suelo chileno, que llegó a fines del 2020.
Por diversos factores, pero principalmente por la falta de competidores criminales que le hicieran frente, el Tren de Aragua convirtió a Chile en su “segundo hogar”. En Venezuela, la megabanda nació, pero fue en el país sureño que —tras aterrizar a fines del 2020— alcanzó uno de sus picos de desarrollo delictivo más importantes de su historial de extorsión, trata de personas, sicariato, tráfico de droga y otra decena de delitos.
La periodista e investigadora venezolana Ronna Rísquez, quien conversó en exclusiva con BioBioChile, así lo afirma. Desde el 2023, fecha en la que publicó su libro sobre la organización criminal, hacia adelante, ocurrieron en suelo chileno una serie de capturas a cabecillas y miembros del Tren Aragua. Sin embargo, esto —según remarca— no logró frenar completamente las operaciones delictivas.
Para Rísquez, quien se infiltró en la prisión de Tocorón, entonces base de operaciones de la organización criminal transnacional, ni siquiera la detención del prófugo Héctor Ruthersford Guerrero Flores, alias el Niño Guerrero, creador y jefe máximo del Tren de Aragua, significará el fin de este grupo.
En el pasado, la autora del libro Tren de Aragua: la banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina definió a la organización venezolana como un “ferrocarril” que recorre a todo motor, gran parte de los países de Sudamérica. La figura parece no haber cambiado mucho y aún, en pleno 2024, la policía de Chile, Perú, Colombia y Ecuador siguen investigando a las facciones y sus peligrosos integrantes.
En las últimas semanas, incluso, ya se habla de que la banda llegó a Estados Unidos, aunque no se tiene certeza si con casos aislados o como una ya bien montada operación criminal.
Para comprender mejor la inacabable figura delictiva del Tren de Aragua sobre territorio chileno, BioBioChile entrevistó a Ronna Rísquez, quien ya advierte que la captura del Niño Guerrero, por quién se ofrece hasta 5 millones de dólares de recompensa, podría desencadenar un complejo panorama para la región.
—Se sabe que el Tren de Aragua logró establecerse con fuerza y facilidad en territorio chileno, ¿cuál diría que fueron las causas?
“Las causas son diversas. Una tiene que ver con el hecho de que en Chile no había competidores criminales que le hicieran oposición al Tren de Aragua. Eso de alguna manera hizo que entraran con más facilidad. Luego una coincidencia lamentable de varios factores que también facilitaron el establecimiento de la megabanda. El estallido social que hubo en Chile a finales de 2019 y la pandemia que inicia en 2020.
La combinación de esto hizo que las autoridades enfocaran su atención en otros temas y no en el de la criminalidad y la inseguridad. De alguna manera, se dejó un espacio abierto para que un grupo como el Tren de Aragua se pudiera instalar. Obviamente, también el hecho de que llegaran está relacionado con que ellos van siguiendo a la migración venezolana. Los migrantes son de alguna manera sus primeras víctimas, sus primeras fuentes de ingreso, porque ellos se dedicaban, entre otras cosas, al tráfico de migrantes, a la trata de mujeres para la explotación sexual y la extorsión”.
—Con la liberación del penal de Tocorón, se empezó a afirmar que Chile pasó a ser uno de los principales centros de operaciones de la megabanda, ¿qué hay de cierto?
“Antes de la toma de la prisión de Tocorón, que fue en septiembre de 2023, ya Chile era el segundo país, después de Venezuela, con mayor presencia y una operación más grande del Tren de Aragua. La toma de esa cárcel no fue que lo determinó. Antes que esto ocurriera, ya ese país tenía una presencia significativa de personas vinculadas a la banda y, además, de operaciones importantes”.
—¿Y en la actualidad se mantiene esta premisa?
“Diría que relativamente sí. Por lo que he podido observar sigue habiendo operaciones importantes del Tren de Aragua en Chile. En algún momento, las autoridades de ese país consideraban que había sido disminuida producto de los constantes operativos. Sin embargo, lo que vemos es que todavía continúa habiendo actividades que involucran aparentemente a sus integrantes. Se habla de personas vinculadas a la megabanda o a facciones de esta. Entonces, sí siguen teniendo una presencia importante todavía”.
—En Chile y el Perú, informes policiales revelan que la banda trabaja con Los Pulpos y otros grupos, ¿esta unión criminal se puede presentar como un problema mayor para la región?
“Definitivamente, porque una de las particularidades del Tren de Aragua como grupo es que, aunque no lo parezca, en lugar de la confrontación busca la negociación. Y lo que hemos visto es que una de las particularidades no solo de esta banda, sino como una tendencia importante, en este momento, en cuanto a los grupos de crimen organizado que están en la región, es operar en redes. Si se da una alianza entre un grupo peruano y uno venezolano, que opera en Chile y en otros países, es un riesgo total para la región, porque van a querer seguir expandiéndose”.
—En Estados Unidos se declaró a la megabanda como “organización terrorista”, ¿qué opinión le merece esto?
“Creo que esta declaratoria es un poco exagerada; sin embargo, no significa que no se deban tomar previsiones y no atender la posible presencia del Tren de Aragua como organización criminal dentro de los Estados Unidos. Hasta ahora, hay elementos concretos y claros como la detención de personas presuntamente de la banda, pero todavía no hay certeza de si están relacionadas con una operación en todo ese país. Eso creo que es importante identificarlo”.
—¿Si se concreta la detención del Niño Guerrero, se configuraría el fin del Tren de Aragua?
“En el caso de las detenciones de los jefes de organizaciones criminales, se constituyen como golpes importantes en las acciones para desarticular, pero no necesariamente marcan el fin de una organización. En ocasiones, puede ser hasta un tema un poco complicado, porque puede generar más bien una fragmentación de la organización y una pérdida de liderazgo, que puede derivar en otros grupos pequeños, incluso más peligrosos que el principal. Hacer predicciones es complicado, porque, por ejemplo, cuando se toma la prisión de Tocorón, se podía pensar en un debilitamiento del Tren de Aragua, pero no fue así. El grupo ha continuado con su expansión y sus operaciones. La detención del Niño Guerrero no será el fin. Decir lo contrario, es bastante aventurado”.
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La criminalidad organizada transnacional no se acaba con el Tren de Aragua, ¿qué reflexión le genera?
“Que es así. No sé si tiene que ver con una visión que podría rozar con la xenofobia; con el objetivo de criminalizar a la migración, y específicamente la venezolana. Obviamente, la banda existe y ha generado situaciones de violencia y criminalidad en varios países de la región.
Eso no es mentira, es una realidad, pero hay que tener conciencia de que el crimen organizado en América Latina es mucho más que el Tren de Aragua. Hay otras estructuras que siguen operando, que tienen mucho poder, que están involucradas en negocios bastante grandes como narcotráfico, lavado de dinero, incluso trata de mujeres. Creo que los gobiernos deberían trabajar para combatir el crimen organizado en general y no enfocarse en un solo grupo”.
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