Jaime Bellolio fue el último vocero de la administración Piñera. Dejó La Moneda en marzo 2022 y luego se pasó a la academia, en el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello. Desde esa tribuna, hoy se ha involucrado en el nuevo proceso constitucional.
También desmenuza y repasa el caso Democracia Viva, la principal crisis política de Gabriel Boric, aunque admite que es evidentemente más fácil mirarla desde fuera. “El Presidente en una crisis tiene que guiar, coordinar, decidir, pero no tiene que ser el vocero”, advierte.
En su visita a Concepción -que le hace recordar los orígenes penquistas de su familia- se tomó el tiempo de conversar con BioBioChile. Impulsó diálogos autoconvocados con profesores y estudiantes de su casa de estudios, como parte del proceso de participación ciudadana, los que también realizó en Santiago y Viña del Mar.
Cerrar el ciclo
—Evidentemente, ha seguido muy de cerca el nuevo proceso constitucional ¿Cómo ha podido apreciar este segundo intento?
Tranquilizador y esperanzador. Digo tranquilizador porque la Convención anterior partió desde la base de identidades radicalizadas, en donde todo se cruzó a través de un “ellos” versus “nosotros”. Era permanentemente la búsqueda de un adversario, en búsqueda de un enemigo. Aún cuando fuera teórico. Aún cuando no existiera. Se trataba de buscar para ratificar una identidad radicalizada. Y eso significó que hubo transacción de votos: “Ya, tú me incorporas estas cosas y yo después te voto las tuyas”, en vez de un interés general.
La Constitución no puede ser la suma de identidades particulares. O ni siquiera de intereses particulares. Ni aún cuando tú tuvieras los 18 millones de intereses de cada una de las personas en Chile, si tú las agruparas, eso no necesariamente es el bien común, el bien común es más amplio que eso. No es la suma de los bienes individuales ni tampoco la suma de bienes identitarios.
—Ha sido más integrado el proceso entonces…
Yo lo que vi acá es que esa lógica de refundación, esa lógica de cancelación, aquí no está. Podían sacarse una foto todos juntos. No se veía que había un grupo que quería odiar al otro. Pudieron cantar la canción nacional y todos juntos con respeto a nuestras tradiciones. Y en donde sacan además un texto que es transversal. Yo creo que eso es un valor súper importante. Desde el Partido Republicano al Partido Comunista. Tengo fundada esperanza en que nosotros podamos cerrar el ciclo constitucional este año, precisamente para dar más certezas, que son las que las personas están buscando.
—Así como dice que el primer proceso se radicalizó a la izquierda ¿No teme que con la gran preponderancia del Partido Republicano termine ocurriendo lo contrario, que se radicalice hacia la derecha?
Podría ocurrir. Lo que pasa es que hasta el momento hemos tenido buenas señales en
el sentido contrario. Al menos las figuras principales del Partido Republicano; desde su directiva, Arturo Squella, personas que son relevantes ahí como Cristian Valenzuela y otros tantos más… Lo que ellos han dicho es que quieren que esto funcione, que esto salga adelante y que se apruebe. Entonces eso ya es una buena señal.
Caso fundaciones: “Hay que saber separar la paja del trigo”
—Por estos días, el tema ineludible es el caso fundaciones. Como el último vocero de la administración Piñera ¿Cómo ha gestionado el gobierno actual la crisis de Democracia Viva?
A ver, yo creo que es difícil dar recetas de manejo de crisis. Yo no soy un experto en manejo de crisis, a pesar de que me tocó estar en muchas crisis. Entonces, en mi corta experiencia en crisis… (ríe) hay ciertas cosas que son fundamentales. Una de ellas es que haya una línea coherente de discurso. Y yo creo que aquí se han contradecido demasiadas veces.
Yo entiendo que el gobierno quería sacarlo de La Moneda y dejarlo radicado en Vivienda, Antofagasta y RD. Pero claramente esto fue creciendo. Yo creo que hay un error por parte del Presidente. El Presidente en una crisis tiene que guiar, coordinar, decidir, pero no tiene que ser el vocero. Hay declaraciones del propio Presidente que complicaron. Ejemplo: cuando dijo que no iba a poner las manos al fuego. Y después va y dice que sí pone las manos al fuego.
Esto es súper difícil. Obviamente cuando uno es ajeno al problema es distinto.
—Es más fácil verlo desde afuera.
Exactamente, porque no es tu crisis, sino que es la crisis de otro y, por tanto, uno puede verlo sin la emocionalidad que significa estar ahí.
También el ministro Montes ha cometido también imprudencias en ese sentido. Intentó jugar la regla del empate y decir de que esto era también para los gobiernos anteriores. Yo creo que es la peor estrategia de todas, porque hay un riesgo en toda esta discusión, que es la desconfianza sobre el mundo de la sociedad civil, fundaciones que realmente hacen la pega. Porque Democracia Viva es un disfraz de fundación. Se disfrazó para sacarle dinero al Estado y hacer proselitismo político. Y eso no es lo que hacen las fundaciones que trabajan en campamentos.
—Están pagando justos por pecadores entonces…
Absolutamente.
—Por ejemplo, la Contraloría decidió suspender todas las transferencias en absoluto y hay muchas instituciones que legítimamente están requiriendo de esos fondos para hacer sus actividades.
Por suerte el contralor después tuvo que echarse para atrás en esa decisión. Primero dijo que iba a suspender toda la toma de razón. Pero hoy día hay fundaciones que están trabajando en los campamentos para mejorar la habitabilidad y la calidad de vida de personas que están en esa situación vulnerable. Hay otras que trabajan en otros ámbitos. Entonces al final ahí el principal perjudicado era el beneficiario.
¿Por qué es que nacen estas fundaciones? Aparecen en la ley de presupuesto el 2015 por primera vez. El 2019, cuando empieza a aplicarse esto, ya teníamos una realidad migratoria diferente, y habían crecido muchos campamentos en muchos lugares. Y para qué decir con pandemia, entonces era todavía más grave el problema de habitabilidad. Entonces que algunos trataran de empatar ese trabajo de fundaciones en pandemia con la farsa de Democracia Viva es simplemente indignante.
Hay trabajos de fundaciones cuyos miembros pueden ser de políticamente de izquierda o derecha, me da lo mismo, pero cumplen la función que tienen que cumplir. Y ahí es donde uno tiene que saber separar lo bueno de lo malo, separar la paja del trigo.
Jaime Bellolio y RD: “Ellos representaban la conciencia del pueblo”
—¿Ha cometido muchos errores RD?
Yo creo que el problema principal de RD es su pasado. Es decir, cosechan parte de las tempestades que ellos mismos sembraron. Una de las razones de ser de Revolución Democrática era la moral superior, que venía de los intereses públicos versus los intereses egoístas privados. Entonces, en sus discursos, en el caso Penta, en el caso SQM, particularmente el ministro Jackson, era muy duro en decir que la derecha representaba intereses particulares, mientras ellos representaban los intereses públicos y, casi sin citarlo, la conciencia del pueblo.
Pero resulta que aquí lo que estábamos viendo es que algunos corrompían al Estado para sus intereses particulares y para darle pega a los amigotes. Y eso es una privatización del Estado y además es una cuestión brutal del dinero para las personas más vulnerables de los vulnerables, que están en los campamentos. Entonces eso es uno, esta posición como angelical y de total virginidad en cualquier tipo de materia.
Segundo, por el hecho de haber hecho de la moral, su moral, la principal disputa política. Entonces es como que ellos cayeran doscientos pisos. El problema de esto es que cuando caen tan fuertemente, por esta hiper moralidad en la cual ellos se pusieron… ellos escalaron hasta el piso 200 y se cayeron, entonces cayeron y ahí están. Pero del resto de la política, ¿Qué es lo que dice la gente? Son todos iguales. Y si son todos iguales que se vayan todos. Y eso es peligroso.
—Los perjudica transversalmente.
Y lo que se favorece es el populismo. Y la disputa, lamentablemente, hemos visto en Latinoamérica, que es populismo versus democracia. Entonces, al final es un retroceso para todos. He escuchado a algunos que tratan de sacar como cuentas alegres y como: “Cacha, ahora ellos cayeron”.
—¿Quién saca cuentas alegres?
Yo veo que algunos como que tratan de, comillas, capitalizar.
—¿Quién podría aglutinar ese populismo?
Es que no sé si decirle populismo todavía. Si tú lo miras sólo en el corto plazo, obvio que quieres capitalizar cuando el otro cae. Pero si tú lo miras en el mediano plazo, cinco años, es absurdo. Si la derecha, la centro derecha, queremos ser gobierno -que sí, queremos ser gobierno- la pregunta es ¿Qué país vas a gobernar? ¿Cómo va a estar la situación del país para gobernar?. Puede en el corto plazo convenirte seguir dándole con todo, pero eso significa también que le estás haciendo un daño a la institucionalidad. O sea, hay un límite que no se puede cruzar. Yo creo que eso es importante ver. Aun cuando ellos fueron una oposición brutal y despiadada cuando nosotros estábamos en el gobierno. Esa forma de ser oposición no tiene que repetirse, porque le hace mal al país.
Un outsider desconocido
—En esa lógica, tal vez, en este momento salen ganando figuras como Pamela Jiles o Rodolfo Carter.
A ver, yo creo que la Pamela es mucho más como outsider de la política que Carter. Carter es alcalde hace mucho tiempo, obviamente los alcaldes son distintos que los parlamentarios, porque están en temas que además son más cercanos para la ciudadanía. Mi punto es que se favorece la posición del que viene fuera de la política, el outsider de la política.
—Puede venir alguien que todavía no hemos visto.
Exacto, puede venir alguien que no hemos visto, en la lógica de son todos iguales, que se vayan todos y yo lo arreglo. Y eso lo hemos visto en Latinoamérica y obviamente eso es perjudicial para la democracia, sin lugar a dudas.
—¿Deberían salir Montes y Jackson del gobierno?
Yo no soy de los que le gusta pedir renuncias. Primero, porque es obvio que es una facultad del Presidente. Segundo, yo creo que sí es relevante que esos ministros hagan una reflexión también de qué es lo que ellos deberían hacer. Porque adentro del gobierno a uno le toca mirar estas situaciones de mayor crisis y las dos soluciones son malas. Que se queden es malo, que se vayan también. ¿Cuál? ¿Cómo pondero?
—Es un poco como le tocó ponderar al Presidente Piñera en su momento, con la salida del ministro Chadwick, su primo.
A todos los presidentes les toca ponderar esa dificultad. En el fondo, con cuál se produce menos daño, digamos. Y esa es una decisión que es súper difícil. Yo no me voy a sumar al coro de decir “sí, que se vayan todos”. Pero al menos los ministros van a tener que reflexionar cuánto cooperan a la labor del Estado.
—¿Han sido muy duros desde la oposición en la crítica al Gobierno? Considerando que quienes critican tienen ciertos antecedentes. Podemos recordar a Iván Moreira y el raspado de olla, el Caso JVR o la situación de Orpis…
No es que uno nunca tenga que jugar al empate, sino que tiene que jugar a ser medido con la misma vara que mediste. Y, por tanto, lo que le toca hoy a los muchachos y muchachas es que pusieron un estándar infinito. Y por supuesto no lo cumplieron. Entonces, obviamente que no debe haber lógica de empate, porque contribuye a lo que te decía antes, que son todos iguales. Hoy día están algunos de ellos cosechando parte de lo que sembraron. Lo cual no quiere decir que esté bien. Yo espero que en algún momento podamos empezar a decantar esto.
—¿Un nuevo cambio de gabinete vendría bien para eso?
No sabría decirte, porque yo creo que depende mucho, si el gobierno puede saber si vienen más casos o no. Entonces, si tú sacaste un ministro, pero después aparecen 15 casos más, dejaste al siguiente con un problema.
Jaime Bellolio, Evelyn Matthei y la maratón presidencial
—Si las elecciones fueran mañana ¿a quién respaldaría?
Hoy día, obviamente, Evelyn Matthei es la figura que reúne las mejores condiciones y en la cual yo me siento más cercano. Sí me pasa, eso sí, que es demasiado pronto para adelantar una carrera de presidencial. Ya lo sabemos con la historia muy reciente. Hay que ir poquito atrás para saber que esto es una maratón y no una carrera de cien metros.
—A Matthei la UDI la bajó y en su lugar compitió en representación del partido Joaquin Lavín. ¿Fue un error?
En ese momento Joaquín Lavín tenía las mejores posibilidades de pasar una segunda vuelta junto con Daniel Jadue. Y resulta que ninguno de los dos llegó ni a la semifinal (la primera vuelta).
—¿Hubo machismo en esa determinación?
Yo era ministro, por tanto, yo no estaba muy cerca de la decisión y de todas las discusiones. No veo que la razón haya sido en ningún caso porque ella es mujer. Al contrario, yo creo que el liderazgo que ella tiene es un liderazgo muy potente. Claro, visto desde hoy, uno dice: “¿Qué hubiera pasado si es que hubiéramos competido con?”. Pero las decisiones se toman en las circunstancias. Y en ese momento yo no siento que haya sido por una lógica machista.
—Otro caso que ha generado inquietud es la situación del padre de Javier Macaya ¿Cuál es su visión del caso?
Creo que hay que separar las materias. Javier es presidente del partido. Este es un tema del ámbito familiar de Javier, que tiene que resolverse en la justicia y que no tiene que ver con el destino y el día a día de lo que pasa en el partido. Y así lo han entendido también otras fuerzas políticas. Espero que nadie pretenda aprovecharse de una situación como esa.
—Y en su fuero personal ¿Cómo se ve en los próximos tres o cuatro años?
Me cuesta imaginarme -de verdad- a tres o cuatro años. Creo que me ha hecho bien el salir de la contingencia política. Yo tengo 42 años y, sacando las cuentas, llevo más de 20 dedicado a las distintas formas de expresión política. De la universidad, de fundaciones, de diputado, de ministro, en la federación de estudiantes. Hace bien también poder salir de ahí para mirarlo con un poquito más de perspectiva. En este contexto que me tocó vivir.
—Ha sido bien movido.
Sí me pasa que uno tiene que, a veces, también poder decantar lo que eso significa. Y creo que recién estoy aprendiendo de acá y aprendiendo de lo que me tocó vivir. Entonces estoy en ese proceso, estoy bien en la universidad, me gusta hacer clases, me gusta hacer investigación y también estoy participando en lo que se puede dentro del debate público y feliz de seguir así.
—¿Le interesaría volver a la primera línea?
Depende cuál. Siendo franco, hoy día al parlamento, ya no. Tendría que ser una cuestión que sea más ejecutiva.
—Como ministro.
O sea, sí, feliz. Pero primero tenemos que ganar para que eso pase.