Sebastián Sichel volvió a su vida pre Piñera. Retomó la docencia y la dirección de medios de comunicación.
Por un lado, ejerce como director del Centro de Innovación en la Universidad Gabriela Mistral, hace clases de Derecho Constitucional, algunas en Periodismo y otras en diplomados de gestión. Tampoco ha dejado de lado su oficina de abogado, que siempre ha tenido. Tal como lo hacía antes de entrar al Gobierno en 2019.
Aunque no ha dejado del todo la incidencia política. Sigue en la Corporación Sumamos, que en 2021 también estuvo asociada a su fallida campaña presidencial, donde -según cuenta- está trabajando principalmente en instalar algunos principios del mundo liberal de centro en el debate público y constitucional.
En conversación con BioBioChile, se lanzó contra el presidente Gabriel Boric y contra José Antonio Kast: “Los extremos nunca van a poder gobernar bien. Por una razón bastante obvia, porque efectivamente su forma intolerante de llegar al poder hace que no puedan construir acuerdos”, asegura.
También repasó las particularidades de su campaña presidencial, donde gente de su propia coalición eligió ir con Kast, lo que -admite- fue “una gran decepción”. Aunque no ve todo negro: hoy por hoy festeja la aprobación de las 40 horas, un proyecto emblemático del gobierno del Presidente Boric.
“Voté Apruebo pero me devolví”
—Usted se fue a Italia en 2022 y volvió para apoyar al Rechazo en el Plebiscito de Salida ¿Qué lo motivó a regresar?
Yo me fui pensando en un período determinado para terminar mi tesis doctoral. En eso estaba. La tenía pendiente cuando entré al gobierno y estoy en ese trámite. Todavía tengo que defenderla, pero ya escribí el texto, que era lo más importante.
Y tomé la decisión de regresar cuando regresé -siempre estuve en duda de si íbamos a estar un semestre o un año- porque sentía que era mucho más importante estar acá los 60 días de la campaña de del Rechazo, por lo que se jugaba. Yo soy profesor de Derecho Constitucional, mi investigación doctoral, mi magíster es en Derecho Constitucional. Entonces preferí participar en el debate y dar mi posición pública acá en Chile. Jugarme por el Rechazo pensando que estábamos cometiendo un error muy grave si aprobábamos el texto que se había sometido a conocimiento.
—Usted votó Apruebo de entrada y Rechazo de salida.
De entrada voté Apruebo y lo dije públicamente. Pero me devolví porque el casi millón de personas que había votado por mí, a muchos les importaba mi opinión. Y yo creía que era importante, así como dije que era bueno un camino de una nueva Constitución, dar la señal de que ese texto no era bueno para el país en el futuro.
Sebastián Sichel: “Ver a Boric en Enade llamando a acuerdos es medio absurdo”
—Para la segunda vuelta presidencial usted apoyó a Kast, porque -a su parecer- nada era peor que Boric ¿Ha sido tan malo?
(Ríe). Yo más que apoyar a Kast, le pedí públicamente que suscribiera una carta democrática. Recuerda que yo solicité explícitamente que, para manifestar apoyo alguna a una de las opciones, yo quería que se suscribiera un nuevo principio democrático: la no discriminación de las minorías, la tolerancia a las distintas orientaciones sexuales. Y José Antonio Kast estuvo disponible a eso. Y, por lo tanto, yo tomé la decisión de apoyarlo, entendiendo que la alternativa de Gabriel Boric era peor que la de José Antonio Kast. Pero obviamente pensé que la alternativa que representábamos nosotros, como una centroderecha moderna, era mucho mejor. Pero la gente decidió lo contrario.
¿Pero por qué sigo pensando lo mismo? Porque creo que mi diagnóstico inicial de la falta de madurez política, no solo de Gabriel Boric, de la coalición de Boric para gobernar; su tolerancia con la violencia en general, su tono con la violencia desde la crisis social y además su falta de un programa sostenible de gobierno, era una ecuación fatal. Creo que lo ha dejado en evidencia. Sus pecados mortales con respecto a su flaqueza para condenar la violencia, para perseguir la violencia, para legislar contra la violencia se manifestaron en los indultos y todo lo que ha pasado a partir de eso.
Ha terminado gobernando con los que tanto criticó. Con el Socialismo Democrático y con los mismos de siempre, cuando se supone que representa la renovación. Hoy día vemos un gabinete que es casi el mismo gabinete de Michelle Bachelet. Es bien increíble, pero su secretario General de la Presidencia (Álvaro Elizalde) es el que era el vocero de Michelle Bachelet y su ministra del Interior (Carolina Tohá) era la vocera de Michelle Bachelet. Entonces lo único que le falta es llamar a Michelle Bachelet para terminar haciendo un gobierno que no es de él, sino de los que criticó tan fuerte. Ha ratificado las tres cosas que son su principal debilidad. Yo sigo convencido de que era un gobierno no apto para la época que estamos viviendo.
—¿Y usted cree que Kast lo hubiera hecho mejor? Considerando, por ejemplo, que puede que hubiera tenido el mismo problema que usted está señalando con Boric, habría tenido que gobernar con un sector de la derecha que tanto ha criticado.
Esto era elegir entre dos opciones que yo creía que no eran buenas para Chile. Por lo tanto, más que con quién lo hacía mejor era cuál era más peor. Pero creo que con la polarización en Chile, los extremos nunca van a poder gobernar bien. Por una razón bastante obvia, porque efectivamente su forma intolerante de llegar al poder hace que no puedan construir acuerdos.
Entonces, ver a Boric en Enade llamando a acuerdos es medio absurdo. Si es la misma persona que hace dos años o tres años dinamitaba cualquier posibilidad de construir acuerdos desde el Congreso. Y lo mismo le va a pasar a José Antonio Kast. Pero claro, hay muchos que están seducidos en general con esta idea de la polarización en Chile, como que vale la pena. Yo creo que es una tragedia, porque si tú ganas diciendo que todo el resto del mundo es tonto, malo y feo, probablemente cuando llegues a gobernar vas a hacer que el país sea ingobernable. Entonces, tuve que elegir entre dos alternativas que nunca me gustaron, por una razón bastante obvia. El gran responsable del triunfo de Boric es José Antonio Kast, porque hizo una campaña que espantó a los sectores moderados y los llevó a votar por Gabriel Boric. La polarización a la que llegó la extrema derecha chilena le regaló el triunfo a Gabriel Boric.
“La culpa de la derecha tiene que ver con entender los dilemas sociales”
—La crisis de seguridad ha sido el principal foco de críticas y, por consiguiente, la crisis migratoria ¿Tuvo algo de responsabilidad el gobierno de Piñera con el gesto en Cúcuta a inicios de 2019, donde hace una invitación a la migración venezolana?
Eso es una crítica absolutamente injusta, infundada, porque lo que termina haciendo es instalando un debate sano en democracia, que es que tú invites a aquellos países que están perseguidos por régimenes autoritarios como Venezuela, como nos invitaron países en su minuto a los exiliados de la dictadura de Pinochet, a concurrir al país a través de la migración regular. Nunca escuché ni una frase que hablara de migración irregular.
Creo que hay acciones mucho más graves y lo dije en un debate y lo repito: Gabriel Boric en plena primera vuelta, después cambió el programa, pero dijo y dio la señal: dijo que iba a darle vivienda a todas las personas en su programa. Lo decía explícitamente irregulares o regulares y, por tanto, eso sí son señales, cuando tú en el fondo estás diciendo que lo regular y lo irregular es lo mismo en Chile. Creo que es oportunismo político de buscar desligar la responsabilidad en una declaración del marco de un gobierno democrático y no hacerse cargo de lo que hizo Gabriel Boric toda su campaña de primera vuelta.
Es lo mismo que pasa con la delincuencia: cuando tú indultas, no puedes decir “mira lo que dijo la Camila Vallejo hace tiempo” o “la situación venía mucho peor de la que nos imaginábamos”. O sea, esa es la excusa de mis alumnos que llegan sin la tarea, “que el perro le comió la tarea” y perdón, usted sabía que iba a ser gobierno y no venga a decir ahora que se sorprende de la situación. Y además usted sabía que votó contra la ley antibarricadas, usted habló de Plaza de la Dignidad, usted indultó a los delincuentes… Creo que en política la madurez pasa por asumir las responsabilidades propias y no buscar las culpabilidades externas.
Y también de la oposición o de quienes fuimos gobierno de asumir nuestras propias culpas, que no van por ahí. Yo creo que la culpa de la derecha tradicional tiene mucho más que ver con entender los dilemas sociales de Chile, con entender bien la situación de la pobreza, con entender lo mal que hace la concentración de los ingresos, la concentración de la riqueza, con no reconocer que Chile es un país injusto y que requiere más justicia, pero no en materia de seguridad o en materia de manejo de migración. Hoy día es un error que anden buscando, que saquen las castañas con la mano del gato en esto.
—¿Cómo se podría enfrentar, en su opinión, la crisis migratoria y la de seguridad?
Primero se requiere una política de Estado, no una política de gobierno. Y eso requiere hacer una especie de acuerdo democrático de reconocer que la violencia es mala y que la inseguridad es mala venga de donde venga.
Lo segundo, es que por fin se entendió que la esencia de esto es respaldar las instituciones públicas que controlan la seguridad, a Carabineros, a las Fuerzas Armadas. No tenerle miedo, por lo tanto, a decretar Estado de Emergencia cuando sea necesario y pedir el auxilio de las Fuerzas Armadas, que también son fuerzas del Estado legítimas que pueden ayudar al control del orden público si es necesario. Aquí hay un problema de la estrategia con que se enfrenta a la seguridad. Yo desde la campaña lo dije, se requiere urgente una policía antinarcóticos en Chile, una DEA chilena, se requiere la fuerza especializada. Es evidente que ni Carabineros ni Fuerzas Armadas tienen la especialización para enfrentar el tipo de delitos que tenemos en Chile y eso va a requerir crear una nueva institución policial en Chile que sea especialista en antinarcóticos y crear una policía fronteriza como han creado países como México o Colombia.
Tercero, creo que la política tiene que saber aislar a los sectores de extrema derecha y extrema izquierda que han instalado la violencia como parte del lenguaje político.
Sebastián Sichel: “Si alguien cree que el país va a ser gobernable porque gana la extrema derecha o porque gana la extrema izquierda se volvió loco”
—Usted se manifestó contento recientemente con el proyecto de 40 horas, uno de los principales proyectos del Gobierno ¿Le parece una buena ley?
Sí, me parece una buena ley. Me parece una buena ley porque logró tener un buen resultado. El proyecto inicial que presentó Camila Vallejo tenía un gran déficit, que se olvidaba de las pymes. Entonces era una buena idea, pero mal ejecutada, como muchas políticas en Chile.
—En su momento, al gobierno del que usted formaba parte no les gustaba tanto.
A mí me gustó siempre, no la propuesta de Camila Vallejo, la idea de la reducción de la jornada laboral. Creo que la propuesta de Camila Vallejo era una mala propuesta porque hacía que las pymes pagaran el costo de reducir la jornada sin tener una solución. Y creo que el ministro de esa época, Nicolás Monckeberg, le incorporó indicaciones importantes que han sido olvidadas en este debate y que tienen que ser reconocidas, ahí es cuando hay generosidad política.
Reconozco el atributo del mundo de Camila Vallejo, de presentar un proyecto de ley, y me encantaría que ella en vez de celebrar sola, dijera el atributo que tuvo de negociar con el mundo de la derecha un proyecto de ley razonable que no perjudica a las pymes. Es importante que por alguna vez analicemos el trabajo legislativo cuando se le agrega valor. Acá no triunfa uno u otro sector cuando se saca una buena ley. Esta es una buena ley porque el debate legislativo le aportó calidad.
—Triunfó el diálogo…
Más que el diálogo, hacer las cosas bien. Esta idea de que la política es como las barras bravas, como ser del Colo y la U y que lo que hay que hacer es joderse al otro, solo funciona en el mundo mágico de los que están en el parlamento encerrados todo el día.
—Usted habla de la importancia de fortalecer el centro y que no se sigan potenciando los extremos. Con el triunfo del Rechazo se fortaleció el centro ¿No era ese el momento, su momento, para intentar consolidar una nueva opción política?
La incorporación de nuevo del voto obligatorio hizo que la gente moderada volviera a votar. Yo quiero participar en la consolidación de este proyecto de centro, que es un gran minuto para que el centro político se articule y deje de jugar al Sí o al No, al Colo y a la U, por ejemplo, o al Vial o Deportes Concepción. Si alguien cree que el país va a ser gobernable porque gana la extrema derecha o porque gana la extrema izquierda se volvió loco, porque va a hacer que los chilenos vivan cada día peor. Pero para eso falta mucho: disminuir los egos de la gente de centro y de la capacidad de romper la idea de Pinochet y Allende como el muro divisor de la política chilena.
El Rechazo por primera vez rompió esa dinámica. Traíamos gente como Oscar Guillermo Garretón, que era un ministro de Allende, llamando a votar Rechazo, hasta gente de derecha y, por lo tanto, lo que permite eso es cruzar puentes que antes no se habían cruzado. Yo quiero ayudar a contribuir a consolidar este punto. Debo ser honesto, veo bastante obnubilación, enamoramiento con estas posiciones extremas de algunos, y que no se dan cuenta de que la oportunidad está acá, en reconstruir la Alianza Democrática y que la próxima elección no va a ser izquierda versus derecha, va a ser demócratas versus populistas de extrema derecha, populistas de extrema izquierda. Y espero que los demócratas nos organicemos.
“Asegurarse un cupito”
—¿Cómo fue el periodo tras la derrota de primera vuelta? Chile Vamos no fue muy amistoso en ese entonces con su figura. Dejaban entrever que no lo querían mucho.
Había dos mundos. Primero reconocer que gente como Javier Macaya, Francisco Chahuán. La gente de Evópoli se portó muy bien institucionalmente. Si el problema acá… mira lo que pasaba en la región del Bío Bío, que parlamentarios que fueron electos como Leonidas Romero se terminaron dando vuelta la chaqueta en la mitad de la elección. Primero pedían ayuda y después terminaron apoyando candidatos que iban por fuera. Y esto es como que te invitan a un cumpleaños, pongas la torta de cumpleaños, y le cantan el cumpleaños feliz a otro, porque tú ganaste una primaria y hay muchos que no fueron demócratas y no respetaron el resultado porque lo que querían era apoyar el candidato de otra coalición o de otro sector como José Antonio Kast.
Algunos lo que estaban buscando era asegurarse su cupito, salir electo, y no viendo el bienestar del país. Y para eso estaban dispuestos a la traición. Y yo creo que eso es una gran llamada para la para centroderecha chilena ¿Qué va a hacer? Va a terminar seducida por populismos de extrema derecha ¿O va a tener un compromiso democrático con Chile?.
En el fuero interno a mí me pasó una gran decepción, en lo personal, con muchos personajes como los que estoy nombrando, que finalmente eran parte de una coalición simplemente por su propia conveniencia y no porque fueran parte de un proyecto común. Y la primaria fue una muestra evidente. No conozco ningún otro lugar en el mundo, y no se permitiría, que alguien que gana una primaria al otro día tenga que convencer a aquellos que eran parte de esa primaria de que tenían que apoyarte. De haber sabido esas condiciones probablemente no hubiera participado en la primaria, porque la primaria no era, al parecer para algunos, un compromiso democrático, sino que simplemente una plataforma para seguir sus propias carreras individuales.
—¿Y mantiene relación con los partidos de esa coalición? ¿O ya se distanció totalmente?
Mantengo una relación fluida. Como te digo, con los partidos no tengo ningún problema y creo que fueron muy leales a la institucionalidad. El gran desgaste estuvo con muchos parlamentarios, que además les pasó la cuenta. Terminaron perdiendo la elección, fueron poco leales y yo creo que esa es la gran crisis, el personalismo del sistema político. Yo con los partidos sigo hablando y tengo una buena relación, así como con el mundo de centroizquierda o más bien del centro, del mundo amarillo y demócrata.
“La derecha tiene un gran pecado mortal; parece ser que lo colectivo es menos importante que lo individual”
—Si hubiera sabido que iba a ser así ¿no lo hubiera hecho?
Si hubiera sabido que, al final, la mitad de los parlamentarios a las dos semanas iban a estar apoyando a otro candidato, yo hubiera dicho “bueno, entonces para qué hacemos primaria” y hubiera ido a primera vuelta. Creo que esa es la gran reflexión que tiene que tener la centroderecha, lo que le falta es ver qué pasa con su propia lealtad interna.
La izquierda ha dado una gran lección en este tiempo en el poder. Ver a Elizalde asumiendo en el gobierno o Mario Marcel, que era el principal opositor a los retiros, ser ministro de Gabriel Boric, te da una lección de gobernabilidad o más bien de compromiso colectivo que nunca ha tenido el mundo de la derecha. La centroderecha tiene un gran pecado mortal de que parece ser que lo colectivo es menos importante que lo individual.
En lo personal, lo que digo es que de haber sabido que efectivamente no se iban a cumplir los compromisos, obvio que habría un análisis más profundo de la primaria. Pero es bien ridículo. Lo que uno espera es que el honor se cumpla.
—¿Se sentía cómodo en Chile Vamos? Porque usted es una figura más de centro.
Muchos lo que querían construir era un proyecto autoritario con el mundo de José Antonio Kast y, por lo tanto, hay dos mundos. Y yo creo que esa es la verdadera teleserie de la derecha chilena, que tiene que resolver si va a evolucionar a una centroderecha democrática, como una centroderecha europea, o quiere terminar un en proyecto como el de LePen en Francia; o como Santiago Abascal, muy amigo de José Antonio Kast, en VOX en España; proyectos de minorías, que nunca van a ser gobierno, pero que finalmente están en una posición extrema. Creo que es el gran debate de la derecha institucional hoy día, quieren ser una derecha democrática del siglo 21 o quieren volver a ser la derecha de Pinochet. Si quieren ser la derecha de Pinochet, yo no me siento cómodo y no quiero ser parte.
Sebastián Sichel: “Cada día está siendo más estúpida la política”
—Ahora viene una nueva elección y no parece haber mucho ambiente en realidad ¿Qué le ha parecido el nuevo proceso constituyente?
Los procesos constituyentes -y aquí déjame hablar como profe de constitucional- no tienen por qué ser estridentes. Creo que el anterior pecó de estridencia, frivolidad, de ruido y, por lo tanto, terminó condenado al fracaso porque terminó generando un proyecto constitucional estridente, extremo e inorgánico. Y a mí me gusta que no tenga estridencia. No tengo problemas con eso. Me gusta que sea pasivo, que haya acuerdo, que la comisión de expertos esté trabajando, que hay una elección en que el debate esté en los contenidos y, por lo tanto, me interesaría mucho más que el ambiente no se arme en el proceso previo, sino que se arme en el resultado.
Así que ojalá haya una elección, que se elijan los mejores consejeros posibles y que después tengamos un debate no respecto a cómo se hizo sino al texto constitucional. A los que les gusta la estridencia, en general, son los que terminan llevando al proceso fallido porque están más preocupados de la forma. A mí me gusta hacer las cosas en serio, con prudencia y que el verdadero ruido, ojalá, sea la campaña que defina sí o no al texto que proponga el Consejo.
—¿Tiene su candidato definido ya? Faltan dos semanas no más para la elección.
Sí, acá en Santiago lo tengo súper claro. Yo voy a votar por Jaime Ravinet.
—¿Y está más inclinado al Apruebo o al Rechazo de salida? En base a lo que se ha debatido hasta ahora.
Es que quiero ver el texto. Me gustó mucho lo que hizo la comisión experta y creo que va en el sentido correcto. Yo cuando veo a gente de Republicanos, de extrema derecha o de extrema izquierda, diciendo “yo voy a votar Apruebo o Rechazo” sin texto, diría que eso es pura frivolidad. Los políticos serios tenemos que pronunciarnos respecto a un texto, lo otro es pura barra brava. El otro día discutía con alguien de extrema derecha que me decía que va a votar Rechazo. Yo le decía: “¿Por qué? Si no hay texto ¿Qué vas a rechazar?”. “¡No sé, lo que sea!”.
Un consejo a los ciudadanos: háganse un test de seriedad. Si alguien está diciendo ahora ya que aprueba o rechaza un texto que no existe, esa persona no quiere lo mejor para el país. Está simplemente polarizando el país y haciendo que actuemos como fanáticos y tratándonos como estúpidos, porque nos está diciendo: “Usted tiene que votar sin pensar”. Yo más bien le diría a los ciudadanos, informémonos con el texto y ahí tomamos una definición respecto a qué vamos a votar. Lo demás es puro fanatismo que vuelve a la gente estúpida y cada día está siendo más estúpida la misma política.