Marco Enríquez-Ominami (ME-O) no se rinde. Ya ha sido cuatro veces candidato presidencial y muchos lo señalan como el díscolo por excelencia, que abrió el camino para varios otros en la época de la Concertación. Desde esa tribuna construyó el Partido Progresista (PRO), pero en dos ocasiones acabó siendo disuelto por el Servicio Electoral (Servel), tras no conseguir la cantidad de votos requeridos para su continuidad.
Pese a ello, apuesta por volver a las pistas. Y no sólo impulsando un proyecto político, sino tres. Mejor Región, en el norte, que aspira a convertirse en partido; Fuerza Popular, en el sur, que ya se conformó como movimiento; y Patria Progresista, en todo el país, que hace algunas semanas comenzó formalmente su periodo para reunir militantes.
En conversación con BioBioChile, relató las nuevas motivaciones que lo impulsan, repasó su carrera política, reivindicó la “cocina” y disparó duramente contra el Ejecutivo, a un año exacto de la instalación del Gobierno de Gabriel Boric. Si bien rescató la figura del Presidente, apuntó a su gabinete; acusó a algunos de frívolos y a otros de incompetentes.
Su discurso repite una palabra: legitimidad. O bien la carencia de ella. En el Gobierno. En la derecha. En el sistema político.
Por eso, se mostró optimista con la recolección de firmas. “Hay una gran necesidad o gran demanda de nuevos referentes frente a esta crisis de representación y de legitimidad del sistema político”, subraya.
“Hay que recuperar la patria de los que la quieren hundir”
-En 2018 el Servel disolvió el Partido Progresista. Luego vino País Progresista y fue nuevamente disuelto en 2022. Y ahora vuelve a insistir intentando legalizar un nuevo partido: Patria Progresista. ¿Qué propone este nuevo partido en formación? ¿O es lo mismo con otro nombre?
Es bien distinto. El PRO cuando nace fue el primer partido de la historia de Chile post Pinochet, post muerte de Pinochet. Fuimos duramente atacados por el sistema político y caímos en desgracia como colectivo porque nos inventaron acusaciones penales falsas. Intentaron tumbar al partido, pero se debilitó mucho el PRO y el PRO renació de las cenizas en 2018, y ya teniendo parlamentarios, concejales y alcaldes tuvo que enfrentar un dilema muy terrible. Como la ex Concertación no quiso primarias con nosotros, fue muy difícil construir una candidatura única para la presidencial de 2021 en que no querían que yo estuviera. Finalmente optamos por inscribir al partido en la primera ronda electoral, sabiendo que era una elección muy difícil. En rigor, nosotros mismos decidimos disolver al PRO, porque el partido no tenía ninguna chance obtener parlamentarios en 2021. Y ocurrió lo que ocurrió.
Esa es la historia del PRO y hoy día tengo mucha gente del ex PRO, otra que no es del PRO, que desde las regiones propuso crear partidos y me pidieron que yo los apoyara, cosa que hice. Es así como se creó un movimiento en el sur, un partido en el norte, que no son gente solamente ex PRO, sino gente de otras culturas. Y lo mismo en Patria Progresista, pero eso es de nivel nacional.
-Curioso el nombre ¿no? Incorpora la palabra patria, que en el inconsciente colectivo suele asociarse a la derecha.
Bueno, por eso mismo creo que es muy inteligente lo que hicieron los dirigentes de este nuevo partido, el no regalarle a la derecha la identidad. La derecha tiene muy poca legitimidad, pero como usa publicitariamente la bandera, aparece más vinculado a los sentimientos de la dignidad nacional, cuando son los mismos que están en contra de cualquier reforma de justicia social.
Con Piñera y con Kast y con la derecha nunca estuvo más fracturada la patria. Entonces hay que recuperar la patria de los que la quieren hundir. La patria es mucho más que eso. La patria es mucho más que un eslogan, una palabra o una bandera. Me parece una gran idea de los líderes de la directiva del proyecto Patria Progresista.
-¿Qué lo motiva a seguir empujando un proyecto político tras dos disoluciones?
La segunda disolución tuvo más que ver con la decisión nuestra. Claro que sí. Yo soy un hombre institucional. Puedo no gustarte, puedo caerte mal, pero nunca podrás discutir que siempre he creído en la regla. Por eso es que pedí primarias y nunca me aceptaron ninguna primaria. Siempre he creído en la democracia, con la fuerza del cambio que quiero, con un cambio tranquilo y que hay que apoyar la construcción de referentes de colectivo. He ayudado a muchos colectivos a construirse y crear instituciones, fundaciones, medios de comunicación. He colaborado toda mi vida a construir institucionalidad. Así que es consistente con mi manera de militar en la vida.
ME-O: “Algunos ministros han demostrado frivolidad; otros, incompetencia”
-¿Mantiene el espíritu díscolo de hace 15 años? Muchos lo señalan como el díscolo por excelencia, que abrió la puerta a todos los que vinieron después.
Por supuesto, pero tengo cicatrices también. Yo no llevo tanto tiempo y fíjate que empecé a los 32 años, tengo 49. Hay gente que lleva 30 o 40 años, pero aún así, claro, no soy el mismo. Han pasado cosas en mi vida. Sigo siendo profundamente crítico del Chile injusto, pero también las convicciones se han ido algunas de ellas profundizando más que nunca. Estoy más preparado, más sólido, también más golpeado. Sigo siendo un díscolo con cicatrices.
-Pero ese no parece ser el espíritu de los díscolos de la actualidad. ¿Qué le parecen los díscolos que hay ahora? Ahora provienen de distintos lugares del espectro político, no solo de la izquierda.
Creo adivinar hacia donde va la pregunta. Primero, voté por Boric y lo volvería a hacer. Y sigo creyendo que una de las razones por las cuales voté por Boric sigue siendo vigente, que es un hombre con buenas intenciones. Eso lo creo firmemente.
-Pero…
Pero sus equipos y la forma de hacer política yo no la comparto. Creo que es un buenismo falso, es una estrategia equivocada. Creo que algunos quieren fundar una iglesia y no un país. Creo que la política es pactar, es negociar, es articular, no es predicar. Y creo que hay una manera frívola de creer el Chile que están gobernando. Creo que hay frivolidad. Creo que Chile es un país endeudado y un país que sufre y que está en América Latina y que no está en los países escandinavos. No somos el destino de Suecia y creo que somos parte de Latinoamérica, para bien y para mal. Ahí tengo una diferencia muy de fondo, con la forma y fondo, del debate de lo que tú llamas nuevos díscolos.
Cuando peleé siempre entendí que se requería mucha política y creo que ahí hay una manera que no está funcionando, no quieren confrontar. Ya no solamente no negocian, sino que están contra de la cocina. Y el problema no es la cocina. La pregunta es para qué quieres una cocina. El problema es el plato que sale de la cocina. El problema de la transición chilena no era la negociación, era la rendición. Era la transacción para una transición pactada. Entonces creo que están equivocados. Hablan contra la cocina sin entender que el problema es qué quieren y es la pregunta que yo me hago. Lo de la reforma tributaria es vergonzoso. El episodio es vergonzoso.
-¿Pecan de frívolos en el Gobierno?
Creo que los ministros han demostrado, algunos de ellos, frivolidad; otros, incompetencia. Los ministros, yo lo separo del Presidente, para que quede claro. Están demostrando mucha desconexión respecto al Chile real. Hay excepciones, por supuesto, pero no me gusta. Es incomprensible el audio de la canciller, por ejemplo, es frívolo; no es grave, pero frívolo. No es grave que un grupo de altos funcionarios se dediquen a pelar a un gobierno vecino. No, eso lo hacen también todos los gobiernos, pero que lo graben demuestra que es una frivolidad sin límites.
“Quiero que a este Gobierno le vaya bien, porque también se me va mi vida en esto”
-¿Estos díscolos son mejores o peores de lo que usted fue en su inicio?
No lo voy a calificar. Yo soy abogado, no soy juez. Yo fui imperfecto y ellos creo que tienen por delante una responsabilidad que no terminan de asumir, que es gobernar Chile, no gobernar Finlandia; que van a gobernar Chile, no Suecia. Fíjate que cumplieron un año y no le veo ninguna reforma trascendental. Ninguna. Ya perdieron la tributaria, antes de cumplir el año; la de pensiones, así como van no se va a aprobar; la nueva Constitución no se aprobó. Estoy hablando de temas sustantivos. En educación, en salud, todavía no comienza la reforma.
Es un gobierno de medidas, no es un gobierno transformador. Yo estoy seguro de que el Presidente, que yo creo que es un hombre con buenas intenciones, va a corregir. Tengo gran esperanza en su capacidad para corregir. Creo que es increíble que un gobierno, un ministro, se vanaglorien de un superávit fiscal ocasional, momentáneo. Se vanaglorian de tener ordenada la economía, pero no tienen siquiera ordenado a su propio gobierno. Y claro, para la economía no hay nada más importante que un gobierno sólido. Está súper demostrado que los gobiernos frágiles afectan la economía de un gobierno.
-Y en este escenario tan complicado, después de la durísima derrota con la reforma tributaria ¿Cómo cree usted que se puede revertir este escenario?
Yo siempre lo he pensado y se lo dije al propio Presidente, cuando vino a mi casa a buscar los votos de la segunda vuelta, y no estuvo de acuerdo. Creo que lamentablemente el tiempo demostró que el camino era otro. Hacer una gran alianza mucho más amplia e incorporar una sola coalición muy amplia y sincerar las cosas. Yo prefiero un Presidente que amplía su base incorporando la Democracia Cristiana, incorporando más sectores y construir una alternancia y ser humilde y decir mira: “Parece que no gané la elección y tengo que construir una base amplia, un nuevo pacto fiscal, un nuevo pacto social, un nuevo pacto económico que permita los próximos tres años algunas reformas trascendentales”. Pero con dos coaliciones, con su pacto, hoy día no está pudiendo cumplir ni siquiera el 25% de sus promesas.
-Entonces ¿cómo se replantea el programa de Gobierno?
Con una nueva coalición. Sincerar las cosas. Sincerar que claramente él fue electo en un voto contradictorio, que fue contra Kast y que el 4 de septiembre hubo un voto revocatorio, de sanción a lo que él intentó hacer. Y es mejor sincerar las cosas, ser constructivo en vez de empecinarse en la seducción. Yo creo que este gobierno está dedicado a seducir, es cosa de ver sus redes sociales. Es un gobierno de seducción, no de construcción. Mira su Instagram Live. Yo los veo en La Moneda. Yo he visto que los ministros están llamados a contar si les gusta más la piscola con Sprite o con Coca Cola. En el Palacio. Los he visto respondiendo un cuestionario, al ministro, si le gusta más la cumbia o el rock.
Y yo quiero que a este Gobierno le vaya bien, porque también se me va mi vida en esto. A mí no me sirve el fracaso del Presidente Boric. A nadie le sirve, pero particularmente a nosotros que votamos por él y que además defendemos banderas que él también dice defender. Era urgente un cambio de gabinete, pero mucho más un cambio de nombre, un cambio de lógica. Hacer política, construir, no seducir, basta de seducción. Y la construcción política es articular con lo que no te gusta. Es salir de la idea del buenismo. Es confrontar con la derecha y al mismo tiempo, después de confrontar, construir con la derecha.
“El Gobierno no tiene una legitimidad política ni democrática para transformar Chile”
-A la hora de construir, usted cree que también hay un dejo de responsabilidad, por ejemplo, de Ana Lya Uriarte, que al parecer no era la gran negociadora que todos esperaban.
Yo no voy a dar nombres porque hay ministros que respeto. Algunos los conozco, algunos hasta los quiero, pero hay que ser frío. Esto no se trata de un club de amigos.
El país es como es. El 40% votó por Kast, alguien que defiende la dictadura y los crímenes de Derechos Humanos y la corrupción. Eso obtuvo el 45% de los votos en Chile. Bueno, hay que escuchar esa voz. Es terrible, pero así es la vida. Después está la Democracia Cristiana, que no le gusta al Presidente y al Gobierno, pero sacaron el 11% de los votos. Estoy simplemente planteando que es urgente cambiar de lógica. Todos, sin exclusiones, no tienen condiciones para excluir. No tienen una legitimidad política ni democrática suficiente para transformar a Chile.
-Todo esto igual es parte del ambiente mucho más crispado que hay actualmente. Se hizo notar en la fallida Convención Constitucional, de la que usted fue critico. ¿Es mejor, en su opinión, el nuevo proceso que partió este lunes?
Como lo escribió un amigo, tiene cinturón de castidad, bozal, las piernas amarradas. Es un proceso triste. Es un ajuste constitucional. No es un proceso constituyente, es un proceso que obedece la mitad de la pregunta de octubre de 2020: reconoce que se requiere una nueva Constitución, pero no reconoce que era sin Congreso. Entonces tiene algo de tramposo. Pero aún así, mi ánimo es constructivo y optimista.
Prefiero tener esperanza en que van a instalar un Estado social y democrático de derecho. Y que si bien no se va a tocar el sistema político, que es un pecado mortal en cualquier nuevo texto, yo sostengo entonces que la última esperanza que nos queda, que no es poco, es que discuta los derechos sociales. Que plantee un nuevo sistema de seguridad social. Bueno, tengo la esperanza en que todos votemos en el nuevo proceso constitucional por candidatos que nos garanticen un nuevo sistema de seguridad social. No estaría mal obtener por lo menos eso.
-El lunes se observó bastante acuerdo previo, antes de la discusión en el pleno ¿No le parece mucha “cocina”?
Es que a mí la cocina no me molesta cuando es para cosas que le hacen bien a los pobres. El problema de la cocina, y esta es la confusión de lo que tú llamas los nuevos díscolos, es que confunden la idea necesaria del acuerdo político con el mal acuerdo. De nuevo, el problema no es la cocina, el problema es que la cocina es a favor de los ricos, una cocina a favor de la gente es una buena cocina. Pero ya esta nueva Constitución no va a poder discutir lo más importante de una constitución, que es la sala de máquinas, el sistema político, el poder. Eso no lo va a discutir este texto. Eso este texto no te lo ofrece.
“La plata y la pega”
-Y si logra constituir Patria Progresista ¿Postulará por quinta vez a La Moneda?
No. Eso sí que me parece un tema que está completamente fuera del radar mío y de cualquier persona sensata. Cumplió un año el Gobierno. No, no conozco ningún chileno que esté pensando en la Presidencia de la República del 2025.
-Pero no es que vaya a anunciarlo mañana, ni mucho menos, sino pensando en las proyecciones que usted ve de este nuevo proyecto político…
Para nosotros la prioridad es que en este proceso constitucional se discutan los derechos sociales, ya que el Congreso logró imponerse de la peor manera como árbitro, garante y tutelador. Y después a mí lo que me parece más importante es la plata y la pega. Entonces, la prioridad hoy día es obligar al Gobierno a crear empleo y crear un plan de obras públicas que active el empleo. Tiene que controlar la inflación y proteger a los chilenos. Pero creo que hoy día me parece que esa es mi batalla, la batalla de cualquier ciudadano bien nacido.
-¿Cómo cree que hubiera sido su carrera política sin el caso SQM? Después de ocho años, el proceso al fin partió, tal como usted venía pidiendo hace mucho tiempo.
Yo creo que efectivamente mi reputación se vio duramente afectada porque hubo una operación evidentemente selectiva. En este mismo juicio han nombrado a no menos de 8 candidatos presidenciales que no están en el juicio, cuyos jefes de campaña o secretarias o parientes tenían boletas a las empresas denunciadas: Kast, Lavín, Piñera, Bachelet, Frei. En este mes todavía estamos con un testigo, llevamos ocho días con los mismos testigos. Son 600 testigos. El juicio va a durar por lo menos tres años. Estamos todavía en la etapa de preparación.
La misma fiscalía, fiscales que están dedicados a tiempo completo, que han ganado hasta ahora 1.200 millones de pesos, que vienen con chofer todos los días, desde Valparaíso, ellos mismos han nombrado a, no sé, no menos de 50 líderes políticos que no están aquí. A ellos mismos les cuesta explicar cómo es posible que ninguno de ellos está en proceso. Ninguno. Y creo que ha habido un problema de imparcialidad y que la Fiscalía creó un juicio que simplemente le está costando un mundo sostener. Nadie puede estar sin sentencia 12 o 14 años, que es lo que me ha pasado a mí. Imagínate que yo tenía 40 años cuando empezó esto y terminaré probablemente a los 53 años. Quizás con una sentencia, quizás.
-Le vuelvo a hacer la pregunta ¿Usted cree que habría sido tan distinta? ¿Habría podido irle mejor?
No tengo ninguna duda, yo no conozco ningún liderazgo público en Chile que haya tenido 28 fiscales dedicados a él y que le han inventado 13 causas. Y cada vez he ganado por unanimidad, no dividido, en todos los tribunales. Perdieron. Todos. El 100%. Claro que afectó. Por supuesto, si no podía ni votar. Durante años estuve proscrito, sin juicio, sin sentencia.
-El volver para construir Patria Progresista es como una reivindicación de todo eso, como un renacer ¿no?
Yo tengo mil defectos, pero es tanto mi amor por Chile. Patria Progresista es un conjunto de hombres y mujeres que también son muy críticos de lo que está pasando en Chile. Quieren un cambio. Pero esta vez un cambio riguroso, un cambio tranquilo, no un cambio sin rigor, retórico, frívolo, sin instalar en un año una agenda transformadora.