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Este año se marcó un hito en la historia de la Armada, luego de que se graduara la primera mujer piloto en toda la vida de la institución. Se trata de la teniente 2º Daniela Figueroa, quien en entrevista con BioBioChile repasa su carrera: "Una vez que me subí a ese avión me encantó, fue un nexo demasiado grande como para no querer intentarlo", cuenta. Esta es su historia.
La teniente 2º Daniela Figueroa marcó un hito al convertirse en la primera mujer piloto de la Armada.
Luego de graduarse este año con las mejores notas de su generación, la teniente 2º, de 27 años de edad, ya está capacitada para volar el avión PC 7 Pilatus, haciendo historia en la rama naval de las Fuerzas Armadas de Chile.
Con una historia familiar que la ha ligado a la aviación y a la marina desde pequeña, la joven no esconde su satisfacción y orgullo por este importante logro.
En entrevista con BioBioChile, no sólo recuerda cómo ha sido este largo camino para convertirse en piloto sino que además se refiere a quienes plantean que la Armada es una institución machista.
-¿Cuándo comenzó su interés por volar?
Cuando era pequeña, mi papá por ese entonces era piloto privado, es decir, volaba en clubes aéreos en aeronaves más pequeñas de las que ahora hay, y volábamos bastante. Yo nací en Concepción y estuve ahí hasta como los 4 años, y luego nos fuimos a Puerto Varas y seguimos volando en el club aéreo de allá.
Era una actividad a la que iba mi mamá, mis hermanos, yo, entonces era como un panorama de nosotros que hacíamos en familia, y creo que por esa razón siempre me ha llamado muchísimo la atención los aviones, estar en el aire, volar. Desde pequeña también me interesé por la historia aeronáutica y náutica del país.
Para mí uno de los grandes modelos, por así decirlo, cuando era pequeña fue Margot Duhalde, quien fue la primera piloto de guerra del país y que participó en la II Guerra Mundial peleando en Francia. Entonces desde chica siempre me interesó el tema, siempre investigué, siempre estudié un poco. Me llamaba muchísimo la atención, y una vez que ya entré a la Armada, me di cuenta que podía compatibilizar mi carrera naval con algo que me gustaba mucho que era el volar.
-¿Cómo fue el momento en que se dio cuenta que quería entrar a la Armada?
En el año 2011 se abrió la posibilidad de poder entrar a la Escuela Naval con tercero medio cumplido y hacer el cuarto medio en la Escuela Naval junto con el primer año politécnico.
Ahí yo estaba cursando tercero medio, supe de esta posibilidad y quise postular también motivada por el hecho de que mi papá había sido marino hacía ya muchos años, y se había retirado cuando conoció a mi mamá.
Entonces cuando se casaron y nos tuvieron a nosotros -somos cuatro y yo soy la mayor-, mi papá era civil desde hacía harto tiempo, pero aún así nuestra casa era una mini escuela naval ya que le gustaban los himnos militares, para el 21 de mayo y 18 de septiembre izábamos el pabellón nacional cantando el himno. En el fondo le dábamos mucha importancia a lo que son los valores patrios, a las actividades de servicio.
-¿Cómo fue el cambio de pasar de la enseñanza media a la escuela naval?
La verdad es que fue un cambio bastante radical debido a que yo era de Puerto Varas y al entrar a la escuela naval me mudé a Valparaíso. El primer cambio fuerte fue dejar a mi familia para poder empezar a estudiar en la escuela naval. Yo creo que ese fue el primer cambio importante.
El segundo fue que yo era más chica de lo normal porque entré con tercero medio, hice mi cuarto medio en la escuela naval junto con el primer año politécnico, entonces la carga académica era un poco mayor ya que tenía ramos de cuarto medio y ramos de primer año naval.
La escuela naval forma en distintos ámbitos, no es solamente militar sino que tiene un ámbito académico, un ámbito deportivo, un ámbito cultural y profesional, entonces efectivamente las exigencias eran varias y en diferentes campos.
Había que tratar de cumplir de la mejor forma con todas las áreas que se nos exigía, así que eso también fue duro pero a la vez fue motivante para mejorar porque efectivamente daba la posibilidad de desarrollarse de forma íntegra, no era solamente deporte o sólo estudiar ramos académicos o teóricos, sino que era el hecho de tratar de dar lo mejor de sí en cada una de esas áreas.
-¿Cómo fue el camino para ser piloto? ¿Lo tenía decidido de antes o se dio una vez que entró a la escuela? ¿Y qué tan difícil fue?
Cuando uno entra a la escuela naval son cuatro años de estudio. Posteriormente, uno egresa como guardia marina y se embarca en el crucero de instrucción La Esmeralda, en donde le dan un barniz de la marinería tradicional, el cómo navegar y aprender distintos conceptos y posteriormente, después de un año de ser guardia marina, uno se va destinado a distintos buques que están a lo largo de Chile.
A mí me tocó estar embarcada en el PSG-73 Isaza, que es un patrullero que está ubicado en Puerto Williams, la ciudad más austral que tiene Chile. Ahí fue cuando dentro de las navegaciones que realizábamos, que se hacían para conectar este territorio tan aislado junto a Punta Arenas, un piloto naval, el capitán Eduardo de la Cerda, que en ese tiempo era teniente, se enteró que a mí me gustaban mucho los aviones y coordinamos con mi mando si es que yo podía embarcarme en un avión para volar entre Punta Arenas y Puerto Natales.
Una vez que me subí a ese avión me encantó, fue un nexo demasiado grande como para no querer intentarlo, así que posterior a ese vuelo investigué un poco más y efectivamente tenía la posibilidad de poder postular a aviación naval, y de ahí dar las pruebas como para quedar seleccionada y posteriormente hacer el curso de instrucción acá en la base aeronaval en Concón.
-¿Cuánto dura el curso para convertirse en piloto?
La parte práctica, que es poder volar en el avión de instrucción que tiene la aviación naval, es aproximadamente un año. Pero antes de eso se debe pasar ramos teóricos y por ramos de ámbito más general que se estudian en la academia politécnica naval.
Entonces es un semestre en la academia politécnica naval, de ahí un año completo acá en la escuela de aviación, teniendo ramos teóricos y prácticos junto con los vuelos de instrucción, y posteriormente cuando se acaba ese año, que puede ser un poco más en verdad, en PC7 Pilatus, dependiendo de las notas que haya tenido y el cómo le haya ido en el curso, uno puede escoger entre ala fija, que son los aviones, y ala rotatoria que son helicópteros. Y ahí pasa casi otro año más.
-¿Qué le dirías a aquellas personas que piensan que la Armada es machista?
Cada uno es libre de pensar lo que quiera, pero efectivamente la Armada, sobre todo en este último tiempo, ha incorporado a la mujer en distintos espacios. Yo no diría ni por si acaso que es machista, porque nos dan la posibilidad de poder demostrar las capacidades que tiene cada persona, independiente de su género.
A la aviación naval, por ejemplo, en el curso de instrucción para poder volar PC7 Pilatus (avión de entrenamiento), les da lo mismo si uno es hombre o mujer; lo importante es que uno tenga las habilidades y los conocimientos teóricos y prácticos como para que uno pueda volar de forma segura.
Entonces, yo le diría a esas personas que no creo que haya una distinción, sin perder efectivamente la caballerosidad que hace destacar a los marinos en general, yo creo que no hay una distinción. Creo que existen las posibilidades independiente del género, lo importante es demostrar de lo que una está hecha y ser capaz de poder cumplir con las exigencias que se le imponen.
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