Eran los turbulentos y álgidos días posteriores al 18 de octubre de 2019. A la par de las protestas, la conmoción y la búsqueda de respuestas, varias organizaciones convocaron cabildos a lo largo del país donde discutir el futuro de Chile y una posible salida constituyente.
En eso, el último día de ese octubre histórico, el Club Social y Deportivo Colo-Colo, la organización de hinchas que hace como contraparte de Blanco y Negro S.A, congregó un cabildo donde asistieron aproximadamente 1.500 personas, entre hinchas y socios. Fue, aseguran, el más grande realizado en todo el país.
Fue ahí donde nacieron las bases de Constitución Alba y la Bancada Alba de la Convención Constitucional. La componen nueve constituyentes, en su mayoría mujeres: Damaris Abarca, Constanza Schonhaut, Giovanna Grandón (Tía Pikachu), Tatiana Urrutia, Valentina Miranda, Elsa Labraña, Natividad Llanquileo, así como Cristóbal Andrade y Hugo Gutiérrez.
Si bien no son una bancada política formal, lo que les une es impulsar y acompañar las discusiones que el Club Social ha realizado al alero del proceso constituyente.
Sin ir más lejos, el 22 de enero pasado presentaron una iniciativa popular de norma constitucional: suma casi 3 mil apoyos al cierre de esta nota. Necesita llegar a los 15 mil antes del 1 de febrero para ser discutida en el órgano constituyente.
No obstante, tanto en la Bancada Alba como en otros sectores de la Convención hay historias ligadas a Colo Colo: familias completas ligadas por el fanatismo, alegrías y penas junto a hijos y padres en el Monumental, así como también activismo y política ligada al “popular”. Son los casos del socialista Julio Álvarez y de Manuel José Ossandón (RN), asiduos forofos de Pedrero.
Aquí, ocho de esas historias, en sus propias palabras.
Giovanna “Tía Pikachú” Grandón (ind.)
“Mi familia ha sido colocolina toda la vida. Mi papá lo era. Mi mamá no era colocolina, era evangélica, jajaja. Nunca se metió tanto”.
“Yo creo que desde la Bancada Alba estamos mostrando que mujeres y hombres podemos compartir los mismos espacios, habilidades, y no tenemos por qué discriminarnos unos a otros. ¿Te imaginas que hubieran partidos con equipos mixtos, de hombres y mujeres? Como uno jugaba a la pelota en el barrio. Uno puede enseñar eso. A no discriminar”.
“Colo Colo es como el común de los chilenos. A nosotros siempre nos dijeron cuando chicas que éramos todos indios. Así nos trataban a todos los que éramos más negritos. Yo era súper negrita cuando era chica. Me decían india, despectivamente. Los niños son crueles. Pero a mi no me importaba. Les pegaba, jajajá. Yo era peleadora”.
“Mi marido va con mi cuñado y los niños al estadio. Yo no voy, porque siempre tengo algo que hacer. Además, me molesta la bulla. Me gusta hacer cosas en la casa, como manualidades. Por eso no veo todos los partidos. Veo los más importantes, como los clásicos o los que juegan en el extranjero”.
“A mi vista de niña, hace no sé, treinta y tantos años atrás, yo pensaba que todos éramos colocolinos en Chile. Después de años me di cuenta que había más equipos. También antes era menos negocio, no como ahora. Y cuando chica no se veían esas peleas. Era ir a ver partidos de fútbol. Yo creo que hace unos veinte años que uno tiene esa visión de que queda la escoba, que hacen tira todo. Porque anteriormente como que no. Debe ser por la misma educación que había. Antes éramos todos más educaditos”.
“Cuando chica, yo era capitana de básquetbol. Jugaba voleibol también, iba a atletismo. A mi no me gustaba jugar fútbol, porque me pegaban patadas. Yo no pasaba en clases, jaja. Desde quinto básico a mitad de octavo que no pasé en clases. Yo creo que por eso casi repetí octavo, jajajá. Todo esto, en Peñalolén. Antes se inculcaba mucho el deporte y te llevaban a campeonatos. Los profesores antiguamente hacían las escuelas de verano, que ahora no existen”.
Julio Álvarez (PS)
“Yo soy colocolino desde que era cabro chico, allá en Chonchi, en Chiloé. Veíamos los partidos en un televisor a blanco y negro. El único canal que llegaba en ese tiempo era Televisión Nacional. Y muchas veces ni siquiera se sabía si se transmitía o no, lo avisaban a última hora”.
“Mi fanatismo y lo que iba a significar el club para toda mi vida se confirmó la primera vez que vine a Santiago y mi papá me invitó a ver al Estadio Nacional el partido entre Botafogo y Colo Colo por la semifinal de la Copa Libertadores 1973. Fue el 8 de mayo. Yo tenía ocho años. Esa vez Colo Colo iba perdiendo 2-3. Faltaba un minuto para que terminara el partido. Me acuerdo como si fuera hoy. Mi papá me dijo ‘Julito, vámonos, hay mucha gente’. Le dije papá, por favor, esperemos, por último salimos más tarde. Y en esos minutos finales fue cuando el Pollo Véliz agarró la pelota en el vértice del área chica y se mandó un zurdazo… empatamos. Fue una locura. Con ese gol, Colo Colo pasó a la final de la Copa Libertadores. Era la primera vez de un equipo chileno en esa instancia. Y yo, un cabro de Chonchi, viendo eso, ahí mismo. Fue maravilloso. Yo nací cuando mi padre tenía 56 años. Falleció, pero lo recuerdo con mucho cariño por esos momentos que tuvimos juntos”.
“En Chonchi prácticamente éramos todos del Colo. Había uno que otro de la Chile. Era raro que alguien fuera de otro equipo. Había un vecino que siempre me extrañó, porque era de Unión Española. Yo nunca había conocido gente que fuera de la Católica hasta que llegué a Santiago a estudiar. Ahí me hice socio en la sede antigua, en calle Cienfuegos”.
“Yo he sido socio ininterrumpido. El único período que dejé de ser socio fue cuando se metió mucho Pinochet en el club. Me alejé de lo que significaba Colo Colo ese tiempo. Seguía siendo fanático, pero no de los que mandaban el equipo. Estaba muy tomado por fines políticos”.
“Colo Colo forma parte de mi vida. Me ha acompañado en un montón de cosas. Cuando puedo, voy al estadio. En la universidad iba todos los fines de semana. Cuando no había amigos para ir, iba solo, con mi bandera”.
“El club es parte del alma popular. Cada 19 de abril yo celebro el nacimiento del Partido Socialista, donde milito, y también celebro la fundación del club. Fue el mismo día: uno de 1925 y otro de 1933”.
Constanza Schonhaut (FA)
“Soy colocolina. Fue una decisión que tomé a los 17 años. En mi casa nunca hubo cercanía con el fútbol ni barras. Siendo una deportista y amante del fútbol, fue lo que decidí en ese momento”.
“En la Bancada Alba somos varios constituyentes, hombres, mujeres y de distintos sectores. Es bonito tener esa referencia común que también opera como herramienta para abrir diálogos con otros. Creo que hemos contribuido a darle voz a la organización deportiva en general y a la del Club Social. Ellos han hecho un trabajo increíble, llevando a cabo cabildos y creando propuestas que permitan garantizar el derecho al deporte, entre otras visiones democráticas que deben estar en la nueva constitución”.
“Ser de Colo Colo lo vivo quizás un poco distinto a quienes nacieron con el club en la casa, que los veo como militantes. Yo lo vivo con un sentido histórico, porque representa una forma de ver la vida, una comunidad que se para desde principios y una visión de la sociedad democrática, popular y luchadora. Siempre trato de hacerme el tiempo de ir al estadio”.
“Un recuerdo emotivo es cuando fui a alentar a las chiquillas de Colo Colo frente a Palestino en el estadio Bicentenario de La Florida en 2019, cuando clasificaron a la Copa Libertadores. Me emociona porque ha sido muy difícil hacer ver y valer el fútbol femenino, romper los cercos y los prejuicios. Es una pelea que damos a diario y es hermoso ver triunfar a mujeres tan talentosas”.
Manuel José Ossandón (RN)
“Ser colocolino es una tradición de familia. Viene de mi abuelo Roberto, él era socio del club. Mi papá también, con gran parte de sus hermanos. Yo y mis hermanos, los ocho, somos colocolinos. Y bueno, no me quedó otra que seguir la tradición. Estoy agradecido de mi abuelo por haberme brindado la oportunidad de ser colocolino”.
“Uno de los hitos más importantes que vivimos como familia fue ir con mis hermanos Benjamín y Nicolás a la final de la Copa Sudamericana 2006, el partido de Colo Colo contra Pachuca. Fue en el Estadio Nacional. Tenía 17 años. Colo Colo perdió el partido, y sufrí muchísimo. Pero bueno, uno tiene que estar en las buenas y en las malas. Sigo yendo al estadio de vez en cuando. Me gusta ir con mi hermano. Cuando iba en la universidad, iba a Tucapel, el codo entre la tribuna Océano y la Garra Blanca. La visibilidad ahí es poca, pero no tenía tantas lucas”.
“Todos los hechos de violencia son lamentables. Más de una vez, cuando me ha tocado ir en familia al estadio hemos tenido que esquivar piedras. Recuerdo hace un par de años que fui con mis hermanos y cuñados a un clásico con la Universidad Católica al Monumental. Éramos familias en la calle, con niños, a lo que llegó la barra de la Católica por avenida Departamental y empezaron a apedrear a destajo. No les importó quiénes iban por la calle. Esto es inaceptable. También me ha tocado enfrentar a las barras dentro del estadio cuando ponen sus lienzos. Son sumamente violentos. Cuando suben al metro también, se creen los reyes. Es muy complejo, porque con estos actos uno lo piensa diez veces antes de llevar un niño al estadio, y hay que ir a la defensiva. Es muy lamentable. Aleja a las familias del estadio”.
“Me pasa que aun siendo ex alumno de la Universidad Católica (derecho), yo siento que el archirrival de Colo Colo es la Católica. Cuando les ganamos para mí es un elíxir, lo más grande que podemos lograr. La supercopa del domingo fue lo máximo. En el grupo de asesores, el 90% son de Católica. Les ofrecí apostar y casi todos se escondieron. Gané dos apuestas con asesores, uno tiene que venir con la camiseta de Colo Colo. Hago presente que le ofrecí lo mismo a Cristián Monckeberg, pero como buen hincha de cartón, arrugó”.
“El espíritu colocolino va relacionado al patriotismo, al servicio al país. Por lo tanto, tenemos que hacer un buen trabajo, una constitución que quede bien hecha y sin tantos detalles. La Constitución es una norma general. Si empezamos con detalles, como decir que es de tal o cual equipo de fútbol, corremos el riesgo de que quede mal redactada. Más allá del equipo que seamos, lo más importante es hacer una constitución que dure los próximos 30 o 40 años”.
Valentina Miranda (PC)
“Nací colocolina. Mi abuela, aparte de comunista, era hincha de Colo Colo desde siempre. Dice que es hija de Arellano”.
“Nosotras como colocolinas convivimos diariamente con la misoginia dentro de ser hincha. Primero, por las palabras que se ocupan. Esto de tratarse de madre, de zorra, de monja, demuestra claramente la misoginia que hay dentro de las hinchadas, y que nosotras como mujeres, feministas e hinchas hemos tratado de visibilizar. Hacer ver lo que significa el fútbol femenino dentro del desarrollo o la toma de poder de las mujeres ha sido súper vital para que nosotras estemos aquí. La difusión que tiene el fútbol sobre otros deportes permite que las cabras se puedan empoderar”.
“Hace tiempo que no voy al estadio. Porque, aparte de tener poco tiempo por la Convención, cuando mis papás se separaron, dejaron de existir esas salidas más familiares. De ahí que no voy al estadio. Hay un sentimiento encontrado con lo que fue la separación de mis viejos y de cómo disfrutábamos eso en familia. De ir al estadio, me gusta la libertad que uno siente. De sentir felicidad, poder desahogarse. Creo que lo mejor de ir al estadio para sentirse bien es ir acompañado. Me acuerdo que yo iba en familia. Eso te marca”.
“Creo que las cosas más bonitas que me pasó fue cuando los cabros de Constitución Alba nos invitaron a una entrevista en el estadio. Cerrado, evidentemente, para conformar la bancada. Eso fue de lo más bonito que me ha pasado ahí. Es un espacio seguro como hincha, pero también de mucha intensidad. Estar en esa posición defendiendo un proyecto político desde lo que es la identidad de un hincha es super cuático”.
Tatiana Urrutia (FA)
“Me hice colocolina por mi hijo mayor. Él tiene 16. Es un almanaque futbolero. Tiene en cada país un equipo, y Colo Colo es su pasión”.
“Fue importante ir al estadio con él, porque en algún momento sentía que era el espacio ‘con el papá’, y descubrí su felicidad en vivo y en directo. Ahí decidí que cada vez que pudiera íbamos a compartir ese espacio. De hecho, tenemos como meta alguna vez viajar fuera de Chile a ver algún campeonato donde juegue la Selección”.
“Yo he ido al estadio, y los gritos son altamente machistas. Hoy, creo, en el último tiempo las mismas barras de mujeres, no solo de Colo Colo, han peleado por acabar con esos gritos. Creo que por eso hoy una puede ir más tranquila al estadio”.
“Hace unos años entendimos que el fútbol es un espacio donde se puede hablar de democracia. Quizás la política no es algo que llegue a toda la población, pero a través del deporte, como cumple un rol social, le da desde ahí un valor. E indudablemente Colo Colo tiene un arraigo en la mayoría de chilenas y chilenos”.
“Por ejemplo, yo soy de Maipú. Y hay muchas de estas agrupaciones locales que están siendo fuente de trabajo social. Abren espacios para que haya escuelas para niñas, escuelas mixtas. Eso ayuda profundamente a sacar o evitar que niños caigan en problemas de drogas y delincuencia. Si bien mi cercanía es con Colo Colo, la Chile también tiene una labor en los barrios principalmente”.
“Hay agrupaciones feministas que cuando hacen estas escuelas de mujeres en los barrios, las mujeres tienen ahí un nuevo espacio colectivo. Y cuando a una mujer la maltratan, ya no están maltratando a la vecina, están maltratando a la compañera. Con eso, se generan redes súper importantes. Cuando vi eso, me hizo sentido: era un espacio muy importante que no hay que abandonar”.
Damaris Abarca (FA)
“Soy colocolina por herencia familiar. Mi abuelo era colocolino. Fue una persona muy influyente en mi. Falleció hace muchos años.
“Hace siete años más o menos que me acerqué mucho más al Club Social y Deportivo. Hoy yo soy socia e hincha. Estuve trabajando algunos temas con la rama de ajedrez en Colo Colo. Organizamos algunas actividades en torno al ajedrez, ligándolo como un deporte más en el Club Social” (Abarca es tricampeona nacional de ajedrez).
“Colo Colo no tiene equipo de ajedrez, porque en Chile no competimos en equipo, como sí pasa en Europa. Ahí sí los clubes tienen equipos de ajedrez. Pero acá no se ha dado eso todavía. Quizás fue un sueño de nosotros en un momento. Lo conversamos con el Club, de hacer una liga entre clubes deportivos donde pudiesen tener, por ejemplo, la Universidad de Chile, la rama de ajedrez, o la Católica o Wanderers”.
“Yo he ido ahí a la Casa Alba (donde alojan los cadetes de regiones) a jugar con ellos, los sub 17, a hacerles clases de ajedrez. Pero esto también tiene relación con cuestiones que se hacen en el resto del mundo. Por ejemplo, a los seleccionados de fútbol se les enseña ajedrez, para alimentar su pensamiento estratégico. Y evidentemente sería maravilloso que en un momento se pudiese hacer un torneo, no sé, la Copa Libertadores de Ajedrez”.
“Mi papá era futbolista. No era colocolino. De hecho jugó en O’Higgins. Fue cadete. Luego se lesionó, no recuerdo si los meniscos o los ligamentos. Después jugó en segunda o tercera. Hasta hoy juega amateur. Ahí se alejó de la competencia profesional. Pero desde muy chica mis recuerdos son estar en un estadio. Iba al de Rengo, al Teniente también. Tengo muy buenos recuerdos de esa vida de ir al estadio, de ir constantemente los fines de semana”.
“Yo quiero que los estadios sean un espacio seguro para que podamos ir las familias. Hoy yo tengo a mi hijo de 3 años, Elías, que todavía no lo llevo al estadio. Pero cuando tenga un tiempito, pienso en arrancarme y que él vea un partido”.
“El fútbol aún es un espacio muy masculinizado. Pero también Colo Colo es vanguardista en eso. Empezó con la comisión de género Rosario Moraga, la madre de David Arellano. Es una comisión que rompió muchos mitos. Que empezó a poner sobre la mesa, que presentó un protocolo contra el abuso, por ejemplo. Cambió ciertas cuestiones que tenemos normalizadas en el deporte: los cánticos, los sobrenombres, los insultos. Son muy machistas: madre, zorra. Eso lo pusimos en cuestionamiento. Creo que ahí la comisión de género fue muy rupturista. Eso no lo he visto en otros clubes deportivos en Chile”.
Elsa Labraña (ind.)
“Soy colocolina de familia, mi padre es muy fanático. Soy trabajadora social, y desde mi profesión me vinculó mucho con los niños de las comunidades. Mi vínculo con Colo Colo, más que ser la hincha número uno, es por la labor social que cumple el club”.
“La acción política que hace la Bancada Alba es evidente, pero no es una política partidista. Es una acción política social, porque llegan a los territorios de forma más ágil que la institucionalidad. Llegamos de forma más directa a los niños, sobre todo. Los niños de la Bancada Alba tienen una conciencia social y de clase bien marcada. Con mucha identidad en los territorios donde viven”.
“Yo asocio Colo Colo a que nosotros como mestizos de este territorio no tenemos identidad. No tenemos raíces o algo que nos cohesiones culturalmente. Creo que Colo Colo hace eso: es algo donde nos podemos identificar todos. Le da identidad y pertenencia al pueblo chileno”.
La U y Católica
Desde las Organizaciones de Hinchas de la U (Universidad de Chile) por su parte, rescatan que su Iniciativa Popular de Norma llamada “Derecho a ser club y ser hincha” ya alcanzó los 15 mil apoyos requeridos para que sea discutida como norma dentro de la Convención. Además, destacan que han sostenido cabildos presenciales y virtuales, y han tenido conversatorios en vivo con los convencionales Manuel Woldarsky y Loreto Vallejos.
En el caso de Universidad Católica, las hinchas de la organización feminista y separatista Nuestra Cruzada, una de las dos organizaciones activas de hinchas (la otra es Católica para su Gente) también han efectuado cabildos, podcast e instancias educativas sobre el proceso constituyente desde sus inicios, en las que han participado las convencionales Alondra Carrillo, Alejandra Pérez y Alejandra Flores.