A río revuelto, ganancia de Michael Clark. Así podría resumirse el golpe que asestó el presidente de Azul Azul para convertirse en el nuevo socio mayoritario de la concesionaria que rige al club Universidad de Chile.
Se trata de una maniobra que incluyó la compra en las sombras de todas las acciones de Sartor, grupo que cayó en desgracia luego de que la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) ordenara la liquidación de la división Sartor Administradora General de Fondos (AGF).
La transacción —de la que el resto de los miembros del directorio se enteró “por la prensa”, según confidencian varios de ellos fuera de micrófono— le entrega, en la práctica, el poder total a Clark: en la renovación de la mesa de abril próximo podrá elegir a siete de los 11 directores.
Precisamente, la opacidad en la que se dio la operación encendió las alarmas en el organismo regulador, desde donde cuestionaron —implícitamente— la falta de una Oferta Pública de Adquisición (OPA).
Esta vez, en medio de los rumores, el incendio pilla a Victoriano Cerda con la billetera llena. El empresario, con pasado en Huachipato, ha sido vinculado fuertemente al club desde la llegada de Sartor al Romántico Viajero. Desde la concesionaria, sin embargo, afirman que Clark no tiene intenciones de deshacerse de su flamante compra.
El golpe de timón
La dinámica fue así. Hasta antes que la CMF lanzara sus dardos contra Sartor, el 63% de Azul Azul era propiedad del Fondo de Inversión Privada (FIP) Tactical Sport, que a su vez estaba compuesto en un 90% por Sartor y sólo un 10% por Inversiones Antumalal. Esta última propiedad de Clark.
Pero, según él mismo reveló, desde esa participación minoritaria ahora pasó a tener el 100% de Tactical Sport por medio de su misma sociedad. De este modo, el mandamás de la concesionaria es hoy por hoy el principal propietario de la U.
A todas luces un golpe de timón. De acuerdo a fuentes vinculadas al club todo el traspaso se gestó “hace unas semanas atrás”. Y si bien se ha rumoreado un pronto traspaso a otro fondo para salir del entuerto, varias voces ligadas al directorio afirman que Clark, de momento, planea mantener la propiedad.
No obstante, no se saben los detalles de la compra ni menos los montos involucrados en la transacción, pues los documentos que sellaron la adquisición son de carácter privado y las partes han mantenido absoluta reserva del asunto. Sólo hay una referencia: cuando Heller vendió en 2021 su 63% a Sartor, versiones de prensa valoraron la transacción en 15 millones de dólares.
“Sartor lo está pasando mal. Le hace mal a la U tener a Sartor. Y a Sartor le hace mal tener a la U. Es una manera de desvincular rápido y que ellos se puedan concentrar en su tema y no le generen ruido a la U”, confidencia un conocedor de la interna de Azul Azul.
Un nuevo directorio
Con el cambio en la composición de propiedad de Tactical Sport ya se empezó a murmurar en torno a una reconfiguración del directorio. Algo que sólo puede ocurrir en la medida que un miembro presente su renuncia.
Una vez oficializado, por normativa se debe elegir a todos los integrantes nuevamente en la junta de accionistas de abril.
De ese modo, Clark podrá elegir a siete directores en su condición de accionista mayoritario, seguido por dos de los hermanos Daniel y Eduardo Schapira. A ellos se sumarían dos nombrados por la Universidad de Chile, la casa de estudios que da nombre al club.
La profecía del primer caído no tardó en llegar y se concretó durante la tarde del martes. Mediante un Hecho Esencial ante la CMF, Azul Azul confirmó oficialmente la salida del directorio de Carlos Larraín Mery (no confundir con el ex senador y presidente de RN).
Precisamente él es uno de los que está en el centro de los reproches de la CMF a Sartor. Aunque a diferencia de Clark estaba “pasado colado”, dice un director de la concesionaria.
En la fatídica resolución del viernes pasado, la entidad reguladora lo ponía a él como ejemplo de los episodios registrados en el FIP Deuda Privada, principal activo del FI Sartor Táctico, en cuya cartera de inversiones aparecen sociedades ligadas a accionistas y directores de la administradora. Todo mediante pagarés suscritos producto de financiamientos que recibieron personas vinculadas a Sartor AGF. Es decir, el organismo los acusa de beneficiar a sus propias empresas, en lugar de “velar porque siempre prime el mejor interés de los fondos y sus aportantes”. Un cruce que está derechamente prohibido por la normativa.
La CMF ha apuntado precisamente a las sociedades “DANKE SF SpA”, propiedad de Carlos, y en cuyo directorio participó su hermano Pedro Pablo Larraín, fundador y presidente de Sartor. También ha cuestionado el rol de “Emprender Capital Servicios Financieros SpA”, en cuya propiedad participa DANKE SF SpA y “Emprender Capital Leasing SpA”, sociedad controlada por Emprender Capital Servicios Financieros SpA.
Y si bien Carlos ha dicho que él ya no tiene participación en Sartor, el cuestionamiento se da por la participación de su hermano en el directorio de su sociedad.
“Lo lógico es que un cambio de controlador debiera efectivamente cambiar el directorio”, admite un conocedor de la interna de Azul Azul.
Con todo, el que por ahora estaría siendo exculpado es Clark, pues los dardos ya no estarían apuntando a Redwood Capital, su firma de inversiones, tal como ocurrió en las primeras acciones de la CMF.
“En la resolución final, del viernes pasado, se sigue hablando de Danke, Blackcar, no se habla más de Redwood, y eso es porque los préstamos están pagados en tiempo y forma. Se subsanó antes que saliera el oficio de la CMF. La CMF estaba mirando más atrás”, afirma una fuente ligada al proceso.
El fantasma de Cerda y CMF al asecho
Como siempre, en medio de la turbulenta administración de la U, ha vuelto a surgir el nombre de Victoriano Cerda. Por años se ha dicho que es controlador del club en las sombras, aunque ninguna de esas sospechas han podido comprobarse.
Esta vez, el incendio pilla al empresario con la billetera llena. Recientemente, Cerda anunció la venta de su participación en Huachipato a Hernán Rosenblum, ex gerente general de Ñublense. Y según versiones de prensa, con ello se habría embolsado 25 millones de dólares. Una cantidad que a algunas voces conocedoras del rubro no les cuadra y consideran excesiva.
En ese contexto varios creen que podría aprovechar el momento de ingresar a la propiedad de Azul Azul.
Al margen, tras el sorpresivo anuncio de compra de Clark, surgieron inmediatamente los resquemores respecto a los detalles de una operación que se hizo de forma evidentemente reservada. Más aún, algunos hasta plantean dudas de que el presidente de la U efectivamente tenga el dinero suficiente como para hacerse con todo el paquete accionario que tenía Sartor.
Suspicacias más o menos, el asunto no fue informado por medio de un Hecho Esencial ante la CMF, que es lo habitual cuando se concreta una venta de estas características.
Distintas fuentes del proceso afirman que en este caso no correspondía dicha obligación legal. “No debía ser informada. El bien público, transable, son las acciones de Azul Azul. Y las acciones de Azul Azul siguen estando en manos del fondo. Lo que cambió es quien tiene cuotas en el fondo. No ha cambiado la propiedad de las acciones de Azul Azul”, explica una de las voces ligadas al club.
De todas formas, dicho tecnicismo no dejó conforme a la Comisión para el Mercado Financiero, pues durante la tarde del lunes le dio 24 horas a Clark para dar explicaciones y detalles de la adquisición. Un plazo que venció a las 13:30 horas de este martes, en la víspera de Navidad.
En concreto, le pidieron indicar la fecha, monto, número de cuotas y porcentaje comprado de Tactical Sport, “y cualquier otro antecedente para el mejor entendimiento de la eventual o eventuales operaciones”.
Asimismo, el oficio enviado por el regulador pidió aclarar cómo se habría dado cumplimiento a una serie de disposiciones legales de la Ley de Mercado de Valores. Según conocedores de la normativa, en dicho apartado la CMF está apuntando implícitamente a la falta de una Oferta Pública de Adquisición (OPA) en el proceso. Es decir, una operación transparente y oficial en la que uno o más inversores hayan ofrecido la compra de las acciones.
El seguimiento de la ANFP
El embrollo es seguido de cerca por la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP). Fuentes de BBCL Investiga en la entidad de Quilín enfatizan que el asunto no tiene efectos deportivos ni sobre la licencia de operación del club, aunque sí reconocen que produce un daño reputacional a uno de los clubes de fútbol más importantes de la liga chilena.
Asimismo, explican que los equipos están obligados a informarle a la ANFP sobre los integrantes de las sociedades, pues a ellos les corresponde cotejar que no se produzcan situaciones de multipropiedad.
En rigor, cualquier cambio debe ser informado a la Unidad de Control Financiero de la ANFP.
Por ejemplo, previo a la salida de Sartor anunciada el viernes por Azul Azul, el ente rector del futbol chileno conocía en detalle la composición societaria de Tactical Sport, dueña del 63% de Azul Azul.
De ese fondo, Antumalal poseía el 10%, cuya propiedad recae en Michael Clark (90%) y su esposa Andrea Toro (10%).
Y el 90% restante de Sartor S.A estaba compuesto por otras siete sociedades. Inversiones Mar del Sur Limitada (26,7%), propiedad de Óscar Ebel (50%) y María Cid (50%); Asesorías e Inversiones Quisis Limitada (26,7%), de Pedro Pablo Larraín (50%) y Ximena Carvallo (50%); además de Inversiones Atlas SpA (17%), propiedad de Atlas Financial Panamá Corp (100%).
El fondo también estaba compuesto por Asesorías e Inversiones Copihual Limitada (11,5%), propiedad de Alfredo Harz (50%) y María Guzmán (50%); al igual que Inversiones Pacaal SpA (11,5%), propiedad de Carlos Larraín Mery (50%) y María Correa (50%).
En menor medida también aparecían Asesorías e Inversiones Cabo Limitada (3,5%), de Rodrigo Bustamante (50%) y Javiera Eusquiza (50%); y Servicios Control de Activos Limitada (3%), de Miguel León (45%) e Inversiones Cordillera Limitada (55%).
Con todo, se trata de una intrincada madeja de nombres y sociedades que están directamente vinculadas a Sartor y a miembros de su directorio. Pero no sólo a su brazo financiero, sino también a la administradora general de fondos que la CMF decidió sepultar el viernes pasado.
Por ejemplo, de los propietarios mencionados, Óscar Ebel (2019-2020), Miguel León (2022-2023) y Pedro Pablo Larraín (2024) son o han sido presidentes del directorio de la hoy cuestionada Sartor AGF.
De momento, todos los involucrados están pendientes a las explicaciones de Clark a la CMF. Consultado por BBCL Investiga, el poderoso mandamás de Azul Azul declinó anticipar sus aclaraciones al ente regulador. En tanto, todo apunta a que la respuesta se conocerá oficialmente en las próximas horas.