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Buscando jóvenes: el perfil del nuevo anarquismo que se adjudica atentado a Cementos Melón

Buscando jóvenes: el perfil del nuevo anarquismo que se adjudica atentado a Cementos Melón

Miércoles 28 agosto de 2024 | 06:00

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En la noche del sábado 3 de agosto, un atentado incendiario se registró en las instalaciones de Cementos Melón y Áridos Río Maipo, ubicadas en una zona rural cercana a Llolleo, San Antonio, en la región de Valparaíso. Transcurridas las horas, el grupo anarquista “Célula insurreccional por el Maipo. Nueva Subversión” se adjudicó el hecho. Este ataque elevó a nueve los atentados con un modus operandi similar. Una de las teorías que ronda es que el anarquismo chileno ha mutado para generar simpatía entre las nuevas generaciones, principalmente pro-medioambiente.

Según la información proporcionada por Carabineros, el incidente ocurrió alrededor de las 21:30 horas del sábado 3 de agosto de 2024. En el sector de Lo Gallardo – San Juan, el incendio fue controlado por personal de Bomberos cerca de las 00:30 horas. En el lugar se encontraron rastros de líquido acelerante, lo que sugiere la participación de terceros.

Las máquinas que se destruyeron pertenecían en su mayoría a la contratista Digan, mientras que otras dos eran de la empresa Eleanor, ambas prestando servicios a Cementos Melón. Además, las oficinas de Áridos Río Maipo también sufrieron daños considerables.

Horas después del atentado, a través de medios de comunicación alternativos, el grupo “Célula insurreccional por el Maipo. Nueva Subversión” se adjudicó el ataque. En su comunicado, detallaron que su objetivo era paralizar el funcionamiento de las máquinas, ingresando a Cementos Melón y a Áridos Río Maipo para incendiar sus líneas de producción, logística y oficinas administrativas.

El grupo afirmó haber utilizado diez artefactos incendiarios para propiciar la destrucción total de las instalaciones, consolidando así su tercer acto de sabotaje con significativos daños a empresas que, según ellos, depredan y amenazan la vida a lo largo del Río Maipo.

Lo cierto es que según datos que tuvo a la vista la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío, desde mediados de 2022, se ha observado un cambio en los grupos anarquistas insurreccionalistas, con la aparición del proyecto “Nueva Subversión”. Este movimiento, a diferencia de acciones anteriores, tiene un fuerte componente ecologista, lo que refleja un recambio generacional. A través de este proyecto, se han impulsado nueve atentados, en su mayoría dirigidos a empresas involucradas en actividades extractivistas.

“En este sector, al igual que en otros tramos del río, la actividad cementera y de extracción de áridos conlleva el sacrificio ecológico y la degradación de las comunidades que habitan el entorno, convirtiéndose así en otra zona de sacrificio (…), nos hacemos parte del mismo llevando a la práctica con convicción nuestra apuesta por la violencia revolucionaria anárquica como método concreto y necesario para la agudización del conflicto por la tierra y la liberación total”, indicaron en su comunicado difundido el pasado 5 de agosto.

El primer comunicado de la “Célula insurreccional por el Maipo” – publicado tras un atentado a la faenadora y frigorífico Cordillera en septiembre del año pasado – era mayoritariamente ecologista, mientras que el más reciente muestra una evolución hacia una reivindicación insurreccionalista. Este cambio indica que siguen operando personas que han impulsado estas acciones desde 2010.

“Aborrecemos a todo quien bajo el alero de la lucha sustenta y participa activamente del sistema electoral y la democracia representativa que solo defiende la estructura del régimen neoliberal y policial, porque siempre la institucionalidad y su justicia velarán en favor de quienes gobiernan y sus brazos represivos”, declararon en su último comunicado. “(…) no hay nada que negociar con el enemigo, el único camino es el conflicto, sin medias tintas ni tibiezas, fuego al progresismo y guerra abierta contra toda autoridad!”, agregaron en este último.

El grupo “Célula insurreccional por el Maipo” tiene un modus operandi bien definido: realizan acciones en zonas rurales con poca vigilancia, utilizan artefactos de baja complejidad (botellas con líquido acelerante y mechas lentas) y mantienen una frecuencia anual de atentados. Además, su última acción se enmarca dentro de la campaña internacional “Switch Off!”, iniciada en 2023, la cual promueve ataques a instituciones responsables de daño ecológico.

El peligro de esta campaña es que proporciona a los grupos información para realizar sabotajes y les entrega insumos ideológicos para su justificación, lo que facilita el crecimiento de adherentes (mayoritariamente jóvenes) y de los atentados. Los principales blancos de estos grupos incluyen proveedores de electricidad y energía, materias primas para la transición energética, la industria agrícola, química y farmacéutica, infraestructuras y grandes proyectos de construcción, y bancos e inversiones.

Otros ataques de Nueva Subversión

La noche del sábado 30 de septiembre de 2023, la “Célula insurreccional por el Maipo – Nueva Subversión” atacó exitosamente la faenadora y frigorífico Cordillera, incendiando parte de su infraestructura y logística. Auditores de Radio Bío Bío relataron ese día cómo se quemó en cosa de minutos parte de esa infraestructura.

De acuerdo al comunicado del grupo publicado horas después, con el atentado buscaron generar el mayor daño posible, asegurándose de que no hubiera animales vivos en el lugar. Este ataque tuvo como objetivo sabotear la producción y transporte de la faenadora y frigorífico Cordillera, línea de abastecimiento de carnicerías “Productor”, ambas pertenecientes al holding DINACAR, que también se dedica a la crianza de cerdos y vacas, completando así la cadena de la industria de la carne.

El grupo declaró que esta acción no solo es antiespecista sino también un ataque directo a las relaciones de poder existentes en proyectos como este, donde se evidencia la precarización de los territorios, generando contaminación odorífica y degradando la calidad de vida del entorno. Además, denunciaron el extractivismo presente en el uso directo de las aguas del Maipo y su posterior devolución de aguas tratadas, así como las lógicas capitalistas que mercantilizan y cosifican la vida.

Los integrantes de la célula se autodenominan antagonistas de toda forma de dominación, abrazando la ofensiva como una práctica concreta que materializa sus deseos anárquicos de vivir sin jaulas ni dominación para nadie. Afirman que el antiespecismo requiere de la ofensiva, dejando atrás el victimismo y la inacción.

Desde la acción directa, la célula sigue consolidando y expandiendo el conflicto por la tierra, tanto en lo urbano como en lo rural. Saludan a los territorios en resistencia contra el progreso y el capital, y a quienes materializan la liberación animal desde el fuego y/o el levantamiento de espacios de solidaridad antiespecista conocidos como santuarios.

El comunicado finaliza abrazando mediante esta acción a compañeros presos, como Mónica y Francisco, y a todos los presos anarquistas, subversivos y mapuche. También recuerdan a Emilia Bau y a todos los compañeros muertos en la lucha por la liberación animal y de la tierra. La célula reafirma su compromiso con la anarquía, la tierra y sus vidas, abogando por un “Maipo libre”.

Atentados ecoextremistas

Entre 2017 y 2019 la colocación – y en algunos casos la detonación – de cuatro dispositivos explosivos en distintos lugares de la región Metropolitana levantó las alertas de las autoridades. Los atentados fueron reivindicados por la agrupación Individualistas Tendiendo a lo Salvaje (ITS), grupo autodefinido como ecoextremista, surgido en México en 2011.

A pesar de pertenecer a esta organización, Camilo Garjardo Escalona –autor de los ataques– actuó como un lobo solitario, y hoy se encuentra cumpliendo su condena de más de 100 años en el módulo de máxima seguridad del Centro Penitenciario de Rancagua.

Los hechos por los cuales fue condenado Gajardo fue: la colocación del artefacto que detonó en la casa del entonces presidente de Codelco, Óscar Landerretche, el 13 de enero de 2017; el envío de un paquete explosivo al presidente de Metro, Louis de Grange, el 5 de mayo de 2019; la colocación de una bomba en una banca frente a la Universidad Católica Raúl Silva Henríquez (UCSH), el 13 de abril de 2018 y la explosión de un artefacto en un paradero de micro en Vicuña Mackenna con Bilbao, el 4 de enero de 2019.

En su momento, Andrés Chadwick – ministro de Interior en ese entonces – caracterizó el ataque a De Grange como un “acto terrorista”, sin embargo, la condena descartó que los hechos calificaran como tales.

En conversación con Radio Bío Bío, Roberto Morales Urra, académico de Antropología de la Universidad Austral de Chile, definió el terrorismo como “la calificación de una estrategia transversal de grupos organizados que llevan a cabo acciones de fuerza que atentan gravemente contra la vida de grupos de personas sin discriminación, con el propósito de generar un estado de termor generalizado y de rompimiento inmediato de la estabilidad del orden establecido”.

En este caso, y de acuerdo a los comunicados, los ataques no buscaban generar terror ni eran indiscriminados, sino que se anclan directamente al llamado “eco extremismo”.

El ecologismo como bandera

Estamos ante un giro en los grupos anarquistas insurreccionalistas, que al cambiar su eje ideológico de lo carcelario a lo ecologista, están en mejores condiciones de reclutar a jóvenes. La sincronía entre el movimiento local y la campaña internacional sugiere que el movimiento crecerá y mejorará sus herramientas de acción y el fundamento ideológico de estas.

En el caso chileno, es probable que se retomen los atentados explosivos, pero los blancos ya no estarán mayoritariamente en centros urbanos, sino en locaciones rurales que dificultan el seguimiento por cámaras. Los objetivos más probables en el corto plazo son empresas procesadoras de alimentos, principalmente carne, empresas constructoras, empresas de desarrollo tecnológico y de distribución de servicios (agua, luz y gas). Dada la contingencia, es altamente probable que en un futuro cercano la empresa ENEL sufra algún tipo de atentado.

De tal manera surge el cuestionamiento si la bandera del ecologismo es una convicción real, o una excusa para provocar más atentados y, al mismo tiempo, reclutar más adeptos.

Consultada por Radio Bío Bío la ensayista y filósofa Lucy Oporto Valencia comentó que las convicciones ideológicas de los grupos anarquistas suelen ser pretendidas, y sus acciones destructivas solo tienen como objetivo la destrucción misma. De tal manera, “su único interés es reducir las bases institucionales a la nada, empezando por el Estado, al que consideran coercitivo per se”.

“Es una forma de impostura insurreccional con pretensiones heroicas, que encubre un nihilismo ya enquistado”, agregó.

Las autoridades, tanto gubernamentales como empresariales, han condenado los hechos, expresando preocupación y llamando a perseguir a los responsables. Mientras tanto, la amenaza de estos grupos sigue latente, con una clara evolución en sus tácticas y objetivos.

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