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"No le cagues la vida a mi hijo": la llamada y whatsapps de familia Macaya tras revelación de abusos

23 julio 2024 | 13:14

Testimonios, registros telefónicos y whatsapps develan la intimidad familiar del patriarca de los Macaya Danús, cuyo núcleo —según apunta el Ministerio Público— intentó desmentir en más de una oportunidad los abusos sexuales en el fundo Santa Elena. La propia fiscal del caso sostuvo que la postura del entorno del imputado fue "negar la ocurrencia de los hechos", lo que se vio refrendado en la declaración del padre de una de las víctimas. En medio del juicio, el denunciante dijo haber recibido llamados de familiares directos del condenado para que no lo expusiera ante la Justicia. El mismo Macaya Zentilli, en referencia al presidente de la UDI, le suplicó: "Te pido por favor, no le cagues la vida a mi hijo".

NN: Aló, aló, Eduardo.

EM: Hola.

NN: Acabo de saber que tocaste a mi hija.

Eduardo Macaya Zentilli (72) supo a finales de mayo de 2023 que sería denunciado. Fue el padre de una de las víctimas quien —vía telefónica— lo confrontó. Su propia hija le habría revelado todo ese mismo día: que Macaya abusó sexualmente de ella cuando tenía ocho años y que ella había logrado grabar abusos en contra de otra víctima.

Fue precisamente esa denuncia la que permitió reconstruir los hechos acaecidos al interior del fundo Santa Elena de San Fernando. La llamada fue en altavoz. La menor lo pidió así. Y grabó todo. Esa misma pieza de audio ahora se cuenta entre las pruebas que permitieron a la fiscalía condenar a Macaya Zentilli por dos ataques sexuales a menores de edad.

Testimonios, registros telefónicos y whatsapps develan la intimidad familiar del patriarca de los Macaya Danús, cuyo núcleo —según apunta el Ministerio Público— intentó negar en más de una oportunidad la ocurrencia de los hechos.

Y aunque en primera instancia fue enviado a prisión, hoy está en su domicilio a la espera de lo que su defensa pueda hacer para revertir un juicio que se extendió por 13 días.

Este medio se abstuvo de publicar detalles que pudieran revelar la identidad o afectar la integridad de las víctimas. Por ello, se modificaron nombres y algunas acciones atribuidas al imputado fueron reservadas.

Aló Eduardo

La historia va así. La casa de los Macaya era, en el papel, un lugar “acogedor y entretenido para niños y adultos”. Así se desprende de la declaración que prestaron familiares y testigos en medio del proceso judicial. Tiene jardines, una piscina, terraza y cancha de pádel. El paisaje lo completa una sala de estar, otra de pool y un quincho donde la familia compartía almuerzos y reuniones que organizaba el acusado y su esposa.

Pero el 30 de mayo de 2023, esa versión se rompió. NN, padre de una de las víctimas, decidió presentar una denuncia por abuso sexual en contra de Macaya Zentilli. Cuatro días antes, la menor contó que había sido abusada por el imputado en la casa de éste. Y como creía que nadie iba a dar fe de sus dichos, decidió dejar registros fílmicos de las situaciones de vulneración sexual que sufría otra de las menores que frecuentaba el fundo.

La conversación entre padre e hija se dio luego de que el primero le consultara por su rendimiento académico. Ella le dijo que no estaba bien. Sacó su iPad y le mostró los videos. NN quedó en shock. Le pidió los detalles de lo ocurrido y ese mismo día llamó al condenado.

El audio, registrado por la menor, hoy figura rotulado con el número 12 de “otros medios de prueba” contra Macaya. Esta es la transcripción:

—NN: Aló, aló, Eduardo.

—EM: Hola.

—NN: Acabo de saber que tocaste a mi hija.

—EM: Bueno…

—NN: Acabo de saber eso, que tocaste a mi hija cuando era más chica, ¿vas a decir que eso no es cierto?

—EM: No, no, no, no, no.

—NN: Sí, fíjate que sí. Porque incluso pude ver los videos donde estás (…) haciendo lo mismo, le tocaste (…) a mi hija. Bueno, realmente jamás pensé sobre ti. Eres un pedófilo asqueroso.

—EM: Por favor, escúchame. Yo con tu hija cuando era más chica siempre jugamos con las niñitas y todo, con la cosquilla. Yo te juro que así inintencionalmente, puede que le haya pasado a llevar.

—NN: Le tocaste (…) weón, le tocaste (…) a la niña, no lo está inventando.

—EM: Pero estás tonto.

—NN: No, no, no, el que está tonto y está enfermo eres tú, hueón. ¿Cómo se te ocurre hacerle eso a los niños? Mira, yo pude ver los videos y yo realmente… ¿Sabes qué es lo que voy a hacer? Los voy a hacer públicos, hueón. Voy a hacer mierda tu imagen, porque lo que hiciste no tiene nombre, no tiene nombre.

—EM: no, no.

—NN: Tú te pasaste, hueón. Yo tenía confianza cuando iban para allá y jamás me imagine que tú podías hacer una cuestión así.

—EM: No, no no.

—NN: Sí, le pregunté y le pregunté los detalles (…).

—EM: No, eso…

—NN: A lo mejor no te acordai po, a lo mejor no te acordai. Bueno, bueno, tú vas a negar obviamente todo esto que ha pasado, es lógico porque no te queda otra, pero incluso en los videos se ve que estás haciendo cosas parecidas.

—EM: Sí vi el video, hay un video, casi me morí, hueón.

—NN: Sí, pero que estís curado no justifica que hagái una cosa así.

—EM: Oye, no te digo… Mira, hueón, te juro hueón que no… Mira, si querís voy a conversar contigo, hueón.

—NN: No, no, mira, te digo una cosa, tú hueón moriste ya con esto que paso, hueón. Tú no existes, hueón. Y lo único que voy a hacer es publicar los videos, hueón. Yo no quiero saber nunca más de ti, en serio.

—EM: no, no.

—NN: En serio sí, pero encuentro que gente como tú es peligrosa de verdad.

—EM: Lo que sí te pido, por favor, no le cagues la vida a mi hijo, hueón. No le cagues la vida a mi hijo.

—NN: Y tú se la cagai a la mía, que andís tocando (…) a mi hija vale menos que lo que me estai diciendo… no le cagues la vida a mi hijo. ¡Por favor! Tú pensai por tu hijo y yo pienso por la mía.

—EM: Realmente si es que la pasé alguna vez, hueón… realmente, hueón… Y pregúntale si la he vuelto, hueón…

—NN: No fue solo una vez (…) y por debajo de la ropa. Y eso no resiste a ningún tipo de explicación, yo creo que no te acordai, qué sé yo. Listo, ya, dejemos la cuestión aquí la verdad, no tengo más que hablar contigo. Hasta aquí llega nuestra conversación y se acabó, déjalo hasta aquí nomás, adiós.

La postura familiar

La denuncia fue recibida el 30 de mayo de 2023 en un cuartel de la PDI. El funcionario que atendió a NN recibió los videos vía e-mail y los respaldó en un CD. Al poco andar, los registros quedaron en manos de la Fiscalía de Alta Complejidad del Ministerio Público, institución que dispuso de manera inmediata realizar la entrevista investigativa a la menor. Con la diligencia lista, la fiscalía solicitó la orden de detención del acusado. Para los primeros días de junio de 2023, Macaya Zentilli ya estaba en prisión preventiva.

Con el imputado en la cárcel, la fiscalía ordenó entrevistar a otras tres menores. Según explicaría la fiscal del caso, Javiera Oro, esas mismas intervenciones le permitieron confirmar algo que ya se comentaba al interior del organismo persecutor: “La postura del entorno familiar del imputado es negar la ocurrencia de los hechos o que estos hechos no son delitos”. Ninguna de las niñas acusó haber sido ultrajada por el acusado, pese a la existencia de videos que así lo acreditaban al menos respecto de una de ellas.

NN coincidió con la fiscal. En el testimonio que presentó ante el tribunal contó, por ejemplo, que al poco tiempo de encarar al acusado, lo llamó una familiar directa de este último. Según atestiguó, le pidió que por favor no liberara los videos, que no los mostrara. Él le señaló que iba a hacer la denuncia “porque eso era lo que había que hacer”.

Al día siguiente lo volvió a llamar e insistió en lo mismo, en que no lo denunciara “hasta que conversaran”. De acuerdo a su declaración, le aseguró que los videos “eran interpretativos”.

Lo propio ocurrió con otro miembro del clan:

—Mira, no te voy a pedir que no hagas lo que creas que tengas que hacer, pero simplemente te quiero hacer ver que ésta es una cosa muy grave, que quizás es un malentendido. Tú sabes cómo es mi papá, es de mucho contacto físico, es de muchos toqueteos, así como de cariño —dice NN que le dijeron al otro lado del teléfono.

Él respondió que le creía absolutamente a su hija y que las imágenes no ameritaban ninguna interpretación.

NN aseveró también en medio del juicio que se quedó con la sensación de que “lo que más le preocupaba a Macaya Zentilli era que no lo denunciara para no perjudicar a su hijo”. Es decir, a Javier Macaya, el senador y presidente de la UDI.

LOS WHATSAPPS

Antes de que se estampara la denuncia formalmente, los videos ya eran tema de conversación al interior de la familia. Así se desprende de una conversación de WhatsApp entre dos mujeres pertenecientes al clan. Según fuentes de este medio, el intercambio se produjo luego de una reunión online por la plataforma Meet donde se mostraron los videos.

—Anoche vi de nuevo los videos con calma y había uno que no había visto. El peor a mi juicio. El de la salita.

—Uno q se ve como pone la mano (…) ese no? (sic)

—Ese.

—Es asqueroso.

—No lo había visto la primera vez. Lo vi cuando cortamos. Mierda mierda mierda, complejo el tema.

—Lo sé, te juro que anoche tuve pesadillas.

—Yo que nunca tomo nada, me tomé un rize (clotiazepam) que me dieron cuando me separé para los días de emergencia, dormí piola, pero a cada rato pienso en el tema.

Al respecto, el tribunal reflexionó: “Vuelve a saltar la duda de, si los videos eran complejos de ver, si solo tocaban partes como guatita o piernas, ¿por qué tuvo que medicarse para dormir?

Los videos

“Es grabado en un entorno familiar”, “grabado sin su consentimiento” y “con un video que es bastante editado”. Con esas palabras Javier Macaya, presidente de la UDI e hijo del condenado, salió a defender a su padre en una entrevista concedida este domingo a Canal 13.

Sus dichos no fueron casuales. Según quedó estipulado en la sentencia de 150 páginas, la defensa utilizó ese mismo argumento durante el juicio para desacreditar las pruebas de denunciantes y fiscalía.

—La verdad es que nadie en la policía le pareció interesante indagar por qué los videos fueron grabados como fueron grabados, de la forma tan extraña que se verá. Ni tampoco por qué fueron editados de la manera como fueron editados y cómo esa edición tergiversa lo que ahí ocurrió —alegó en el proceso judicial el abogado de Macaya, Sergio Salas, quien por estos días también suscitó polémica luego de que se conociera que es pareja de la exdefensora de la Niñez Patricia Muñoz. Ambos comparten el estudio M&S Abogados.

Pese lo esgrimido por Macaya hijo, la edición de los videos ya había sido descartada por el tribunal en su condena. A los jueces no les quedó duda que los nueve videos grabados por la menor y expuestos en el juicio sí daban cuenta de abusos sexuales. Y también apuntaron que era tan evidente que no se necesitaba el “contexto” de cómo fueron grabados.

Y es que el tribunal determinó que las piezas audiovisuales fueron registradas por la niña desde su Instagram. Ella misma contó que lo hizo desde esa aplicación porque previamente se le había encendido el flash cuando intentó grabar directamente desde la cámara de su teléfono. De este modo, presentó las cápsulas fraccionadas. Todo por miedo a ser descubierta y no con la intención de alterar el contenido de éstas.

Los jueces precisaron:

1) Los cortes o repeticiones de los videos en modo alguno alteran, en general, el contenido de lo que se aprecia en ellos.

2) Los cortes o repeticiones no impiden que se vean imágenes claras, en especial, permitiendo identificar a las personas y lugares en los ellas aparecen.

3) Los cortes o repeticiones no impiden que, en particular, se identifiquen conductas claras de parte de las personas que se ven en ellos, puntualmente las conductas del acusado.

4) Los cortes o repeticiones se explican por haber sido los videos grabados originalmente por la red social Instagram, y ese video original, vuelto a grabar por medio del modo “grabar pantalla”, puntualmente desde un teléfono marca iPhone.

5) Todos y cada uno de ellos fueron grabados por una niña de 11 y 12 años (conforme a las fechas de filmación, como se verá, son las edades que tenía en tales momentos) registrando una situación que le provocaba rechazo, teniendo miedo de ser descubierta.

6) La niña de 11 y 12 años es testigo directo de los actos, y así lo declaró en juicio y durante el proceso.

La pena

Por estas razones, el tribunal estimó que los videos “eran y son fiables, además suficientes” para condenar al imputado.

¿Qué contexto podría entregar un video más largo, que hiciera de esas tocaciones un simple juego, propias de un abuelo “catete”, como indicó Javier Macaya? —se lee en la sentencia.

Con todo esto, el tribunal condenó a seis años de cárcel a Macaya Zentilli, aunque este lunes fue enviado a su casa, con arresto domiciliario, por orden de la Corte de Apelaciones de Rancagua.

Todo, a la espera de que su condena esté firme y ejecutoriada. Es decir, en caso de que su defensa no logre conseguir la nulidad del juicio.