La madrugada del 22 de mayo Carabineros recibió una alerta. Una vecina del campamento Los Álamos en Temuco les avisaba que al lado de su casa una mujer se había suicidado.
A simple vista, el escenario apuntaba a lo mismo.
Minutos más tarde el SAMU se presentó en calle Río Amazonas para certificar la muerte de Lhoy Sazo, de 34 años.
La Brigada de Homicidios —por orden del fiscal de turno— también hacía lo suyo cuando detectaron “situaciones extrañas”. Lo que minutos antes parecía un suicidio, poco a poco fue desmoronándose. La nueva hipótesis apuntaba a un posible femicidio.
Los objetos encontrados alrededor de su cuerpo insinuaban esa línea. Su cuerpo también. El pre informe del Servicio Médico Legal expuso que “había signos compatibles con una estrangulación”.
El acusado era su pareja, P. L. con quien tenía un hijo y esperaba a otro de tres meses. Fue él quien admitió que horas antes habían peleado hasta llegar a los golpes.
Historial de violencia
La vecina que llamó a Carabineros fue la misma que entre las 2:00 y 2:30 de la madrugada escuchó gritos entre Lhoy y P. Declaró a fiscalía que conocía sobre la violencia intrafamiliar entre los dos pero que aún así, decidió ir a acostarse sin avisar a nadie.
Despertó un par de horas más tarde escuchando gritos. Una de las hermanas de P. chillaba pidiendo ayuda. Recién ahí marcó a la policía.
Minutos antes P. llegó a la casa de sus hermanas junto a su hijo de dos años. Les contó que pelearon nuevamente con Lhoy e incluso se golpearon. Les mostró una herida en su labio acusando que se lo había hecho ella.
Para rematar, agregó que cuando salió de casa, Lhoy le advirtió que se iba a suicidar.
Ambas hermanas fueron inmediatamente a verificar si todo estaba bien. Ya conocían el historial de violencia entre ambos. Era típico, según contaron, que P. se fuera y Lhoy fuera a buscarlo.
Cuando entraron, la casa estaba a oscuras. Sacaron un encendedor e intentaron alumbrar el espacio.
Una vez en el living, empezaron a gritar.
Lhoy estaba en cuclillas con un cable de televisor rodeando su cuello.
Signos sugerentes de terceros
Atinaron a cortar el cable con una tijera. Luego salieron a buscar ayuda. Un vecino le hizo reanimación. En vano.
El SAMU declaró su muerte.
Hasta ahí todos pensaban que se trataba de un suicidio, pero cuando llegó la Brigada de Homicidios la situación cambió. De partida, porque notaron que el nudo del cable era insuficiente para sostener el peso de una persona. Al mismo tiempo, las uñas de Lhoy tenían sangre. Una anomalía según la policía, ya que son atribuibles a signos de defensa.
Fiscalía intervino. Ordenaron una autopsia en el Servicio Médico Legal y entrevistas a testigos, incluido P.
El pre informe fue claro: no se trataba de un suicidio por ahorcadura. Por el contrario, “los antecedentes daban cuenta de signos sugerentes de acción de terceros pre-morten”. Es decir, antes de su muerte.
—Siendo las lesiones cervicales principales las que ocasionaron la muerte. Más compatible con una estrangulación que con un ahorcamiento tipo suicida— aclaró el fiscal Jorge Mandiola.
“Estrangulación manual”
P. declaró dos veces. La primera vez mencionó que había ido junto a su pareja Lhoy a la casa de unos vecinos que vivían a una cuadra. Allí comieron, bebieron 12 botellas de cervezas y regresaron de madrugada. Una vez en la casa comenzaron a discutir. Según P., Lhoy quería salir otra vez. La defensa de P.L. alegó que fue porque ella quería ir a buscar droga.
—Tú sales y te gusta huevear. Cuando yo quiero, no quieres —fueron los términos que habría usado contra P., según lo recordado por él.
Las agresiones verbales se transformaron en físicas. Él mismo admitió que le pegó un combo. También forcejeó con ella y cuando se defendió, la agarró del cuello para empujarla.
La segunda vez, ya detenido, cambió esta última parte. Especificó que la tomó del cuello con su mano izquierda durante unos 10 a 15 segundos. Después de eso, cayó a la cama. Viva aún.
Lo que dijo fue compatible con las lesiones que presentaba en el cuello: una fractura bilateral en el hueso hioides (manzana de Adán en los hombres). Concuerda con la presión y fuerza que se aplicó.
—Las declaraciones prestadas por el imputado son coincidentes con que aquí lo que ocurrió fue que hubo una estrangulación manual, se provocó la muerte a la víctima, y luego se intentó encubrir el delito con este pseudo-suicidio —aseguró Mandiola.
Causa previa
P. registraba una causa pendiente por violencia intrafamiliar que interpuso Lhoy en agosto del año pasado. Solicitaron una orden de alejamiento pero como no se presentó al tribunal no le pudieron notificar las medidas cautelares ni mucho menos pudo realizarse la audiencia.
La fiscalía solicitó la prisión preventiva. La defensa se opuso alegando que los antecedentes presentados eran “absolutamente ineficientes”.
El tribunal decretó prisión preventiva por el delito de femicidio y aborto violento. Dieron un plazo de investigación de cinco meses.
Lhoy se convirtió en la víctima 21 de femicidio, según el reporte del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (SernamEG). Casos que en 2023 ascendieron a 42.
En la audiencia de formalización en su contra, el tribunal prohibió difundir el nombre del imputado para resguardar su presunción de inocencia.