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El pasado sábado 27 de abril, 245 conscriptos de la Brigada Motorizada N°24 "Huamachuco" iniciaron una marcha de instrucción desde el Campo de Entrenamiento Pacollo hacia el Cuerpo Militar de Putre, enfrentando condiciones extremas en el altiplano con temperaturas de 15 grados bajo cero. En el trayecto murió Franco Vargas, un conscripto de 19 años. Horas después, el Ejército confirmó que otros 45 presentaban cuadros infecciosos respiratorios y gastrointestinales. Dos fueron conectados a ventilación mecánica y uno de ellos hasta arriesga perder una de sus extremidades. Testigos relatan humillaciones durante el entrenamiento, cuyas versiones no coinciden en nada con la del Ejército. Los jóvenes vivieron un shock grupal, que ha incluido evidentes problemas de salud mental y hasta intentos de suicidio.
A varios les trae recuerdos de la tragedia de Antuco. Todo comenzó el pasado sábado 27 de abril a las 5:00 de la madrugada. A esa hora la Brigada Motorizada N°24 “Huamachuco”, de la VI División del Ejército, inició su marcha de instrucción desde el Campo de Entrenamiento Pacollo hacia el Cuerpo Militar de Putre. Eran 245 conscriptos.
La campaña llevó a decenas de jóvenes a enfrentar condiciones extremas en el altiplano. Según testimonios, tuvieron que soportar temperaturas de 15 grados bajo cero. Aunque otros hablan de 5 bajo cero. Muchos de ellos, por amor a la institución, se habían sumado para cumplir voluntariamente con el servicio militar.
No obstante, ni ellos, ni su familia ni amigos vieron venir las nocivas consecuencias de una experiencia que para varios era un sueño.
Al día siguiente, el domingo, el Ejército confirmó que un miembro del grupo murió. Era Franco Vargas, un conscripto de 19 años. Oficialmente, la institución dijo que durante un descanso presentó problemas respiratorios y que fue “trasladado de inmediato” a la enfermería del predio, donde fue estabilizado por el enfermero militar. Luego de eso fue llevado al Cesfam de Putre, donde simplemente se confirmó su muerte.
Horas después, la alarma creció. Otros 45 conscriptos también tenían un cuadro infeccioso de origen respiratorio y gastrointestinal. Dos fueron trasladados al Hospital Militar de Santiago, mientras que cinco fueron internados en el Hospital Juan Noé. De este último grupo, dos llegaron graves.
En tanto, 38 quedaron en aislamiento en la unidad militar, para evitar la propagación del virus. Ahí muchos han tenido que procesar todo lo sucedido y el shock de un entrenamiento que pudo haber terminado aún peor.
A menos de una semana, decenas de testimonios y versiones de familiares contradicen la de los militares, quienes poco han explicado del caso. Hasta ahora, se han escudado en que existen sumarios en curso que permitirán aclarar el fatídico entrenamiento.
Desmayo tras desmayo
Romy Vargas, cuando le avisaron de la muerte de su hijo Franco, estaba en su casa en Cerrillos, en Santiago. Y en paralelo a la explicación oficial que le entregó el Ejército, comenzó a recibir testimonios de padres de otros conscriptos. No coincidían en prácticamente nada.
De acuerdo a esas versiones informales, tras levantarse de madrugada, el grupo se desplazó desde 4.600 metros de altura a un sector sobre los 3.100, a 15 grados bajo cero. Según se desprende de los testimonios, sólo tenía polera y pantalones. Estaba sin primera capa.
Franco habría expresado que no se sentía en condiciones, pero no fue escuchado. Otros conscriptos aseguran que el joven fue humillado por el coronel a cargo.
“Perdió la primera capa. Avisó que no se podía ir y toda la hueá, y le avisó al capitán que él no tenía fe de llegar, y el viejo lo trató de cobarde y lo hicieron bajar igual”, afirmó uno de sus compañeros.
Se desmayó por el camino.
“Despertó el niño y lo siguió aporreando este milico. Le decía ‘te voy a sacar la cresta para que te mueras luego, no te quiero aquí’, después el niño cae desvanecido y le dice ‘viste, un pelao menos, este maldito’. Así nos contó mi hijo llorando”, afirmó un padre de manera anónima a CHV.
María, madre de otro conscripto, describe los últimos momentos de Franco.
“Se cayó en varias oportunidades y ellos como grupo lo ayudaron, pero los cabos se dieron cuenta de que ellos lo estaban ayudando y se molestaron. El niño se cayó y lloraba y le decía que él se quería ir para su casa. Los cabos lo escucharon, le pegaron hasta que ya no abrió más los ojos”, confidenció.
Franco no fue el único en desmayarse. Carolina, otra madre, también afirmó que su hijo se desvaneció en un ejercicio. En primera instancia sólo le habrían dado paracetamol, pero tras la muerte de Franco lo habrían llevado a un recinto asistencial, donde le suministraron salbutamol.
Shock grupal
El trágico final en Putre sacudió a los conscriptos. Padres cuentan que esa noche el grupo se reunió y lloró a Franco, a quien consideraban un buen compañero.
Pero también lloraron por el trauma propio, por la desilusión, por las ganas de abandonar todo. Horas más tarde se supo que al menos 45 conscriptos del grupo comenzaron con síntomas respiratorios agudos y síntomas gastrointestinales.
La gran mayoría fue aislado en el Centro Sanitario Militar con virus respiratorios varios: rinovirus (5), influenza A (3) y parainfluenza (1).
De acuerdo al reporte del subdirector médico del Servicio de Salud Arica y Parinacota, Jorge Becerra Tapia, la peor parte -después de Franco, claro está- se la llevaron Byron y Lucas. Ambos debieron ser internados en la Unidad de Paciente Crítico y conectados a ventilación mecánica. Para Byron incluso fue necesario una diálisis.
Byron, un joven que ingresó este año a hacer su servicio militar, ingresó con un shock séptico como consecuencia “de una bacteria que vive en la piel”, lo que comprometió sus extremidades. Aunque ha evolucionado favorablemente y ha mostrado mejorías en su circulación, una de sus extremidades aún no está completamente fuera de riesgo.
Lucas, en tanto, fue trasladado a Santiago, pues ya estaba mostrando mejorías de su shock séptico gastrointestinal, que habría sido provocado por la bacteria escherichia coli, lo que le generó un cuadro agresivo con compromiso multisistémico. Ya parcialmente recuperado, podrá terminar su tratamiento en el Hospital Militar de Santiago, ubicado en La Reina.
Si bien no está oficialmente claro por qué se produjeron esos malestares, un padre relató que a los conscriptos los habrían hecho comer “carne cruda” y tomar “agua de pozo”, algo que evidentemente podría haberles gatillado problemas gastrointestinales.
Los militares en Arica, en tanto, aseguran que tomaron muestras al agua y la comida de los conscriptos para determinar si aquello fue el origen de las infecciones.
Pero más allá de la salud física, el grupo también está viendo fuertemente resentida su salud mental.
Intento de suicidio
Las dificultades para afrontar el traumático momento quedaron en evidencia casi de forma inmediata. Luis González, padre de uno de los conscriptos, lo describe así.
“Mi hijo me hizo una videollamada llorando. Yo no entendía por qué estaba llorando. No me explicaba por qué estaba llorando y ahí me explicó. Quedó shockeado. Quiso asistirlo (al conscripto fallecido), pero los mandos superiores le dijeron que no. Vio como lo arrastraban como un saco de papas”, relató.
Erika, madre de uno de los conscriptos, encendió las alarmas este viernes en Mega. Advirtió que hubo niños que se intentaron quitar la vida. “Estamos hablando de que psicológicamente están mal”, afirmó.
Oficialmente no se entregaron muchos detalles, pero el subsecretario de Fuerzas Armadas, Galo Eidelstein, reveló que efectivamente uno de los conscriptos aislados intentó autoinferirse cortes en los brazos. Eso sí, fue frenado a tiempo y, posteriormente, internado en la unidad psiquiátrica del hospital de Arica.
Más tarde se supo que el caso corresponde a Jacob Cárdenas. Heidi Henríquez, su madre, confirmó la situación en conversación con Radio Bío Bío. “Él intentó matarse. Está bien. Gracias a Dios no le pasó nada”, contó.
“Él está dado de baja, no entiendo por qué lo tienen ahí. Yo desde el 16 de abril que estoy pidiendo la baja, porque no está bien psicológicamente. A él le afectó mucho algo. No sé qué gatilló todo esto, pero algo tiene que haber pasado ahí, porque mi hijo amaba la institución. Y ahora no quiere nada. Quiere venirse”, subrayó.
Dicho escenario comenzó a abrir paso a la judicialización. Durante la tarde de este viernes, la madre de Cárdenas y familias de otros conscriptos interpusieron recursos de protección ante los tribunales en Santiago, a la espera de que les devuelvan a sus hijos “como yo los mandé”.
Así también hizo Romy Vargas, madre del fallecido Franco Vargas, quien igual interpuso una demanda civil contra el Ejército. Tampoco descarta una acción penal. “Dije que necesitaba saber la verdad, porque tenemos testimonios que no fue así, que Franco no murió de la nada”, advirtió en TVN.
Con todo, lo único claro es que las versiones oficiales no coinciden con la de los conscriptos. “Mi hijo me dice que no cuente nada, porque tiene miedo. Los niños dicen cosas y ¿Por qué van a decir todos lo mismo? ¿Por qué van a mentir todos al mismo tiempo?“, se cuestiona Heidi Henríquez.
A nivel político, en tanto, parlamentarios proponen una comisión investigadora para aclarar lo sucedido. El diputado Rubén Oyarzo, además, ofició al Ministerio de Defensa para que explique la muerte de Franco.
“Su caso nos recuerda lo que ocurrió con los militares de Antuco”, afirma.